viernes. 29.03.2024

En Andalucía, como antes sucedió en el País Vasco, PSOE y PP;PP y PSOE parecen haberse dado cuenta de que, por mucho que se rechacen, por mucho que se disgusten mutuamente, son los únicos partidos con la suficiente sensatez como para aspirar a la gobernación de nuestros territorios con dos dedos de frente.
El experimento vasco funcionó muy bien hasta que la capital se puso farruca y llamó al orden a los descarriados, pero ese precedente no debe desanimar a los actuales gestores andaluces y, antes bien, debería darles el empujón necesario para vencer obstáculos, pasar un poco de todo y ponerse a la faena de gestionar la cosa pública como el colectivo andaluz precisa.
Ni a uno ni a otro les van a dar cancha o ayuda las centrales de sus partidos, perdido en no se sabe muy bien qué Casado y a lo suyo Sánchez, suyo que cada vez es más grande y con más aspiraciones de gloria. No, nuestros dos valientes pioneros están solos en su empeño y sólo les ampara el sentido común, la necesidad de sacar adelante una comunidad complicada y llena de un costumbrismo perverso y nocivo que tiende a consagrar usos y costumbres arcaicos que impiden alcanzar un futuro construido sobre otros esquemas sociales y económicos.
Cada uno de estos partidos, me parece, que se han dado cuenta de la verdadera naturaleza de los que dicen ser sus socios naturales: al que ahora gobierna con la ayuda de VOX, esta alianza se le está transformando en una rueda de molino atada al cuello que pretende eternizar todo aquello que hay que cambiar de forma obligatoria. Para el PSOE, Podemos (o como allí se llame ese despropósito hecho siglas) le arrastra a una zona ingobernable plagada de utopías más o menos absurdas o de absurdos utópicos plagados de venganza.
Desaparecido Ciudadanos gracias al “sepuku” político más impensable de nuestra breve historia democrática, lo único que queda es mirarse a la cara y ser conscientes de que uno u otro están condenados a gobernar, así que mejor ponerse de acuerdo y mirar juntos hacia un futuro construido entre los dos.
Como llevo meses pidiendo eso mismo para el total de España, no puedo hacer otra cosa que alegrarme mucho y desearles a ambos lo mejor. Les van a llover insultos, desprecios, descalificaciones y acusaciones de traición, pero la única traición real es la que ambos se harían a sí mismos y a sus votantes si no abrieran esa vía de madurez política, moral e intelectual que ahora se dibuja complicada pero cargada del preciso futuro que Andalucía necesita.
No es momento de enredarse con la discusión sobre quién dio el primer paso o lanzó la idea: es hora de trabajar codo con codo para encontrar los territorios comunes, los proyectos adecuados y establecer las bases de los programas pensados para servir a todos, no a una parte.
A día de hoy, justo cuando acaba de salir publicada mi última colaboración, no tengo ni idea de lo que acabará pasando, pero me basta con que se haya encendido la luz, con que alguien se haya dado cuenta de que por encima del vacío enfrentamiento, puede haber trabajo y colaboración. 
Para estos tiempos que corren, ya es mucho y motivo de alegría, sin duda.
Gaudeamus igitur

Para una buena noticia...¿Será verdad?