jueves. 25.04.2024

Reflexiones electorales: Madrid 2023


La calidad ambiental de una ciudad es tanto más perceptible y valorada cuanto más dignos, bien localizados, diseñados y mantenidos sean los espacios públicos, junto a la belleza, solidez y habitabilidad de sus edificios. 

La intensidad de vida de una ciudad se manifiesta físicamente en el constante, libre y seguro fluir de sus habitantes, que garantiza una continua e intensa interrelación entre ellos y las actividades de todo tipo. Un fluir, un tráfico urbano, peatonal o mecanizado, utilizando los distintos medios disponibles, como expresión del latir de la ciudad. 

La conjunción de estas dos cualidades de la vida urbana es lo que justifica la defensa de una ciudad compleja, compacta físicamente y densa de actividades e intercambios, que no solo densa en metros cúbicos edificables sobre metros cuadrados de suelo.

  1. El motor eléctrico
  2. Capacidad física y capacidad ambiental
  3. Transporte público gratuito
  4. La región
  5. La movilidad: un derecho
  6. Del coche al autobús
  7. Aparcamientos
  8. De puerta a puerta. El taxi y la bicicleta
  9. Bicicletas, aceras y árboles

Estas características definitorias de una vida urbana intensa se ven dificultadas, cuando no imposibilitadas, por la congestión del tráfico y los efectos negativos en la salud de sus habitantes y la calidad del paisaje de la ciudad.

La intensidad de vida de una ciudad se manifiesta físicamente en el constante, libre y seguro fluir de sus habitantes

La presencia masiva e indiscriminada del vehículo privado en la ciudad, especialmente en el corazón de las grandes ciudades, es incompatible con la fluidez imprescindible en la relación entre habitantes y actividades, así como en el mantenimiento de una calidad medioambiental en el conjunto de la ciudad y, más visible aún, en el espacio público. 

Una agresividad que se hace más grave cuando de vehículos a motor de combustión se trata, ya que a los demás efectos hay que añadir la contaminación del aire y del ruido

El motor eléctrico

El anuncio en un futuro cercano de la sustitución del motor de explosión por el eléctrico supone un gran avance, al menos en cuanto a la calidad del aire y del ruido se refiere. Pero si se sigue tolerando que el vehículo privado a motor siga invadiendo sin restricciones las ciudades, el problema seguirá existiendo, ya que su presencia masiva colmatará el espacio público, calles, avenidas y plazas, tanto en movimiento como aparcado, impidiendo o, al menos, restringiendo gravemente, el deambular libre y seguro del peatón, auténtico protagonista de la escena urbana, junto con la bicicleta, el patinete o cualquier otro mecanismo que surja en el futuro, siempre respetando la prioridad del viandante.

Si se sigue tolerando que el vehículo privado a motor siga invadiendo sin restricciones las ciudades, el problema seguirá existiendo

Capacidad física y capacidad ambiental

Asumiendo las palabras de Colin Buchanan (“Traffic in Towns” 1963), cabe afirmar que la capacidad de tráfico, el aforo de una calle, no depende solo de sus características geométricas, sino del mantenimiento de su calidad ambiental, pudiendo sentenciarse que una calle es tanto más civilizada cuantas más veces puede cruzarla un peatón de acera a acera, de escaparate a escaparate, sin correr el riesgo de ser atropellado. 

Sin duda la capacidad física de una calle puede incrementarse mediante costosas obras de ingeniería, pero se correrá el riesgo de disminuir su calidad ambiental. Es una opción de la sociedad.

Transporte público gratuito

En consecuencia con lo antes expuesto, cabe afirmar que con motor de explosión o eléctrico, una política de transporte público debe acometer con urgencia la única respuesta eficaz frente los problemas aquí denunciados, con la única decisión efectiva, que no es otra que la sustitución del vehículo privado por un transporte público colectivo accesible a todos los ciudadanos, con independencia de su nivel económico o lugar de residencia. Un transporte público gratuito.

