jueves. 28.03.2024
pablo casado

Las declaraciones y actitudes contradictorias del presidente del Partido Popular generan incertidumbre entre analistas políticos y medios de comunicación. Su adelante y su atrás provocan desordenados comentarios sobre su idoneidad para dirigir el partido mayoritario de la derecha e, incluso entre los más exaltados, dudas respecto de la salud mental del amado líder.

No me atrevo yo a apostar por ninguna de las hipótesis, si es válido para gestionar una organización tan conservadora y pesada o si no lo es debido a deficiencias cognitivas. Desafortunadamente sus resultados académicos están descalificados como indicadores de su inteligencia natural. A falta de otras pruebas sobre su entereza intelectual, cabe interrogarse sobre su sagacidad, segunda característica de las mentes creativas. Y aquí, sin mostrar cualidades homéricas, sí que encuentro rastros de una vivacidad digna de mención. Su adaptación al so y al arre no se deben a un caprichoso ir y venir. Creo que más bien se deben a que no tiene clara cuál va a ser la dirección que las políticas conservadoras mundiales van a elegir como salida del atolladero en el que se hallan, y eso le provoca cierta angustia.

El mundo conservador al que se debe Pablo Casado, tiene el corazón ideológico partido entre dos opciones que se manifiestan en las alternativas que representa la elegante democracia cristiana europea por un lado y las opciones autoritarias del partido republicano USA por otro. Ambas se encuentran en un atolladero, han defendido a muerte posiciones mercantilistas neoliberales que han fracasado estrepitosamente provocando la crisis financiera más destructiva de la historia en el 2008, y peor aún, incapaces de gestionar una crisis sanitaria, antesala de futuras crisis planetarias. Se encuentran atónitos y confusos como boxeadores noqueados en el rincón protector del cuadrilátero, groguis y aterrados manoteando imprecisos. De ahí los ataques lanzados contra el IMF y el Banco Mundial, sus últimas opciones para parecer estar al frente de algo y evitar que Georgieva diga hasta aquí hemos llegado, no tiene sentido seguir sufriendo golpe tras golpe, ahí va la toalla.

Pero resisten, no tanto por pundonor, como por la convicción de que quizás un golpe de suerte les puede mantener en liza. Las iniciativas conservadoras filofascistas enraizadas en el autoritarismo y la farfulla de la woke up culture han puesto en marcha una táctica suicida, golpe de suerte o al suelo a recibir la cuenta de protección. Y Casado está como esos segundos que dan aire al púgil mientras recibe consignas del entrenador, pero no tienen nada que aportar, anima mientras éste se mantenga en pie, si cae, ya buscará otro ídolo al que vender su voluntarioso hacer.

Heredó un partido que parecía alistado a las formas cabales de las democracias asentadas, pero bien porque se lo pidiera el cuerpo, bien porque el coach Aznar impusiera su estilo de combate, mete de hoz y de coz al gorrila Casado a dar aire a una línea política en descomposición. Trump ante los tribunales de lo civil y de lo penal. Bolsonaro ídem, Johnson pidiendo la hora, hasta los fajadores de lucha libre, Orban, Erdogan, Duterte y Gavilla, buscando salida con sus fintas populacheras.

Pinta mal, él lo sabe, pero se anima y se dice que quizás se produzca ese inesperado golpe de suerte y todo vuelva a la normalidad deseada de dios, patria y mercado. Sería tan bonito, se relame ¡mira que si por lo que sea pasara y va el maulas de Abascal y se lleva el premio! No, aguantemos y si, finalmente el neofascismo cae a la lona, yo digo que pasaba por aquí, que no se nada, que estoy dispuesto a pactar lo que sea, que soy razonable y punto pelota. Después de todo, todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad ¿no?  

¿Y cuál sería esa segunda oportunidad?, pues la de tratar de convertirse en persona responsable, practicar algunas de las recomendaciones del vademécum conservador civilizado, distanciarse de quienes atentan contra los valores conectados al progreso. Libertad económica sí, pero respeto a los derechos fundamentales de las personas también. O sea, más mercado y menos patria, más orden y menos coerción, más libertad y menos exclusión.

El caso es que esto le suena bien, estaría al alcance de sus posibilidades, pero y si triunfan los otros, los del palo y tentetieso, los de la discriminación y la criminalización de todos los que no sean puros. Casado se retuerce las manos. Lo de Merkel le tienta, pero alza la vista y ve a Aznar. Ya tenemos el lío se dice. Y de repente se le ocurre la solución, ¿por qué no un poco de todo? Conque soy un lerdo, eh. Esto es genial, propio de un ser particularmente dotado, voy a organizar otra convención para realzar esta vis de político sagaz que acabo de descubrir y…

Una voz femenina de origen desconocido y tono chulesco le dice: eres un tramposo inseguro, esto no va a quedar así, Madrid será la tumba del indeciso.

Tan sólo un tramposo inseguro