sábado. 20.04.2024
inflacion

La primera cosa que hay que hacer para combatir una inflación no monetaria es darse cuenta de que lo es y que, por tanto, con medidas meramente monetarias –restricción del crédito y restricción a la compra de la deuda de los Estados- solo nos puede llevar al estancamiento económico y tampoco ello asegura mitigar la inflación.

Parece que ideas parecidas a estas -aunque no expresada con esta crudeza- han calado en el BCE y creo –aunque con menos seguridad- también en la Reserva Federal de USA.

No es posible cometer los mismos errores cometidos a mediados de los años 70 del siglo pasado cuando, a raíz de las subidas brutales de los precios del petróleo por parte de la OPEP (1973, 1979), se liquidó el keynesianismo, se aumentaron los tipos de interés de los bancos centrales[1]  y se consagró la inflación con estancamiento[2]. Y la cosa se remató echando la culpa al keynesianismo, es decir, al aumento del Estado de Bienestar que los países europeos habían llevado a cabo desde el final de la II Guerra Mundial.

Pero ¡mucho cuidado!, ahí están los halcones de toda laya en los bancos centrales para dar el hachazo al crédito con tal de subir los tipos de interés y parecer que con ello se combate la inflación.

Ahora la inflación en Europa se ha situado en el 8,5% en Alemania, en el 6,8% en Francia, en el 8,4% en Italia y en el 10,8% en España, por hablar de los 4 países más importantes de la UE.

A pesar de lo que diga la derecha –Feijóo sabe de economía lo que servidor de Teodicea[3]- la causa de este diferencial de inflación se debe al aumento de la demanda (inflación keynesiana) por el aumento coyuntural del consumo –fruto del final de la pandemia- y del notable aumento del turismo, lo cual nos permite tener tasas de crecimiento positivas (el 1,1% en el segundo trimestre del año) a pesar de la inflación; también record de creación de empleo indefinido, sobrepasando por primer vez en mucho tiempo los 20 millones de población ocupada.

En economía nada es gratis y todo tiene dos caras, lo que hace falta es que la buena sea más y más justa que la mala.

La causa de la inflación actual no puede ser monetaria –en contra del aserto generalista de Milton Friedman- puesto que llevábamos más de 7 años del BCE con facilidades de crédito y de compra –algo menos de tiempo- de la deuda de los Estados casi sin límites.

Es verdad que los primeros signos de inflación surgieron en el 2021, pero hoy día ningún experto contraría la idea de que esta inflación sostenida en 4 trimestres y aumentada notablemente en el último se debe a la guerra en Ucrania, a las dificultades de exportar granos, soja, etc., por parte de Ucrania, Rusia y algún país más afectado y, sobre todo, por la doble tijera de aumento del precio del gas y el petróleo y la reducción de los suministros de ambos.

Y más que la propia reducción es la incertidumbre que se cierne sobre el futuro de estos suministros dada la dependencia de Alemania e Italia del gas ruso. Los precios de la energía globalmente han subido un 41% hasta junio de este año en tasa interanual, mucho más que los alimentos y otros consumos que lo han hecho en el 8%, también en tasa interanual en la UE (datos eurostat).

Estamos ante una inflación debida a la crisis de oferta (esrafiana) y la solución es blanca y en botella: restaurar lo antes posible los suministros.

Creo que hay que revisar el sistema de sanciones a Rusia porque es posible que el efecto boomerang sea mayor del esperado, sustituir de verdad algunas fuentes –Biden promete pero no cumple- y acabar con la guerra pero sin ceder al neofascista de Putin ningún territorio ucranio.

Algunos pasos se están dando con el trigo, Argelia parece recomponer las relaciones con España[4] y USA se compromete a traer gas a Europa, pero a un coste –con barcos metaneros- que no son solución.

Inevitablemente lo acontecido hará que seamos un poquito más pobres pero, dada la terrible desigualdad en el planeta entre ricos y pobres, con políticas distributivas tanto por el lado de los ingresos públicos como del gasto, es factible compensar el aumento de pobreza aunque sea a costa de un poquito de “generosidad” (impuestos) forzada de los ricos.

Solo es necesario que en los procesos electorales presentes y futuros en Europa y América Latina los más pobres se decidan a votar las opciones de izquierda en lugar de hacerlo a la derecha o abstenerse. En América Latina esta toma de conciencia está en marcha si vemos las elecciones de este año y del año pasado. También en Europa -en Alemania- comenzaron los alemanes mandando a la CDU a la oposición. Veremos que pasa en el futuro en el resto de Europa.

Para acabar decir que tampoco hay que extrañarse que los bancos centrales de Europa y América reaccionen subiendo medio punto o tres cuartos de punto ante la inflación, incluso un punto a lo largo del presente año. No podemos pedir que se mantengan incólumes sea cual sea la inflación porque arrastran el prejuicio ideológico neoliberal sobre los temas monetarios.

Lo importante es que se asuma que –en contra de lo que decía Milton Friedman- la inflación casi siempre ¡no es un fenómeno monetario!, se localice las causas y se actúe sobre éllas. Para tal convencimiento es importante que las tasas de crecimiento en Europa y en USA –ahora hay estancamiento pero creo será coyuntural- sean al menos positivas en los próximos dos trimestres, para dar tiempo a actuar sobre las verdaderas causas –crisis de suministros de energía, algunos alimentos y algunas materias primas-, bien para restaurar el antiguo orden, bien para conseguir uno nuevo con nuevos equilibrios entre oferentes y demandantes.

Quizá sea inevitable esta última solución porque lo hecho por Rusia de la mano de Putin ha relegado la confianza en su país ad calendas graecas. Lástima, pero de Rusia siempre nos quedará Tolstói, Dostoievski, Chaikovski y un largo ecétera de genios que forman parte de la cultura universal y Putin pasará como lo que es, como acomplejado y fracasado restaurador del zarismo.


[1] He recurrido a esta manera errónea pero manida forma de contar este fenómeno para denunciar de paso la ignorancia de quienes así se expresan. Los bancos centrales no fijan los tipos de interés por decreto como se fija conducir a 50 km/h en lugar de 60 Km/h. Lo que hacen los bancos centrales es estimar cual ha de ser la reducción del crédito y compra de deuda (reducción de la oferta monetaria) para que los tipos de interés se sitúen en la medida deseada en función de la demanda de crédito de las entidades financieras de los Estados. Para ello disponen de modelos econométricos que permiten aquilatar la relación entre tipo y oferta monetaria (o de cualquier otra variable cuyos estimadores sean óptimos).

[2] Recomiendo la lectura del libro de Luis Ángel Rojo Inflación y crisis en la economía mundial (hechos y teorías).

[3] Con la inflación en marcha el nuevo líder del PP recomendaba ¡bajar los impuestos!, lo cual añadiría más aumento de la demanda y, con ello, más inflación. Se puede ser más tonto pero hay que entrenarse a conciencia.

[4] De momento las financieras.

¿Qué hacer ante una inflación no monetaria?