jueves. 28.03.2024
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Parece pensar la Fiscalía que esta semana ha denunciado la campaña de “higenización social” que se estaría produciendo en ciudades como Rio de Janeiro para eliminar de las calles la pobreza, especialmente en aquellas más próximas a los estadios y las zonas turísticas

Brasil se esfuerza por proyectar su mejor cara durante este mundial futbolístico que recientemente ha echado a andar en el estadio Itaquerão de São Paulo. Tanto que en ocasiones llega demasiado lejos. Así al menos parece pensar la Fiscalía que esta semana ha denunciado la campaña de “higenización social” que se estaría produciendo en ciudades como Rio de Janeiro para eliminar de las calles la pobreza, especialmente en aquellas más próximas a los estadios y las zonas turísticas.

Patricia Villela, coordinadora del centro del Ministerio Público encargado de velar por los derechos de la ciudadanía, daba la voz de alarma tras inspeccionar el centro de acogida para sin techo ubicado, conocido como Abrigão da Paciência, en la zona oeste de la ciudad y a 70 kilómetros del centro. Construido para atender a 150 personas, en la actualidad sus instalaciones albergan a unas 463 personas. Además, mientras duró la inspección hasta el local llegaron dos furgonetas cargadas con más personas y se esperaba la llegada de otras tres. En su mayoría se trata de vagabundos y adictos al crack procedentes de Lapa, una de las zonas de ocio más popular de la ciudad, Copacabana, el barrio turístico por antonomasia o los alrededores del estadio de Maracaná.

La masificación del centro está provocando un grave deterioro de las condiciones de vida. Así, según resaltaba la representante de la fiscalía, en los dormitorios convivían enfermos de tuberculosis con otros acogidos e incluso se había comprobado como enfermos de SIDA compartían una misma cuchilla de afeitar. Además,  la enfermería del centro estaba cerrada y que en la misma estaban almacenados unos 300 colchones recién adquiridos, lo que hacía sospechar de que había intención de trasladar al centro a más personas.

“Hay evidencias de que estaría ocurriendo una higienización”, subraya Villela. En este sentido, destaca que la gran mayoría de internados proceden de la zona sur carioca, los barrios más turísticos y de clase media por lo que se preguntaba: “¿Y los residentes en la zona norte que siguen en las calles? ¿Esos no interesan?”. Además, también se habían producido denuncias de violencia durante los traslados.

Estos hechos y las prácticas de “acogimientos forzosos”  no son nuevos. Ya venían siendo criticados duramente desde distintas organizaciones de derechos humanos y, en su último informe, el Comité Popular contra la Copa de Rio de Janeiro insistía en la necesidad de clausurar este centro criticado ahora por la fiscalía. En este sentido, los activistas sociales destacan que el lugar “viene siendo denunciado sistemáticamente denunciado por sus condiciones precarias en extremo, por la práctica de tortura y por su localización problemática en una región  de milicia (grupo parapolicial que controla un territorio) y tráfico de drogas”.

Estas políticas de “higienización” no solo afectan a los sin techo y adictos al crack. Otros colectivos también se están viendo afectados en las últimas semanas, como el de las prostitutas. El Comité Popular contra la Copa también advertía en este sentido de que las obras ligadas a los megaevantos deportivos las expulsó de áreas tradicionales de prostitución, mientras que en Niteroi, a 12 kilómetros de Rio, las detenciones  arbitrarias y los abusos policiales han sido la norma en las últimas tiempos, obligando incluso a realizar una audiencia pública en la Asamblea Legislativa para aclarar los hechos. Estas prácticas se escudan en una supuesta y recurrente vinculación entre macroeventos deportivos y casos de trata de personas o un incremento de la prostitución infantil que, sin embargo, según prostituta y analistas nunca se ha demostrado. Por ello consideran que detrás solo se esconde el afán de los sectores abolicionistas por perseguir y criminalizar la prostitución, una práctica que en Brasil es legal.

En cualquier caso, la cara más dura de esta “higienización social” son las políticas de pacificación impulsadas en las favelas en los últimos años. En este sentido, desde las organizaciones sociales se ha destacado que la implantación de las llamadas Unidades de Policía de Pacificación solo ha perseguido crear un cordón sanitario para aislar de la pobreza a las zonas turísticas, los alrededores de los estadios deportivos y, no en menor medida, la expansión inmobiliaria que suele acompañar este tipo de eventos. La última gran operación en esta línea fue la ocupación militar -con vehículos blindados incluido- de la favela de Maré, situada junto al corredor que conecta los aeropuertos con las zonas turísticas de una Ciudade Maravilhosa donde siguen persistiendo demasiadas sombras de exclusión

Brasil limpia sus calles de pobres