viernes. 19.04.2024
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Dilma se fue después de 5 años, cuatro meses y 12 días en la presidencia. Le faltaban dos años para completar su segundo mandato. Y su salida pone fin a doce años de gobiernos del PT

@jgonzalezok / La palabra del momento en Brasil es reformas. O, dicho de otro modo, ajuste económico, para hacer frente a la grave crisis del país. Crisis política aguda, que se saldó con el polémico apartamiento de la presidente, Dilma Rousseff; crisis de representación política, ya que gran parte de la clase dirigente está seriamente cuestionada por los casos de corrupción; y crisis económica, que vino a echar leña al fuego y a intensificar el malestar social.

El presidente en ejercicio, Michel Temer, dijo en su primer discurso: “A partir de ahora, no podemos hablar de crisis, ¡trabajaremos!”. También destacó la necesidad de restaurar el equilibrio de las cuentas públicas, presentando la reducción del número de ministerios como la primera medida –“modesta”- en esa dirección. Se pasó de a 31 a 21 ministros, aunque el gobierno de Dilma llegó a tener 39.  

Temer aseguró que se mantendrán los programas sociales, que en los últimos 14 años fueron el gran activo de los gobiernos del PT. Pero deberá encontrar la fórmula mágica para, al mismo tiempo, arreglar los desequilibrios de la economía brasileña. El gobierno de Dilma alentó el consumo y acrecentó el desequilibrio fiscal, pero con Temer hay que esperar un ajuste. Para el nuevo ministro de Planeamiento, Romero Jucá, solo se alcanzará un superávit fiscal en 2018.

El desempleo, según las cifras de marzo de 2016, afecta a 11,08 millones de brasileños, el 10,9 % de la población económicamente activa. Solo en el último año, subió un 39 %. Según los expertos, en el mejor de los casos -que la economía del país reaccionase bien a las medidas que adopte el nuevo gobierno-, no volvería a crearse empleo antes del 2018.

El crecimiento económico se ha desacelerado tanto que pasó de un 7,5 % en 2010 a una tasa negativa de – 3,8 % el año pasado, con una previsión de que este año se repita esta cifra. La tasa de inversión es del 18 % del PIB, muy lejos de las economías que estos años tuvieron un alto crecimiento. La tasa de interés básica pasó del 7,25 % en abril del 2013 al 14,25 % actual. A esto hay que añadir una inflación alta –10,67 % en 2015-, una caída de la producción y de las ventas y, por tanto, una recaudación impositiva que cayó de manera aguda, pero no así los gastos. Hay, pues, una crisis fiscal evidente.

La salida de Dilma Rousseff del Palacio de Planalto, en Brasilia, no es definitiva. Fue apartada por seis meses, mientras se desarrolla el juicio político aprobado por el Senado. Pero nadie duda que el resultado final ya está escrito, teniendo en cuenta la relación de fuerzas en el parlamento. En su último discurso, Dilma Rousseff volvió a considerar su apartamiento como un golpe.

Dilma se fue después de 5 años, cuatro meses y 12 días en la presidencia. Le faltaban dos años para completar su segundo mandato. Y su salida pone fin a doce años de gobiernos del PT.

Con Michel Temer vuelve a repetirse por tercera vez la historia de vicepresidentes del PMDB, el partido con mayor implantación territorial de Brasil, que llegan a la presidencia de forma indirecta. El primero fue José Sarney, en 1985, que sustituyó al presidente electo, Tancredo Neves, fallecido antes de poder asumir. El segundo fue Itamar Franco, que sustituyó a Fernando Collor de Mello en 1992, cuando éste renunció antes de ser sometido a juicio político por corrupción. El PMDB apoyó en las últimas cuatro elecciones a los candidatos del PT, Lula y Dilma.

El gobierno provisional de Temer tiene siete ministros de su propio partido, tres del PSDB, que lidera Aécio Neves y el resto de carteras se reparten entre otros nueve partidos. El sistema de partidos en Brasil está sumamente fragmentado, hay 28 con representación parlamentaria y los tres principales, PT, PMDB y PSDB, suman solo 190 diputados de un total de 513, es decir, solo son el 37 % de la cámara baja.

LA OPINIÓN DE JOAQUIM BARBOSA

El ex presidente de la Corte Suprema (2012-2014) y respetado jurista, Joaquim Barbosa, considera que el nuevo presidente provisional, Michel Temer, “no tiene legitimidad para conducir el país” y señaló que lo ideal sería convocar nuevas elecciones, aunque para ello habría que aprobar una enmienda constitucional. Expresó serias dudas sobre el motivo de fondo por el cual la ex presidente fue apartada: “Si la presidente estuviera siendo procesada por el Congreso por su complicidad o ambigüedad en relación a la corrupción avasalladora mostrada en el país en los últimos años, yo no vería ningún problema. Pero no es eso lo que está en cuestión”.

Barbosa sostuvo que el impeachment o juicio político es el máximo castigo para un presidente que cometió un desliz funcional gravísimo. “Se trata de un mecanismo extremo, traumático, que puede sacudir todo el sistema político, provocar odio y rencores y hacer que la población sea aún más refractaria al propio sistema político”, añadió.

Para el jurista, no haber cumplido con las reglas presupuestarias, principal motivo esgrimido en el juicio político a Dilma, no justifica apartar a un presidente. “Tenemos un problema serio de proporcionalidad, pues la irresponsabilidad fiscal es el comportamiento más común entre nuestros gobernantes en todas las esferas. Vean la penuria financiera de nuestros Estados, qué es eso si no fruto de la irresponsabilidad fiscal de los gobernadores”. 

No obstante, el ex presidente de la Corte Suprema no ocultó sus críticas a Dilma Rousseff, de la que dijo que no supo conducir el país, no supo comunicarse con la población y tomó pésimas decisiones, limitándose a gobernar para su grupo político y aliados ocasionales.

PERFIL MICHEL TEMER

Un viejo político brasileño, ya fallecido, Antonio Carlos Magalhães, dijo de él que parecía un mayordomo de película de terror. Su perfil afilado y la mirada inquietante podrían colocarlo perfectamente en una de esas cintas de serie B. Con 75 años y una larga carrera política, Michel Temer es un hombre de bajo perfil, especialista en derecho constitucional y gran lector. Casado con una joven 42 años menor e indudablemente atractiva, nunca tuvo una relación estrecha con Dilma Rousseff, a pesar de ser su vicepresidente. Según el diario Folha de Sao Paulo, Temer suele decir a sus amigos que podría haber sido un gran aliado de Dilma, pero que la presidente prefirió transformarlo en enemigo. Poco antes de la ruptura definitiva, hace unos meses, le escribió una carta en la que decía que había pasado todo el primer mandato como un vicepresidente decorativo, que había perdido todo protagonismo político y que solo era llamado para resolver las votaciones del PMDB y las crisis políticas. Afiliado al PMDB desde 1981, no está del todo a salvo de la Operación Lava Jato, que investiga la corrupción en Petrobrás. Fue citado por alguno de los delatores arrepentidos, pero la justicia no encontró hasta el momento indicios para una acusación formal. 

Brasil se prepara para un ajuste económico tras la salida de Dilma Rouseff