viernes. 29.03.2024

Ya decía Keynes que, sin darnos cuenta, somos deudores de pensadores cercanos a nosotros en el tiempo. Esa influencia inconsciente  de las ideas que recibimos, que va formando parte de nuestra forma de interpretar el mundo que nos rodea, puede, o no, convertirse en consciente. Será consciente si buceamos en  nuestra memoria en nuestras experiencias y en el mundo que nos rodea para reflexionar y sacar conclusiones. Y efectivamente, esa primera actitud construida por nuestro entorno y nuestra relación con él, de forma no reflexiva, nos puede llevar a interpretaciones espontáneas, desconociendo sus fuentes,  que consideramos propias y consistentes.

Una de esas fuentes, más peligrosa por sus orígenes inocentes, es la cuentística. Un cuento es un relato que se realiza habitualmente en familia, rodeado de cierta confianza y seguridad y siempre persigue un objetivo moral con una pretensión pedagógica. La mayoría han tenido su origen en un entorno rural y han tenido una transmisión oral. Son los cuentos cuyo protagonista malvado, astuto, peligroso, horrible suele ser un animal que acecha en el entorno y al cual se persigue hasta su eliminación. José Agustín Goytisolo nos “despertó” paradójicamente contraponiendo el lobito bueno al lobo feroz. Y con resistencias hemos ido pasando de una concepción frankensteiniana a una de protección del equilibrio de la naturaleza. Pero el lenguaje tiene algunas veces más vida de lo que pensamos y de su objeto primero.  En una celdilla de nuestra memoria lejana mantenemos la historia de caperucita, la abuela, la soledad infantil del camino en el bosque y el lobo mentiroso que nos engaña para comerse a la abuela y la merienda.

La eficacia ha quedado sobradamente demostrada en distintas situaciones: , ¡Que vienen, que vienen! Ante los cuerpos y fuerzas; ¡que vienen los rusos! ¡Que nos vienen los inmigrantes! ¡que viene la Inspección¡ ¡que vienen los comunistas¡ ¡que viene el lobo!

Sin embargo los comunistas siempre hemos estado, no hemos necesitado venir; siempre formando parte de la sociedad. Estábamos en primera línea para luchar contra el golpe militar defendiendo la II República, estábamos en la dictadura para defender  las libertades y seguimos estando ahora para defender a la sociedad de la corrupción, para conseguir una condiciones de vida dignas, para conseguir una sanidad pública, una educación pública, unas pensiones dignas, una justicia justa, una banca pública y para reducir las desigualdades de todo tipo, a través de un sistema fiscal no regresivo.

Nosotros somos quien somos (Gabriel Celaya). Otros han estado embozados, ocultos, disfrazados, observando disimulados desde la oscuridad para intervenir en el momento oportuno para ellos.

Y cuando gobernamos tratamos de conseguir lo que proclamamos. Con más o menos aciertos pero con una voluntad clara. Salario mínimo interprofesional digno, políticas fiscales progresivas, redistribución de la riqueza y una administración de lo público, basada en el concepto de servicio a la ciudadanía y no al servicio de los administradores y de sus partidos.

Hoy el Gobierno de coalición con el PSOE nos permite visibilizar a muchos comunistas que desde la honestidad y sin alharacas muestran todos los días esa voluntad de servicio que hemos demostrado tener siempre. Porque los comunistas no acabamos de llegar: Siempre hemos estado ahí, poniendo el hombro, no la mano.

¡Que no nos vengan con cuentos!

¡Que vienen los comunistas!