martes. 16.04.2024
Albares
José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores

Mario Regidor | He tardado mucho tiempo en escribir acerca del reconocimiento operado por el gobierno español sobre la vía autonomista propuesta por Marruecos para el antiguo Sáhara español. Las razones de esta tardanza se deben a múltiples motivos, pero la causa principal puede resumirse en la necesidad de madurar los pensamientos, establecer un período de reflexión y no dejarnos llevar por los primeros razonamientos que se nos puedan venir a la cabeza, en especial porque no han sido macerados por la necesaria paciencia que requiere el trato de un asunto tan espinoso y tan importante para nosotros como este.

Y me refiero, no únicamente a España, sino por lo que significa para el grupo de opinión del que formamos parte nuestra pléyade de escritores/as, en su inmensa mayoría canarios/as o residentes en el archipiélago. Personas con convicciones e ideas de izquierdas, aunque no monolíticas en sus opiniones, como debe ser en todo grupo en donde la libertad de expresión ocupa un lugar esencial.

Así, y entrando de lleno en la esencia del artículo, conviene tener en cuenta una serie de consideraciones:

La solución de un referéndum negociado y aceptado por ambas partes en conflicto lleva siendo la apuesta de la ONU desde tiempos inmemoriales, prácticamente desde que abandonamos nuestra antigua provincia. Sinceramente, siempre me ha parecido la mejor opción, máxime teniendo en cuenta la manera en que había ocupado el territorio el reino de Marruecos con una “Marcha Verde”, totalmente manipulada por el rey Hassan II, pero muy bien ejecutada y que “desarmó” literalmente a las huestes españolas.

Actualmente, la realización del referéndum acordado es una quimera. ¿Por qué? Porque se ha tardado tanto tiempo y Marruecos ha infiltrado en territorio saharaui a tantas personas que el censo electoral está totalmente adulterado, lo cual es culpa de Marruecos y de la propia inacción de la ONU, pero finalmente han conseguido lo que querían.

Así, su propuesta de autonomía para el Sáhara fue en su momento muy oportuna para recuperar la iniciativa política y devolver la pelota al tejado saharaui y con unas prolíficas y provechosas relaciones exteriores y con mucha paciencia ha conseguido revertir la situación en una parte importante, sino de la opinión pública, sí de una serie de líderes políticos de diferentes países que han ido reconociendo la solución propuesta por Marruecos como la más viable en el momento actual, una idea con la que personalmente coincido en el momento actual aunque no sea la idónea y falte todavía la aquiescencia del pueblo saharaui.

Visto desde un punto de vista geopolítico, y sin que sirva de precedente, la actuación de Donald Trump en esta materia, sin duda secundaria para él y su gobierno, sí ha demostrado un quid pro quo entre países que no se ha visto entre los reinos de Marruecos y España. Me explico.

Cuando los Estados Unidos reconocieron la solución marroquí como la más viable, decisión que Biden no ha modificado desde la llegada a la presidencia, se obligó a Marruecos, junto con otros países árabes a reconocer al estado de Israel, lo que significó un gran logro que se pudo apuntar Jared Kushner sobre el que Trump hizo recaer las relaciones con Israel. Todo ello aderezado por una serie de acuerdos militares que reforzaba el arsenal marroquí y llenaba la hacienda estadounidense y de los contratistas militares. Es lo que se puede llamar un buen acuerdo político y comercial, algo de lo que ha adolecido el pretendido intercambio de favores entre España y Marruecos, en el que España no ha salido tan beneficiada como Marruecos.

Asuntos de interés para España

Veamos, para acceder a las pretensiones marroquíes con respecto al Sáhara, hemos puesto encima de la mesa el control de los flujos migratorios, el control de los posibles movimientos yihadistas que se puedan infiltrar en territorios marroquíes y la garantía del respeto a la integridad territorial de Ceuta y Melilla, además del inicio de negociaciones para fijar una mediana entre Canarias y el territorio continental marroquí lo cual es especialmente importante cara a establecer el derecho de explotación de los llamados “minerales y tierras raras” que puedan existir en el subsuelo marino.

