martes. 23.04.2024
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Foto: Web del Congreso de los Diputados

No podemos caer en la trampa. Las derechas juegan al antagonismo ideológico-abstracto para generar un discurso falso de las dos Españas: un discurso segregador, que con la acusación del famoso “quieren romper España” se aprovechan del separatismo y nos distraen de la situación de las dos Españas reales: la España Social y la España Antisocial. La España en la que el 10% de la población concentra en sus manos más del 53% de la riqueza, y en la que un 21,5% de la población está en riesgo de pobreza y de exclusión social. Y de paso, puestas a mantener un falso discurso, aprovechan sus altavoces para difundir machaconamente una serie de mentiras repetidas contra la igualdad, y contra una serie de derechos básicos, individuales y sociales, logrados por nuestra Sociedad tras largos años de lucha y reivindicación.

1La España Sociológica que reflejan las elecciones del 28 de abril es una España progresista, en la que las Izquierdas obtienen un 48,54% del voto emitido, las Izquierdas más el Centro alcanzan el 50,25%, y donde las Derechas y el Centro-Derecha se quedan en el 45,67% de ese voto.

Hay quien pretenderá escandalizarse con la anterior clasificación, pero la lógica que entraña se puede explicar. En primer lugar, es un reflejo -lo hemos dicho- del voto sociológico. Y la sociedad que hay detrás del voto de ERC y de Bildu defiende los derechos sociales que propugna la Izquierda. En segundo lugar, JxCat, que procede de lo que hace tiempo podría considerarse de “centro-derecha” lleva años desarrollando políticas de derecha (no olvidemos que los primeros recortes en Sanidad los ejecutó el gobierno de Convergencia i Unió). En tercer lugar, el PNV, que algunos considerarían de centro-derecha lleva mucho tiempo desarrollando políticas de centro y progresistas, en sus alianzas de gobierno con PSE en Euskadi; y para más abundamiento, su apoyo a los últimos presupuestos del PP introdujeron la condición de la subida de las pensiones. En cuarto lugar, Coalición Canaria, que algunos considerarían de centro, cuando menos se sitúa en el centro-derecha, por sus posiciones excluyentes respecto a prejuicios contra terceros partidos.

Es el momento de una catarsis después de haber estado al borde de la tragedia. Es el momento de un Programa de Mínimos (quizá mejor de básicos) para la Legislatura. Es el momento de una Gran Coalición Progresista por el Futuro de la España Social

Cierto que ERC participó en el llamado procès, y contribuyó a las leyes rupturistas del 6-7 de noviembre de 2017. Pero también es verdad que tras el 155 y las elecciones catalanas ha mantenido posiciones que -sin renunciar a su vocación independentista- se han movido por dentro del marco del Estado Social de Derecho. También es verdad que la base social de Bildu es la misma que durante años simpatizó, en mayor y menor grado, con ETA. Pero a la vez es innegable que los dirigentes de Bildu colaboraron abiertamente en la desactivación de ETA, y que han gobernado sin estridencias en municipios de Euskadi (Donosti sin ir más lejos), y los últimos cuatro años en Navarra. Y que quienes les acusan de que no han condenado la violencia son, precisamente, quienes están negando la violencia del franquismo y peleando para impedir que se pueda enterrar dignamente a las más de 100.000 víctimas del régimen de Franco que aún están enterrados en cunetas y fosas comunes.

Hemos llegado a un punto en el que nos estamos jugando nuestro futuro a causa de una crisis social grave. Y tenemos en nuestras manos rectificar el rumbo antisocial que marcaron los gobiernos de la derecha. El voto de la Sociedad española lo avala. Y la suma de escaños lo potencia: 192 frente a 158. Para ello, el problema no es quién entra o no en el Gobierno, sino alcanzar un consenso básico en las reformas sociales que necesita el conjunto de España, para poner en marcha un proceso de superación de la desigualdad social y económica generada con las inapropiadas medidas de tratamiento de la crisis.

Nuestra Sociedad necesita una Coalición Progresista que empiece a construir una España Social. Y que, desde ahí, a partir de la pacificación social, inicie una sosegada reflexión sobre su futuro político. Vale la pena dedicar cuatro años de esfuerzo para ello. Y poner las bases para abordar en los siguientes la necesaria reforma constitucional, para la que en estos momentos no existen ni el ambiente sereno que se necesita, ni la correlación de escaños que la posibilitan. Una Coalición que establezca un programa de legislatura precisamente basado en la superación de la crisis social profunda, y en un diseño económico y social que consolide nuestros cimientos. En ese cuerpo de los 192 escaños del Congreso hay suficientes elementos como para representar esos cambios necesarios en un contexto realista. Y casualmente, la fuerza mayoritaria en ese cuerpo de los 192 escaños pertenece a la Socialdemocracia, que es la que ha sabido, en la Historia de Europa, y en la propia Historia de España, coordinar y hasta liderar las fórmulas del Estado Social que necesitamos.

Puede parecer una propuesta utópica, pero -analizado con todo el realismo del mundo- no parece que nos quede otro camino. Cada cual, en ese conjunto, puede mantener sus aspiraciones de futuro, y defender la futura forma de Estado que considere oportuna. Pero durante estos cuatro primeros años no nos queda otra que equilibrar el conjunto del país, consolidar y profundizar los derechos individuales y sociales, cuyo recorte ha puesto en peligro nuestra Democracia. Y que no se engañe nadie. Todos deben realizar un esfuerzo de generosidad. Y no valen argumentos ilusorios. Es falso, por ejemplo, que Cataluña pueda tener una mejor economía segregada de España. Baste ver, por ejemplo, que el porcentaje de población catalana en riesgo de pobreza y exclusión social es del 21,1%: apenas dos décimas por debajo del porcentaje del conjunto de España.

Es el momento de una catarsis después de haber estado al borde de la tragedia. Es el momento de un Programa de Mínimos (quizá mejor de básicos) para la Legislatura. Es el momento de una Gran Coalición Progresista por el Futuro de la España Social. Porque, por cierto, sea cual sea el futuro de la organización territorial que nos demos, esto va a seguir siendo España.

Y desde esa Gran Coalición, mantener tendida la mano hacia aquellos que se deslumbraron y abandonaron el Centro Político y Social, desamparando a sus bases. Porque uno de los datos que más chocan en del cuadro que hemos presentado, es que el Centro Político está prácticamente vacío: sólo un 1,71%. Y más vacío aún, si tenemos en cuenta que se sitúa en un par de territorios (Euskadi y Cantabria) que suman menos del 6% de la población total de España.

Reinventar España