viernes. 29.03.2024
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@jgonzalezok | Este viernes por la noche Dilma Rousseff y Aécio Neves tuvieron su último cara a cara, en el último de los debates televisivos, a 48 horas de la segunda vuelta electoral. Horas antes, la revista Veja -la de mayor tirada de Brasil-, salió a la calle con una portada que puede ser letal para la presidente. Con sendas fotos de Dilma y el ex presidente Lula, partidas a la mitad, el titular es: “Ellos sabían todo”, en referencia al esquema de corrupción en la empresa estatal Petrobrás.

El debate fue transmitido por la cadena Globo, la más vista de Brasil, y tuvo una audiencia récord, al alcanzar una media de 30 puntos. Constó de cuatro bloques: en dos de ellos, los candidatos se preguntaban entre sí; en los otros dos fueron interrogados por algunos de los 70 electores indecisos invitados por el canal para asistir al debate.

En gran parte del mismo, la presidente atacó al gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), del mismo signo que Aécio Neves, y trató de comparar dicho gobierno con los posteriores del PT, el de Lula y el suyo. Al punto que Aécio tuvo que recordar a la presidente que estaba muy orgulloso de su correligionario, pero que el candidato ahora era él. El debate tuvo momentos duros, pero dentro de un respeto mutuo, y en el que ambos se dirigían al rival con el tratamiento de candidato.

La platea que asistía al debate tenía instrucciones de no manifestarse en ningún momento, pero no se cumplió totalmente. Uno de esos momentos en que el moderador –William Bonner, el presentador del Jornal Nacional- tuvo que pedir calma, fue cuando uno de los ciudadanos indecisos pudo preguntar sobre medidas para luchar contra la corrupción.

La presidente contestó que proponía un paquete de medidas para endurecer las penas contra el crimen de cuello blanco. En la réplica, Aécio Neves fue rápido de reflejos y de manera muy efectista arrancó aplausos de una parte de los asistentes al contestar: “voy a responderle mirándole a los ojos: tengo una medida que no depende del Congreso Nacional, vamos a sacar al PT del gobierno”.

La corrupción en la empresa Petrobrás, en cualquier caso, ha marcado este final de campaña. Tras la publicación de la revista Veja, el comando de campaña del PT presentó al Tribunal Superior Electoral un pedido para censurar al semanario, con el argumento de que infringía la legislación electoral, pero el tribunal denegó la petición. La presidente calificó de “terrorismo electoral” lo que hacían la revista “y sus socios ocultos”.

Dilma Rousseff señaló que Veja no había presentado ninguna prueba concreta y que, basándose en supuestas declaraciones de personas del submundo del crimen, intentaba envolverla a ella y al ex presidente Lula en los episodios de Petrobrás, que están siendo investigados por la justicia.

El semanario transcribe parte del interrogatorio al principal testigo –Alberto Youssef-, que está declarando a cambio de una reducción de la pena. De su declaración se deduce que, durante una década, Petrobrás habría desviado el 3 % de todos los contratos para los partidos de la base aliada del gobierno, incluyendo el PT. “Planalto sabía todo”, dijo Youssef, en referencia a la sede del gobierno de Brasil. “Pero ¿quién, en Planalto?”, le preguntaron. “Dilma y Lula”, respondió.

Las encuestas marcaron en los últimos días una recuperación de la presidente, que estaría superando ligeramente al candidato del PSDB, Aécio Neves. Pero con resultados que pueden considerarse empate técnico. En cualquier caso, la fiabilidad de los sondeos quedó en entredicho después de la primera vuelta, cuando Neves fue la sorpresa y ganó fácilmente el segundo puesto y el derecho a enfrentar a Dilma este domingo.

Los brasileños, pues, deben decidir si quieren la continuidad de gobiernos del PT, que llevan tres períodos presidenciales, es decir 12 años, o le dan una oportunidad al cambio, que en este caso está representado por Aécio Neves. Las plataformas electorales no tienen diferencias importantes. La revista Foreign Policy, hace una analogía con el viejo y el nuevo laborismo británico. Ambos quieren crecimiento y estabilidad, reducción de la pobreza, mejores servicios públicos, y más infraestructura.

Brasil, voto a voto