La región

En toda gran ciudad implantada en un ámbito metropolitano, en el que la red de intercambio entre actividades y personas supera los estrictos límites municipales, cualquier política de transporte debe plantearse en un ámbito regional que garantice la movilidad entre los distintos núcleos urbanos y los grandes equipamientos regionales, tales como universidades, centros comerciales, estadios deportivos, polígonos industriales, centros penitenciarios... Teniendo como primera finalidad garantizar una adecuada conexión en tiempo y coste entre la vivienda y el lugar de trabajo en base diaria, indicador prioritario en la definición de un espacio metropolitano.

Una calle es más civilizada cuantas más veces se pueda cruzar de acera a acera, de escaparate a escaparate, sin correr el riesgo de ser atropellado

La movilidad: un derecho

Si la fluida interrelación entre ciudadanos y actividades es una condición necesaria para la cohesión del espacio urbano y regional, cabe afirmar que la movilidad es un derecho. Y, por analogía con el artículo 47 de la Constitución española, los poderes públicos deberán promover las medidas necesarias y establecer las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho.

Si así lo asumimos, la única forma responsable de alcanzar este objetivo es la implantación en el ámbito regional de un sistema integrado multimodal de transporte público gratuito, gestionada por una autoridad autónoma (en Madrid, el Consorcio Regional de Transportes), con plena competencia para su programación y la fijación de las condiciones que regulen su eficaz y seguro funcionamiento. Autonomía que no impide el control político por parte de los gobiernos municipales y regionales. 

Del coche al autobús

Cambiar los hábitos de movilidad de los ciudadanos, implantados en el mundo occidental durante más de un siglo, con la glorificación del coche privado como exponente máximo de la libertad de movimiento y la autonomía personal, va a ser una tarea difícil pero necesaria, que obligará a los ayuntamientos y gobiernos regionales a acometerla desde el primer momento. 

La primera tarea, para convencer a los ciudadanos de las ventajas de este tránsito, consistirá en un programa docente y proselitista en favor del transporte público, mostrando, sin discursos retóricos, cuáles son las ventajas del autobús, el tren o el metro frente al vehículo privado.

Ventajas que pueden aquí apuntarse de forma casi telegráfica, en los siguientes párrafos:

  • Puntualidad y tiempo de viaje. Frente a la incertidumbre consustancial al transporte privado, el transporte público puede garantizar un horario fiable en el punto de embarque y concretar la duración del trayecto, lo que permite conocer la hora de llegada. Certidumbre que permite establecer, con escasas fluctuaciones, el programa laboral, lúdico o familiar del usuario.

Frente a la incertidumbre consustancial al transporte privado, el transporte público puede garantizar un horario fiable

  • Una frecuencia de entre tres y cuatro minutos en las horas punta y quince en las horas bajas, por ejemplo, puede garantizar que la pérdida de un viaje quede compensada con la rápida disponibilidad de una nueva oferta. Una certeza que no destruya o haga difícil cumplir un programa de vida diaria en los usuarios. Cosa difícil de conseguir con el vehículo privado debido a los frecuentes imprevistos tanto personales como climáticos o funcionales. 
  • En una red multimodal de ámbito regional es importante el rápido y cómodo transbordo de un medio de transporte a otro. Lo que permite aumentar la accesibilidad a distintos puntos y actividades en el territorio regional. 

Con esta finalidad cobran importancia los llamados “intercambiadores de transporte”.

  • Park and ride o aparcamientos disuasorios. En un ámbito regional hay que contar con la existencia de asentamientos urbanos de pequeño tamaño y urbanizaciones dispersas de baja densidad, a los cuales es difícil hacer llegar las líneas de transporte público.

En el mundo anglosajón hace años que se impusieron, como medio para incrementar el atractivo del transporte público, los aparcamientos disuasorios vinculados a las estaciones de ferrocarril o autobuses de ámbito comarcal. 

  • Y más económico. La gratuidad. Seguramente la mejor manera de atraer a los ciudadanos al transporte público es demostrarles que este medio es más económico para el presupuesto familiar que el coche privado. 

