jueves. 25.04.2024
Residentes argentinos participan en un "cacerolazo" contra la política económica y social de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en la plaza de Columbus Circle, frente al hotel donde se hospeda Fernández en Nueva York.
Residentes argentinos participan en un "cacerolazo" contra la política económica y social de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en la plaza de Columbus Circle, frente al hotel donde se hospeda Fernández en Nueva York

El viaje de Cristina Fernández a EE.UU. para intervenir en la Asamblea General de la ONU y hablar en dos universidades (Georgetown y Harvard), trajo dos novedades importantes, no exentas de polémicas. En primer lugar, dio una conferencia de prensa formal, la primera desde el 15 de agosto de 2011. La segunda, negó enfáticamente que la inflación sea la que sostienen consultoras privadas, algunas provincias que tienen su propio índice, el FMI y hasta la revista The Economist.

Desde que el gobierno decidió en 2007 descabezar al INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), los datos estadísticos de Argentina entraron en una fase de falta de credibilidad, que se alimenta día a día. Según los datos oficiales, el país tiene una inflación del 10%, pero prácticamente nadie acredita que sea menor al 25%. El Fondo Monetario Internacional acaba de advertir a Argentina que si en tres meses no mejora la calidad de sus estadísticas puede sufrir sanciones, que no especificó.

La presidente Cristina Fernández, de gira en EE.UU. ha desacreditado las mediciones privadas, afirmando que “si la inflación fuera del 25% el país estallaría por los aires”. Admitió que hay algo de inflación, pero no “las cifras inconsistentes y absurdas que algunos publican”. Aseguró que las estadísticas oficiales son “científicas y profesionales”. Y señaló que el gobierno argentino tiene metas de crecimiento, no de inflación.

Sus palabras suscitaron inmediatas reacciones en Buenos Aires. Diversos economistas entrevistados por algunas emisoras de radio coincidieron en señalar que la magnitud de la inflación argentina se demuestra con los cifras de recaudación, especialmente por el IVA, las mediciones que hacen algunas provincias –otras dejaron de hacerlo por presiones de la Casa Rosada- los aumentos a jubilados y los contratos colectivos de trabajo, que han conseguido aumentos en torno a la cifra del 25%. El ex diputado socialista Héctor Polino señaló que, con estos convenios, si la inflación fuera la oficial sería un caso único en el mundo desde que existe el capitalismo en el que los trabajadores logran una recuperación así de su salario.

Situar la inflación en el 10 % le permite al gobierno falsear las cifras de pobreza y miseria. Le permite sostener, por ejemplo, que se puede comer por 6 pesos diarios. En cualquier supermercado de Buenos Aires, un litro de leche ya cuesta 4,4 pesos y un kilo de pan ronda los 9 pesos. Esta manipulación de los datos sirve también para pagar a la baja algunos bonos ligados a la inflación.

En el caso de la pobreza, se estima que la manipulación de los datos esconde a más de cinco millones y medio de pobres y 1,3 millones de indigentes. Los datos oficiales dicen que en el país hay 6,5% de pobres y 1,7% de indigentes. La respetada encuesta del Observatorio Social de la UCA (Universidad Católica Argentina), por el contrario, arroja que el 21,9% de los argentinos serían pobres y 7,8% indigentes.

La mandataria argentina también puso en duda que la inflación real de los EE.UU. sea del 2%. Pero hace algo más de un mes y medio, coincidiendo con una conferencia en Buenos Aires del Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, Cristina Fernández aceptó de manera implícita la manipulación de las estadísticas. Ante la afirmación de Stiglitz de que el gobierno norteamericano evitó en el 2008 la quiebra bancaria en su país al fijar el valor de sus activos en un nivel intermedio, entre el mercado y el contable, la presidenta afirmó: “si vamos a truchar (falsear), truchamos todos”.

La presidente argentina puso también en duda las estadísticas de España, Grecia, Portugal e Inglaterra. “Hay un ensañamiento con Argentina, porque somos el mal ejemplo, somos el mal alumno que dijo no a todas las recetas que nos quisieron imponer desde 2001”, afirmó.

Un argumento a su favor fue que en el presupuesto de la ciudad de Buenos Aires, en poder del opositor PRO (derecha), se calculó el índice de inflación tomando las cifras oficiales del INDEC.

La otra novedad de esta gira presidencial fue el primer contacto con los medios argentinos en más de un año. La última conferencia de prensa formal la había dado el 15 de agosto del año pasado. Antes del encuentro con la prensa, respondió a un alumno de la universidad de Georgetown: “no lo veo a Obama dando conferencias de prensa (sic) y cuando hay, el periodista pregunta y Obama responde y listo. En Argentina si no les gustan las respuestas, gritan, opinan, una vez patearon una puerta de la Casa de Gobierno porque no les gustó una respuesta”.

También dijo que en Argentina no hay una prensa independiente. Y que hablaba permanentemente con los periodistas acreditados en la Casa Rosada. Esta afirmación suscitó una inmediata desmentida de estos periodistas, mediante un comunicado que firmaron hasta los informadores de medios oficialistas, recordando que la primera vez que Cristina Fernández acudió a la sala de prensa de la casa de gobierno fue en mayo de este año, y a la primera pregunta incómoda se dio media vuelta y abandonó el lugar.

Los periodistas acreditados en la Casa Rosada reiteraron la necesidad de que, tanto la jefe del Estado como sus ministros, den cuenta de sus actos de gobierno: “reclamamos conferencias de prensa y libre acceso a la información pública”. Exigen información sobre la agenda presidencial y una mayor libertad dentro de la casa de gobierno, que les permita acceder a los asistentes a los actos o invitados al despacho presidencial.

En esta misma gira norteamericana, al ser abordada al pasar por una periodista del canal oficial de televisión, no quiso responder sobre los lineamientos que daría en su intervención en la ONU. Al insistir con otra pregunta, sobre si habría reunión bilateral de cancilleres con Irán, la fulminó con una mirada y simplemente dijo: “¿otra vez?”. La respuesta vino después de responder amablemente y con sonrisas a uno de los integrantes del programa televisivo de humor Caiga quien Caiga, que son los únicos que tienen cierto acceso a la mandataria.

“Si la inflación fuera del 25%, el país estallaría por los aires”