sábado. 20.04.2024
ABC
Portada del ABC del 2 de mayo de 2022.

En el primero de mayo de este año, tenía previsto asistir junto con un grupo de colegas a la manifestación de los sindicatos mayoritarios y de clase como es habitual a pesar del puente y de las tentaciones de salir de la urbe. Hemos participado para reivindicar más derechos y mejorías en las condiciones de los trabajadores y las trabajadoras, pero también para celebrar algunas conquistas nada desdeñables para los tiempos que corren.

Debo confesar, que teníamos recelos sobre el grado de participación, de hecho lo hemos comentado a la hora de fijar el lugar y el horario de nuestra cita. Esta suspicacia no es nueva, se asoma cada año porque el primero de mayo en Madrid coincide con las fiestas del 2 de mayo, y si casa con el fin de semana como este año, el recelo se convierte en incertidumbre, y si además el parte meteorológico acompaña, la gran evasión se hace ineludible.  

No obstante, grata fue nuestra sorpresa al comprobar una digna multitud de trabajadores y trabajadoras en un desfile lleno de colores, de voces y de bullicio a lo largo de la Gran Vía hasta la Plaza de España. Nuevo recorrido con longitud y anchura suficientes para dirimir cualquier duda sobre los datos de afluencia.  

Esa muchedumbre por lo visto ha desagradado a más de uno, particularmente a los que llevan tiempo denigrando a los sindicatos y a los trabajadores y trabajadoras, sindicalistas y sindicados y su capacidad de convocatoria. Lamento la frustración padecida por los agüeros de malos presagios por esa apreciable participación en un día en el que se han mezclado las ansias de ensalzar las conquistas con la voluntad de seguir peleando por la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de todos los trabajadores y trabajadoras.

Un histórico periódico conservador (1) lleva tiempo formando parte de esos agüeros y que no le importa en esa diatriba mezclar “las churras con las merinas”  sin vergüenza ni rubor con tal de dar el cante y de paso el gusto a sus tutores y patrocinadores. “Los sindicatos pierden el pulso de la calle” titula en su portada el 2 de mayo con un artículo de dos páginas en la sección de economía adornado con imágenes bien seleccionadas para la ocasión. Leyendo el artículo, la primera deducción a la que he llegado, es que la periodista no asistió a la manifestación, y si estuvo  padece de un serio problema ocular, parecido al del piloto de motos Marc Márquez pero a la inversa. La segunda deducción es que lo tenía escrito en fase estambay. La tercera deducción, en el contenido cae en más de una contradicción y en una más que flagrante falta de rigor. Gran parte del mismo lo ha construido sobre un informe de la OCDE y una entrevista a un profesor del IESE del Business School instituto que destaca por su filiación pro conservadora y pro empresarial.

La autora afirma que “la afiliación que desde los primeros años de la democracia se ha mantenido en niveles relativamente bajos, con el pico más elevado a mediados de los años noventa”. Esta frase por sí sola contradice la argumentación sobre la que ha basado su artículo, y desde luego desmonta el perverso titular del mismo, porque el propósito era desde el inicio desacreditar a los sindicatos y con ello sus legítimas reivindicaciones como las cláusulas de revisión salarial en los convenios para garantizar el poder adquisitivo de los trabajadores por culpa de una galopante y inesperada inflación. 

Sin embargo, la cúspide de la contradicción la alcanza cuando en otro lance del artículo reconoce que “la inflación no es exclusiva de España” y que tampoco lo es “la crisis de afiliación sindical”. Meros intentos de esparcir más confusión a la desinformación.   

El otro protagonista del artículo, el profesor del IESE se ha centrado en lo que denominó la batalla sindical por el poder frente a la patronal especialmente. Redujo el objetivo de los sindicatos de clase en la recuperación del terreno perdido por culpa de la reforma laboral del 2012 del PP de Mariano Rajoy que despojó a los sindicatos, en una operación urdida con los empresarios, de un instrumento  clave en su capacidad de presión  como son los convenios de sector. Dicho de otra manera, no le ha hecho ninguna gracia que los sindicatos hayan recuperado protagonismo en su tarea y obligación de representar y defender a todos los trabajadores y trabajadoras, afiliados o no, porque las organizaciones sindicales mayoritarias en España tienen también esa potestad legal.     

El prisma del profesor se acopla perfectamente a cómo quiso la autora modular su artículo y encaja con la orientación del propio medio y sus promotores, que no es otra que minusvalorar y calumniar a las organizaciones sindicales de clase y el papel que desarrollan, labor que por otro lado está estipulada en la carta magna en un destacado lugar.

Más allá de estas consideraciones, las cifras de afiliación que rondan casi el millón en el caso de CCOO a pesar de su “endeblez” en opinión de la periodista, supera a los afiliados de todos los partidos políticos del arco parlamentario en su conjunto. Estoy hablando de afiliados y no de militantes, porque los sindicatos también atienden a un importante número de usuarios y de beneficiaros de orientación y asesoría social, laboral y jurídica sin la obligación de estar afiliados o adheridos.

Mientras redactaba este artículo, se hicieron públicos los datos del paro del mes de abril. Bajada en casi 90.000 personas, más de la mitad de los nuevos contratos fueron indefinidos, y la primera vez en la historia que hay más de 20 millones de trabajadores censados. Esto se debe a la nueva reforma laboral y sobre todo al empeño y compromiso de las organizaciones sindicales de clase. ¡A buen entendedor pocas palabras!

(1) ABC

Sindicalismo y manipulación de la prensa de derechas