Una buena política tarifaria unificada y selectiva puede ser una solución útil en un periodo transitorio, pero la apuesta definitiva es la gratuidad del transporte público colectivo. 

En el mundo anglosajón hace años que se impusieron los aparcamientos disuasorios vinculados a las estaciones de ferrocarril o autobuses

  • Atracción y disuasión. Con la misma determinación y legitimidad política para la apuesta por el transporte público, deben acometerse simultáneamente medidas disuasorias que hagan desistir del uso del coche privado en los viajes al centro de la ciudad.

La primera medida directa y eficaz, dada la experiencia de muchas ciudades europeas, es la prohibición de la construcción de grandes aparcamientos públicos o privados vinculados a los grandes centros comerciales, hospitales, centros deportivos… 

La razón fundamental de esta medida es que la simple posibilidad de acceder a un aparcamiento en el centro de la ciudad es una incitación al uso del vehículo privado.

Aparcamientos

Una medida que requiere una mínima explicación para saber acotar su contenido y finalidad. 

En cada actividad hay que diferenciar entre lo que se denominan “aparcamientos operativos”, destinados al personal que garantiza su correcto funcionamiento, de los “aparcamientos opcionales”, al servicio de los ciudadanos que, por distintas razones, requieren el uso del vehículo privado.​

Aparcamientos para residentes. Los aparcamientos para residentes deben fomentarse y ampliarse con nuevas implantaciones, con la progresiva transformación de los aparcamientos opcionales hoy existentes, públicos o privados, en aparcamientos para uso exclusivo de los residentes, con tasas accesibles para los vecinos con menos poder adquisitivo, en los barrios populares.

Los aparcamientos para residentes deben fomentarse y ampliarse con nuevas implantaciones

De puerta a puerta. El taxi y la bicicleta

Si bien una red de transporte público, colectivo y gratuito es la pieza básica para garantizar la movilidad en la ciudad, no puede olvidarse que el vehículo privado, coches o furgonetas de reparto, junto con la bicicleta, son los únicos medios que permiten el viaje de puerta a puerta tanto de personas como de mercancías y servicios. En esto consiste su enorme atractivo, y la resistencia a abandonarlo. 

Si la bicicleta puede prestar este servicio con muchas limitaciones, el taxi es sin duda el único medio que puede sustituir al vehículo privado. 

Así entendido, el taxi debe considerarse como un medio de transporte público integrado en el sistema general de transporte urbano, con un régimen especial que lo haga viable económicamente y accesible para la mayoría de los ciudadanos que, por circunstancias específicas, así lo requieran. 

Un sistema tarifario que no excluya la posibilidad de subvenciones personales en casos muy específicos. 

Aceras amplias con una separación adecuada de las fachadas de los edificios y de las calzadas del tráfico, que permitan arbolado de gran porte

Bicicletas, aceras y árboles

Si la progresiva eliminación del vehículo privado en el corazón de la ciudad solo es garantizable mediante la puesta en servicio de un sistema integrado de transporte público colectivo y gratuito, esta política puede y debe complementarse con la potenciación del uso de la bicicleta mediante la construcción de una red de “carril bici” que abarque amplios sectores de la ciudad. Un carril bici como espacio separado y seguro para los ciclistas y no agresivo para el peatón.

La defensa del peatón como protagonista de la vida urbana requiere disponer de un espacio atractivo y seguro para facilitar su deambular cotidiano por la ciudad. Aceras más anchas y libres de instalaciones fijas que disminuyan su capacidad y sean obstáculos para el peatón, tales como señales, mobiliario urbano, quioscos y terrazas fijas…

Unas aceras amplias con una separación adecuada de las fachadas de los edificios y de las calzadas del tráfico rodado, que permitan la plantación de arbolado de gran porte.

Medidas que pueden parecer de menor importancia, como si se tratase de operación cosmética de la ciudad, pero que acaban teniendo un valor importante tanto en el paisaje urbano como en la disuasión del uso del vehículo privado. 

Transporte urbano