miércoles. 24.04.2024
Salón-de-plenos-del-CGPJ-copiabbb
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Hay jueces que llegan al Tribunal Supremo por méritos judiciales. Son los menos. Los hay que llegan por méritos gubernativos. Y los hay que llegan por razones desconocidas o razones que más valiera desconocer. Esperemos que éstos últimos sean los menos.

En mi opinión sólo deberían llegar los primeros, pero tampoco se puede caer en la ingenuidad. El aforismo de que “todo el tiempo que uno dedica a trabajar no sirve para promocionarse” se impone en la realidad judicial de una manera tan aplastante que es menester acumular extraordinarios méritos de trabajo para alcanzar la meta.

Respecto de los méritos gubernativos resulta difícil de entender: hay puestos judiciales en que prima lo gubernativo, la gestión (Presidencias de Tribunales y Vocalías del CGPJ, fundamentalmente) y puestos cuyo contenido fundamental es jurisdiccional. Se puede ser muy buen Juez y no saber gestionar. Y al revés, se puede ser un magnífico gestor y un pésimo juez. En cualquiera de los casos, entre las sendas, caminos y carreteras que conducen a un Magistrado a la Presidencia del Tribunal Supremo, hay una auténtica autopista de peaje: empieza en una Dirección General de la Administración del Estado, sigue por un nombramiento como Magistrado del T.S. y se llega a Presidente de éste. Y la ruta no acaba ahí. Normalmente.

De los que ascienden por razones desconocidas, permítanme reservarme para otro día y otro artículo.

 Las cuestiones individuales, los concretos nombramientos son incuestionablemente importantes pero, en términos sociales, más relevantes son los resultados globales, las líneas generales y las tendencias históricas. Y desde lo concreto y personal nada hay que oponer a los recientes nombramientos del C.G.P.J. para las diferentes Salas del T.S. Se ha nombrado una mayoría de Magistrados progresistas a la Sala de lo Penal (2 a 1); se ha nombrado a una mujer, por primera vez, progresista además, para la Presidencia de la Sala de lo Social; y otro Magistrado progresista para la Presidencia de la Sala de lo Militar. Cuatro nombramientos progresistas frente a dos conservadores. Tampoco el nombramiento de Magistrados conservadores puede en sí mismo considerado, desde lo concreto, insistimos, ser valorado como negativo. Y entrar en el juego de la desacreditación ad personam, es un juego que, llevado a sus extremos, puede conducir a la demogogia.

Si vemos la cuestión a vista de pájaro. La cosa varía ¿por qué?

1.- Porque la Sala de lo Militar, ni siquiera cuenta a efectos del cómputo del poder. Si bien es cierto que el último Presidente, era conservador, el lobby politico-judicial conservador no ha tenido nunca inconveniente en ceder la Presidencia de esta Sala a jueces progresistas (Xiol, Juanes…). Bueno sí, cuenta porque en los “inevitables cambios de cromos” una Presidencia de Sala, aunque sea la de la Sala de lo Militar, es una Presidencia.

2.- Y lo mismo puede decirse de la Sala de lo Social aunque cuenta algo más pero no mucho. Algo menos que la de Civil, en la que se debaten los grandes temas bancarios y de contratación en masa, pero muchísimo menos que las Sala 2ª de lo Penal y  3ª de lo Contencioso Administrativo.

3.- Porque es en estas Salas 2ª y 3ª donde se toca poder de verdad. La Sala 3ª tiene encomendado el control, para bien o para mal, de la Administración General del Estado y el Gobierno. Y también de los Acuerdos del Consejo General del Poder Judicial. Por eso ahí siempre hace falta un amigo. Es la teoría del controlador controlado. Y la Sala 2ª de lo Penal es siempre vital ya que enjuicia, en primera instancia o en recurso, a aforados, corrupción política, rebeliones y sediciones, gürthels, kitchens, bankias, botines y parots, etc.