Todo lo anterior, en un contexto donde Ucrania ha sido invadida por Rusia y donde la OTAN resurge de su cariacontecido devenir de los últimos años, puede ser entendible, máxime cuando Argelia, aliado de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), ha roto los acuerdos comerciales con España. Contamos con el amparo de la UE y la reacción de Argelia puede verse mediatizada, no sólo por ser aliada de la RASD o, más concretamente, del Frente Polisario, único grupo político relevante sobre el que se articula la idea de un Sáhara independiente desde la retirada de las tropas españolas del territorio, sino también por el hecho de que Argelia se encuentre en la órbita rusa y china y, en un mundo donde la política de bloques ha vuelto a su máxima expresión como no se había visto desde la época más gélida de la Guerra Fría, todos estos condicionantes no son baladíes a la hora de pergeñar una respuesta al conflicto.

En este sentido, también conviene recordar el no tan antiguo conflicto de Perejil y cómo Estados Unidos y Francia, integrantes de la OTAN, al igual que España, no se alinearon totalmente con los planteamientos hispanos, a pesar de la invasión del islote por fuerzas marroquíes y del conflicto diplomático que ocasionó y que tardó meses en solucionarse.

No cabe duda que la posición del gobierno español en el momento actual y más después del éxito de la Conferencia de la OTAN celebrada en Madrid, ha mejorado notablemente y se ha conseguido el respaldo de Joe Biden a la integridad territorial de Ceuta y Melilla. Hay que ver ahora si, en el caso de que nos veamos en la necesidad de recurrir a la acción de la organización supranacional debido a este motivo, no haya dudas al respecto.

Por último, y volviendo a las concesiones realizadas por Marruecos, quitando el tema del control de los flujos migratorios, que se está realizando, al menos a corto y medio plazo, de una manera francamente mejorable, por cierto, nada nos dice que no se pueda volver otra arma de extorsión hacia España modificando el modus operandi y dejando entrar libremente en Ceuta y Melilla a miles de jóvenes sin futuro como pasó hace meses. Y es lo que decíamos anteriormente, cuando cedes en lo que más quiere tu vecino, es prácticamente imposible volver atrás, con lo que esa carta, una vez lanzada, ya no se puede recoger.

El otro punto donde, sí o sí, el reino de Marruecos iba a cumplir es en el control y desarticulación de movimientos terroristas. Indirectamente, este control beneficia a España, pero, estuviera o no en el acuerdo, Marruecos hubiera cumplido igualmente porque le beneficia.

En suma, cuando negocias algo de tanto calado, tienes que ser consciente de que no puedes volver atrás en lo que has prometido y que el rédito de lo acordado debe ser visto por ambas partes como un win win, no como un juego de suma 0 que, a fin de cuentas, es lo que se ha podido percibir por medios de comunicación y analistas políticos.

La postura de la ONU es difícilmente realizable por la adulteración del censo electoral

Con respecto al pueblo saharaui, está claro que son los principales damnificados de este acuerdo, pero no es menos cierto que la postura de la ONU es difícilmente realizable por la adulteración del censo electoral y porque, en caso de que se pudiera realizar el referéndum, existe la opción plausible de que se perdiera por parte del Frente Polisario. Ante esta disyuntiva no cabe duda que la tercera vía, destapada de forma artera por el reino marroquí, desvelando una carta de Pedro Sánchez a Mohamed VI, es sin duda la mejor para deshacer este entuerto. No es la mejor opción, ni siquiera la que yo desearía, pero sí es la única viable técnica y políticamente en la actualidad.

Por último, no cabe duda que, en caso de que Marruecos cumpla su parte del acuerdo de forma sostenida en el tiempo, la capacidad de respuesta del reino frente a amenazas terroristas pudiera ser mucho más confiable que la que podría prestar el Frente Polisario en un estado que, dadas las circunstancias, podría calificarse de fallido con el consiguiente peligro de permeabilidad de sus fronteras. Todo esto son factores que, a la hora de reflexionar sobre este asunto, y más si lo hacemos desde Canarias, conviene tener muy en cuenta.

Sáhara: una deuda pendiente imposible de cumplir