viernes. 29.03.2024
PERSPECTIVAS LATINOAMERICANAS | ANA INéS LÓPEZ

Agitar el mito para ocultar los hechos

Según el diccionario de la Real Academia, el término “mito” tiene variadas acepciones: desde “narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico” hasta “persona o cosa rodeada de extraordinaria estima”, pasando por otras variaciones.

Está claro que para la oposición, en este caso antichavista, demasiado enceguecida para reconocer los datos que aporta una realidad tozuda, el compañero presidente comandante Hugo Chávez responde a la primera acepción: un “relato” imaginario y fuera del tiempo, una invención de sus pasmosamente numerosos seguidores, todos partícipes de una especie de delirio colectivo. Estupendo: que sigan así mientras el topo de la historia continúa avanzando y los votos siguen confirmando una voluntad popular sin paliativos.

Porque está claro que no sólo “delira” el pueblo venezolano. La “enfermedad”, esa pretensión insensata de que las mayorías vivan con dignidad y que las naciones sean respetadas en el escenario internacional, ha resultado muy contagiosa. No es un fantasma que recorre Europa, sino un fenómeno bien real que atraviesa América Latina. Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay y una Cuba que poco a poco va saliendo del frío de una posguerra que la condenó a una resistencia tan dura como solitaria, muestran los signos inequívocos de una decisión de cambiar sus destinos, de construir una democracia inclusiva cuyas características no están predichas en los libros de análisis político a la usanza del siglo pasado. Y cabe esperar que este año se sume Chile, con Bachelet a la cabeza; que Paraguay y Honduras puedan ir recuperando la senda, tras las destituciones fraudulentas pergeñadas por los poderes fácticos de adentro y de afuera; y que Perú, Colombia, México y los demás países de la región vayan encontrando el rumbo, desde sus propias historias, con sus características singulares que hemos aprendido a respetar.

Por otra parte es cierto que, en la acepción menos conocida del vocablo “mito”, el compañero presidente comandante Chávez es un líder que se ganó “una extraordinaria estima”, dentro y fuera de su país, con hechos abrumadoramente humanos.

Dentro, por ejemplo, llevando a Venezuela a pasar de un PBI de 91.000 millones de dólares en 1999 a 320.000 millones en 2012, con una tasa de crecimiento del -6% entonces al 5,5% ahora; una deuda pública del 49,8% al 28,6%; un desempleo del 14,9% (1999) al 5,9% (2012).

A diferencia de las épocas anteriores de asociación excluyente de socialcristianos y socialdemócratas, en los 14 años de su gobierno la riqueza del país se distribuyó al punto de que la inversión social en relación a los ingresos del sector público se elevó del 36,9% entonces al 60% ahora; los hogares pobres según ingresos pasaron del 43,9% (1996) al 26,7% (2011); y los hogares por debajo de la línea de indigencia, del 17,1% (1996) al 7% (2011). Según el PNUD, el índice de desarrollo humano pasó del 0,633 en 1996 al 0,735 en 2011.

En educación, la tasa de analfabetismo descendió del 9,1% en 1999 al 4,9% en 2011. Las tasas de escolaridad, en el mismo período, subieron del 86% al 96% en la primaria; del 47,7% al 73,3% en la secundaria; y las matrículas universitarias, de 785 mil a 2.340 mil.

El acceso al agua potable se extendió del 80% de la población en 1998 a más del 95% en 2012, a través de la construcción de 52 depuradoras nuevas y la rehabilitación de otras 35. Se incorporaron 25 plantas nuevas de aguas servidas, lo que extendió el tratamiento del 9% al 36%.

Desde el inicio de la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV-2011/2012), a mediados de agosto de 2012 se habían entregado 242.585 viviendas, que corresponden al 69% de la meta trazada para el período, distribuidas en todos los Estados que conforman Venezuela.

Cualquier indicador social que se tome muestra un avance sin precedentes en el bienestar de la población a tal punto que Venezuela es uno de los países que más se ha acercado al cumplimiento de las metas del milenio establecidas por Naciones Unidas para el período 2000-2015: acceso al agua potable, seguridad alimentaria, erradicación de la pobreza extrema, promoción de la equidad de género y de autonomía de la mujer; universalización de la educación básica; reducción de la mortalidad infantil y materna; combate del VIH/SIDA, malaria y otras enfermedades endémicas; seguridad de la sostenibilidad ambiental y promoción de la asociación mundial para el desarrollo, entre otras.

Tras los números hay cientos de miles de personas y familias que han visto transformadas sus vidas cotidianas y que han aprendido que no se trata de dádivas ni de “derrames” sino de derechos. Eso es la “marea roja” que inundó las calles de Venezuela, en las campañas electorales, primero; para despedir a quien, rompiendo con usos y costumbres de exclusión, posibilitó el camino para recuperar el orgullo de ser humanos, ahora.

El camino del sumak kawsay, antigua voz de los pueblos quechuas para nombrar el buen vivir, se ha puesto en marcha en América Latina de la mano de líderes sorprendentes. Un proyecto abierto, en debate, que rompe con muchas categorías del pensamiento occidental hegemónico al incorporar voces demasiado tiempo acalladas. Eso es lo que está en juego, un proyecto humano, increíblemente humano. Y es altamente improbable que los pueblos se lo dejen arrebatar.


mito1.

(Del gr. μῦθος).

1. m. Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad.

2. m. Historia ficticia o personaje literario o artístico que condensa alguna realidad humana de significación universal.

3. m. Persona o cosa rodeada de extraordinaria estima.

4. m. Persona o cosa a las que se atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen.

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