¿Cuál es la situación actual respecto de estas dos Salas? Abrumadora mayoría conservadora en las Salas de lo Penal y lo Contencioso, ambas con Presidente conservador, que es un valor añadido porque el Presidente organiza y reorganiza las Secciones que son las que en realidad ejercen la jurisdicción;  indirectamente determina quién es el Presidente de las Secciones porque aunque es un cargo que se asigna al más magistrado más antiguo, se puede ser el más antiguo en una Sección y no serlo o ser el más joven en otra, simultáneamente; porque Presidentes de Sala y Presidentes de Sección tienen voto de calidad para caso de empate; y porque la Presidencia de Sala además puede recabar un asunto para que en lugar de ser conocido por la Sección lo sea por la Sala en Pleno, por todos los Magistrados. En la Sala de lo Penal la cuestión sigue siendo escandalosa porque de un 10 a 2 hemos pasado a un 8 a 4 con Presidencia conservadora, además.

Carlos Lesmes, en  un cargo caducado y prorrogado por el bloqueo del PP, sus supporters, aprovecha esa negativa (ha impulsado 43 nombramientos de cargos judiciales de los que 12 son al Tribunal Supremo, desde que caducó el Consejo) mientras dice con la boca pequeña que debería renovarse.  Al tiempo se erige en ariete contra el Gobierno sumiso al PP de Casado (entrega de despachos, manipulación de la Corona, etc.). Podía no nombrar como quería el sector progresista o nombrar como quería el sector conservador. Su opción, una tercera vía. Sorprendente.

Nombrar como querían los conservadores pero nombrar a una mayoría progresista (de los 6 nombrados, 4 lo son). Jugada maestra con la que:

1.- Rompe la unidad del sector progresista en el CGPJ ya que dos vocales votan en contra de los nombramientos y el resto no se pudo resistir al caramelo de nombrar a cuatro progresistas. Estrategas contra tácticos.

2.-Rompe la unidad del sector social progresista: levanta la discordía entre los partidos políticos progresistas (PSOE-UP) y las asociaciones judiciales (fundamentalmente JJPD).

3.- Rompe la unidad en este punto entre los partidos políticos progresistas que integran el Gobierno de coalición (PSOE y UP), que ya han manifestado posiciones encontradas. Reacción más radical de UP, mientras PSOE mantiene la esperanza de un retorno al bipartidismo histórico. Aún confía en que Casado baje del monte y desbloquée las renovaciones.

4.- Da jaque al PSOE que tiene que mover pieza proponiendo una reforma de la LOPJ que permitiera incluso la no ratificación retroactiva de esos nombramientos (¡!), que le deja en terreno de nadie y fuera de juego.

5.- Desvía la atención sobre la cuestión fundamental, que es la falta de renovación del CGPJ y otras instituciones del Estado y la estrategia oportunista y anticonstitucional del PP, en un momento en que hasta el Consejo de Europa ha reclamado dicha renovación.

6.- Y de paso,  coloca vitaliciamente en la Sala 2ª del Supremo a un candidato al que el sector progresista jamás habría votado (Angel Hurtado) y excluye al odiado y vetado para siempre jamás por el sector conservador, Ramón Sáez.

Y todo ello, sin coste inmediato alguno. Porque, en definitiva, desde el punto de vista de los intereses generales, nada cambia bajo el sol en el CGPJ. Todo bajo control. Todo bajo el mismo control.

Tanto para Lesmes y tanto para el PP.

Pero si el PSOE saca adelante la Reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial y consigue la rebaja de la mayoría precisa para renovar el Consejo, el PP habrá perdido el set porque se habrá acabado el jueguecito de que sólo es posible renovar el CGPJ cuando el PP gana y cuando no gana se bloquea. Esa reforma legal no vulnera la Constitución porque esta sólo exige mayoría de tres quintos de las Cámaras para los vocales extraídos de “abogados y otros juristas de reconocida capacidad” pero no para los de procedencia judicial.

Si prospera la reforma,  y parece que ya podría haberse construido una mayoría absoluta de 187 diputados, el PP habrá perdido el set. Pero en todo caso Lesmes que fue elegido Presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo con el placet de Rubalcaba,  perdería el partido. Definitivamente. Porque no habrá cargo después del cargo. Vida después de la vida.

Tanto, set y partido en el CGPJ