jueves. 28.03.2024
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Más de 50 mil despidos en 3 meses, represión, persecución ideológica, endeudamiento, tarifasos, designaciones arbitrarias, colocación de jueces por  decreto y medidas que benefician a los sectores económicos concentrados, son apenas una muestra de la cruzada neoliberal y antidemocrática iniciada hace tres meses por el flamante y procesado presidente Mauricio Macri


Autoproclamado adalid de los más puros valores republicanos -sobre los que enfatizó hasta el hartazgo durante su campaña presidencial- Mauricio Macri ha vulnerado el Estado de derecho de una manera brutal. La represión hacia los trabajadores, la criminalización de la protesta social, los Decretos de Necesidad y Urgencia que lo urgían allá por el mes de enero y que lo hicieron firmar en un mes más de los que firmó su antecesora en ocho años, representan el peor retroceso en la historia de la democracia argentina.  

Sin embargo y a pesar de las clarísimas muestras de su desprecio por la democracia, el nuevo presidente argentino pretende demonizar el proceso de gobierno anterior, insistiendo en la corrupción que lo caracterizó, en el mal uso del dinero público y en el despilfarro que, según su criterio, llevaron al país a la situación de emergencia de la cual saldremos gracias a su pericia y su buena relación con el Fondo Monetario Internacional, organismo usurero que ahora volverá a cederle al país nuevos y grandiosos créditos con los que “nuevamente volveremos a ser potencia mundial”. Nada dice el presidente acerca de la pesada herencia que este mismo modelo le dejó al país, nada dice de la miseria en la que este mismo Fondo sumergió a los más necesitados, nada dice acerca del abandono que debieron padecer las clases más necesitadas en pos de que el gobierno cumpliera a rajatabla con los requisitos establecidos. Nada dice acerca de las consecuencias que padeceremos debido a este endeudamiento brutal que nos ha impuesto con el fin de aplicar su tan mentada receta neoliberal, nada dice de esta venta extraordinaria que ha hecho a costa nuevamente del sacrificio de los más vulnerables; muchos de los cuales, pobres ilusos, le dieron su voto quizás creyendo que Neoliberalismo era compatible con esa vil promesa de campaña con la cual se llenó la boca: Pobreza Cero.

Durante el mandato anterior los medios hegemónicos de Argentina promovieron más de 1.400 portadas en las que la “dictadura kirchnerista” era la responsable de todos los males que se cernían sobre el país; aunque un gran porcentaje de dichos males sólo afectara precisamente a los poderes económicos concentrados, entre los que el Grupo Clarín -promotor del desprestigio de Cristina Kirchner y actor fundamental del triunfo de Macri- era el ejemplo más concreto. De modo que no es casual la derogación de la Ley de Medios, la intervención ilegal del órgano que la tutela y el desmantelamiento del sistema de medios públicos que el nuevo presidente consideró “urgente”; acciones clásicas de las dictaduras que ha padecido el país a lo largo de su historia.  Cabe señalar que el nombramiento de los jueces por Decreto de Necesidad y Urgencia generó un escándalo de tal magnitud que debió ser retirado, presionado en parte por el fallo en contra de un juez federal. Sin embargo, en lo que respecta a la Ley de Medios, Mauricio Macri ha hecho caso omiso de otro fallo semejante, típico accionar de las dictaduras más deleznables.

En su accidentada lectura del pasado 1 de marzo en el Congreso de la Nación, con motivo del inicio de las sesiones ordinarias, el nuevo presidente argentino volvió sobre la “herencia” que deja el kirchnerismo. Con dificultades para leer en su propio idioma, el presidente dedicó veintidós de los sesenta minutos de oratoria a la ex presidenta Cristina Kirchner. “Clientelismo, despilfarro y corrupción” fueron, según lo que le habían escrito sus asesores, los tres factores que derivaron en esta Argentina a la que ahora él pretende reorganizar endeudándola, ejecutando miles de despidos, encarcelando a opositores, criminalizando y reprimiendo la protesta social, y colocando al frente de ministerios y secretarías de enorme relevancia a ex gerentes de Shell, Techint, HSBC, General Motors, Telecom, LAN, Banco Galicia, JP Morgan, Citibank, Telefónica, Coca-Cola, Deutsche Bank, Grupo Clarín, Pan American Energy, entre otras grandes empresas, colaboradoras directas, la mayoría de estas -al igual que la de su padre- con la más sangrienta dictadura que asoló al país entre 1976 y 1983.  (Nada dijo Mauricio Macri acerca de esa deuda que contrajo el país durante esos años y que finalmente saldó el gobierno anterior. Deuda de empresas privadas entre las que la estrella era la del Grupo Socma, casualmente propiedad del progenitor del presidente Mauricio.

Cadenas televisivas de América Latina y el mundo retransmitieron el discurso del nuevo presidente electo con motivo del inicio del año legislativo. Sin embargo ningún medio mostró cómo la policía macrista reprimía con balas de goma y gases lacrimógenos a un grupo de empleados bancarios que se manifestaban por los despidos que está sufriendo ese sector, y por las modificaciones en el impuesto a las ganancias que afectará a miles de trabajadores.

El cerrojo mediático impide conocer qué es lo que realmente está sucediendo en esta nueva y nefasta etapa que vive el país. Durante la última dictadura cívico-militar, fueron los medios extranjeros los que, aprovechando la oportunidad de la Copa Mundial de Fútbol de 1978- dieron voz a un grupo de madres que suplicaban por el esclarecimiento de la desaparición de sus hijos. Sin embargo, y a pesar del esfuerzo en pos de ocultar lo que ocurre en el país, medios extranjeros como ETC de Suecia o el Cartamaior de Brasil, no dudan en titular que “Macri es una amenaza para la democracia Argentina”; o que “Argentina oscila entre una crisis de gobernabilidad y una dictadura mafiosa”.

La 'alegre' dictadura macrista