viernes. 29.03.2024
argentina
El jefe de gabinete, Jorge Capitanich, y el ministro de Economía, Axel Kicillof.

@jgonzalezok / Horas después de que el jefe de gabinete, Jorge Capitanich, descalificase como auténtico mamarracho el índice de inflación divulgado por el Congreso, en base a una media de lo que calcularon consultoras privadas, fue presentado el nuevo índice oficial. La cifra para el mes de enero, 3,7 %, es la más alta de los 12 años e incluso es más alta que la de Venezuela -3,3 %-, hasta ahora el país de América Latina con más alta inflación.

Aunque no coincide con las estimaciones privadas, se acerca más a lo que han venido informando estas empresas –una media del 4,6 %- que lo que sostenía el gobierno en estos últimos 7 años. Si el ritmo inflacionario se mantuviese durante todo el año, el 2014 acabaría con más del 40 %.

Desde enero de 2007, cuando se decidió intervenir el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), la cifra oficial de inflación anual estuvo en torno al 10 %. Para este año, la previsión que figuraba en los presupuestos del Estado, era de 9,9 %. A pesar de que el gobierno insistía en esa ficción, aceptaba después negociaciones salariales que doblaban dicha cifra. El descrédito en que cayó la entidad que mide las estadísticas, que tenía un prestigio internacional, provocó que los organismos internacionales no aceptasen sus datos.

El gobierno, contra toda evidencia, mantuvo durante estos años que no había un nivel preocupante de inflación, al tiempo que manipulaba también otras estadísticas fundamentales para cualquier proyección económica, como los índices de pobreza o el crecimiento del PIB. Y además intentó acallar a los economistas o consultoras que hicieron sus propias mediciones, mediante importantes multas, que llevó a que entregaran sus datos a diputados opositores, que hacían una media y divulgaban el resultado.

Apremiado por la crisis y por las reclamaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), que varias veces amenazó con sanciones si no presentaba unas estadísticas creíbles, el gobierno argentino venía anunciando que estaba elaborando un nuevo índice, con nuevos criterios, y a nivel nacional, no como hasta ahora, que medía solo Buenos Aires y el conurbano.

Casi en simultáneo con la presentación del nuevo índice de inflación, el FMI emitió un comunicado tomando nota del mismo. Y añadía que el directorio volverá a analizar el tema de acuerdo al calendario establecido en diciembre del año pasado. Hace un año, el Comité Ejecutivo consideró que Argentina no había hecho los esfuerzos suficientes para mejorar la calidad de sus estadísticas, motivo por el cual hizo una declaración de censura.

En diciembre  pasado se le dieron a Argentina unos plazos para sincerar los índices de inflación y PBI; plazos que van desde marzo de este año a febrero del 2015. La directora gerente del organismo, Christine Lagarde, tendrá que informar al directorio de los posibles avances.

La fiabilidad del nuevo índice tiene que ser todavía probada. Hay sospechas de que la cifra se dibujó, para no estar muy cerca de las consultoras privadas, pero con la necesidad de ser verosímil. Los especialistas señalan que habrá que comprobar dos cosas: el nuevo método y cómo se cargan los datos.

En septiembre de 2012, cuando la manipulación de los índices llevaba ya cinco años y medio, la presidente argentina, Cristina Fernández, se burló de las mediciones paralelas y afirmó: “si la inflación fuera del 25 % anual, el país estallaría por los aires”. Esa era la cifra que daban las mediciones privadas. Un año después la cifra llegó a casi el 30 %.

En la presentación del nuevo índice, el ministro de Economía, Axel Kicillof, descalificó las proyecciones privadas: “son índices que tienen un fuerte contenido político, por eso no espero rigor, porque la idea es decir un número y cuanto más alto mejor”. Para el titular de Economía, lo central es que es un índice nacional: “no es lo mismo lo que consume una familia del norte argentino, que lo que consume una familia del sur argentino, que lo que consume una familia de la ciudad de Buenos Aires”.

Con ser cierta la afirmación, la mitad de la población del país vive en Buenos Aires y el conurbano. La ciudad de Córdoba, segunda en importancia del país, y Rosario, tercera, tienen niveles similares a Buenos Aires. Y muchas ciudades del sur son más caras que la capital del país.

En la oposición coinciden en el dato positivo de que el gobierno ha tenido que admitir la manipulación de las cifras durante estos años. Patricia Bullrich, diputada de Unión por Todos, afirmó: “este sinceramiento avala de manera contundente la estrategia de los diputados, que mantuvimos la verdad durante todos estos años, tanto con las denuncias contra la destrucción del INDEC, como dando a conocer el índice conocido como IPC Congreso”.

El diputado socialista Roy Cortina dijo por su parte que “un IPC que para enero midió un 3,7 % de aumento, ratifica la existencia de un creciente proceso inflacionario, que tanto se ha empeñado en negar el gobierno durante los últimos siete años”.

El presidente del Banco Ciudad, Rogelio Frigerio, consideró positivo que el gobierno empiece a aceptar los problemas, pero añadió: “lamento que luego de reconocer una de las inflaciones más altas del mundo no se haya aprovechado la conferencia para explicar cómo la piensan bajar”.

El sinceramiento del índice real de inflación no debería ser una sorpresa para los sindicatos, que en marzo comienzan las negociaciones salariales. Siempre se manejaron con los datos reales y, de hecho, el año pasado los salarios subieron como media un 24 %, mientras que la cifra oficial de inflación era del 10 %. Pero la subida del año pasado se queda muy corta y ya hay sectores que hablan de un plan de lucha, ante la previsible dureza del sector empresarial.

Argentina sincera parcialmente las cifras de inflación