martes. 19.03.2024
OTAN secretario general
El secretario general de la OTAN en una videoconferencia con el presidente norteamericano.
 

Mientras la paz en Europa y el propio proyecto de construcción de la unidad europea se mueven en la cuerda floja de las amenazas militares, Rusia y la OTAN acumulan fuerzas militares en la frontera ucraniana y se preparan para la guerra. Hay pocos indicios de que la crisis pueda resolverse pacíficamente en el corto plazo, a pesar de las conversaciones diplomáticas entabladas bilateralmente por EEUU y Rusia.         

En nada ayuda a resolver la crisis que Rusia concentre su ejército en la frontera con Ucrania. Si su intención no fuera amenazar militarmente a Ucrania, bastaría con ordenar la vuelta a sus cuarteles del ejército que ha desplegado en su frontera.

Si la intención de la OTAN es desescalar el conflicto y evitar la guerra, debería haber comenzado por explorar posibles soluciones diplomáticas. Para defender el derecho internacional y la integridad territorial de Ucrania hay medidas más eficaces y menos arriesgadas que movilizar más potencia de fuego contra Rusia.

El “Manifiesto por la Paz y para evitar una nueva guerra en Europa” elaborado por diez partidos progresistas y de izquierdas realiza un remarcable esfuerzo para afrontar una crisis tan particular como la que expresa la actual tensión militar en la frontera ruso-ucraniana; y, de paso, demuestra la capacidad de los firmantes para sortear cualquier justificación sobre las inclinaciones bélicas de las dos partes enfrentadas que protagonizan el conflicto y juegan irresponsablemente a lograr sus pretensiones con amenazas armadas. El Manifiesto alienta la acción política pacifista y propone medidas viables para desescalar el conflicto y evitar la guerra con remedios diplomáticos. Desgraciadamente, el Manifiesto apenas ha tenido eco en los principales medios de comunicación.  

Resulta inquietante observar cómo sectores de la izquierda política y social y los principales medios de comunicación se han apresurado a defender las amenazas y los preparativos militares de la OTAN y a justificar la pronta contribución española a esos preparativos. Tan preocupante como comprobar que personas que se reclaman de izquierdas reciclan razones y argumentos prosoviéticos de otro mundo, el de la Guerra Fría, para ponerlos al servicio de los intereses del gran nacionalismo ruso que representa el régimen de Putin en su afán de fortalecer su posición en lo que considera su patio trasero, sobre el que aspira a tener carta blanca para imponer inexistentes derechos de veto e injerencia. El régimen ruso pretende también examinar la respuesta de la UE y calibrar hasta qué punto Europa está maniatada por sus divisiones internas y por sus insuficiencias de institucionalidad y gobernanza. El régimen de Putin lleva años intentando recuperar para Rusia el estatus de gran potencia geoestratégica mundial y el papel de insoslayable interlocutor europeo y global que jugó la desaparecida URSS durante buena parte del siglo XX. Y tantea si el momento es adecuado para lograrlo.

El breve Manifiesto a favor de la paz hecho público hace unos días es un buen acuerdo de propuestas mínimas que suponen un punto de encuentro adecuado para desnudar el conflicto de las adherencias justificativas que exhiben las dos partes. El Manifiesto es también un buen punto de partida para trabajar por la desescalada del conflicto y evitar los desastres de la guerra. Sin embargo, el Manifiesto no ha sido aireado suficientemente por sus firmantes, que lo han dejado por razones que desconozco en un discreto segundo plano y han dado prioridad a la difusión de sus particulares comunicados y argumentos a favor de la paz. En todo caso, bienvenido un Manifiesto común que merece ser leído y puede servir de herramienta de un debate social sosegado que permita superar consignas y simplismos.  

La precipitada decisión del Gobierno de España de enviar armas y tropas a la zona para reforzar la amenaza militar de la OTAN es un error evidente

Apunto muy brevemente algunas de las insuficiencias o ausencias que percibo en el Manifiesto y que convendría abordar en el debate social y la acción política pacifistas:

1. La precipitada decisión del Gobierno de España de enviar armas y tropas a la zona para reforzar la amenaza militar de la OTAN es un error evidente, pues sólo sirve para inflamar los ánimos belicosos de los contendientes, entorpecer la acción diplomática, dividir a la ciudadanía progresista y desprestigiar al Gobierno de España entre sectores pacifistas y de izquierdas. Los responsables directos del envío de tropas y armamento ya se han visto desairados por EEUU, que ha aceptado iniciar un diálogo directo con Rusia y apaciguar de momento el conflicto. Mejor sacar la pata cuanto antes que empeñarse en justificar la metedura. Mejor hacer una amigable crítica pacifista a esa decisión que ocultarla. Mejor realizar la crítica para intentar restablecer el trabajo en común de todas las fuerzas pacifistas y plantear medidas diplomáticas viables que aprovechar la ocasión para reforzar la fractura y el encastillamiento en las actuales posiciones.  

2. Ucrania es un Estado soberano, cuyo derecho a la integridad territorial y su capacidad de decidir libremente sus alianzas internacionales, incluidas las militares, deben ser respaldados por la comunidad internacional. Por ello, la exigencia que plantea el Manifiesto de “cesar los planes para que Ucrania ingrese en la OTAN”, que parece razonable en los actuales momentos para no propiciar el aumento de la tensión militar, debería ir acompañada de la defensa de los derechos de Ucrania como Estado soberano sobre los que no caben ningún tipo de injerencia o amenaza. Defensa que sí recoge, por ejemplo, el Comunicado de Catalunya en Comú Es la hora de la diplomacia”. Premiar el uso de la amenaza militar sin ningún tipo de reserva alentaría la repetición de parecidos comportamientos en el futuro. Por eso es tan importante seguir defendiendo los principios del derecho internacional y su aplicación en el caso de Ucrania.

3.- La UE debería extraer algunas lecciones de un conflicto en el que se juega mucho, pero pinta muy poco y no tiene más remedio que aceptar un papel subordinado a EEUU y a su inclinación a resolver militarmente conflictos políticos que afectan a sus intereses, sean ciertos o recreados, en cualquier parte del mundo. La UE no dispone de una estrategia común de seguridad y defensa. Y debería cuanto antes empeñarse en dotarse de esa estrategia, que no puede sustentarse exclusivamente en la fuerza militar ni, mucho menos, en capacidades militares de carácter ofensivo.

Aprovechar el conflicto abierto en Ucrania para obtener ventajas partidistas o electorales en nuestro país es el camino más corto para hacer inútil cualquier esfuerzo a favor de la paz

4.- Aprovechar el conflicto abierto en Ucrania para obtener ventajas partidistas o electorales en nuestro país o como ocasión propicia para diferenciar a la verdadera izquierda de la falsa es el camino más corto para hacer inútil cualquier esfuerzo a favor de la paz, porque dividirían a la mayoría social pacifista y velarían la insignificancia social de la minoría belicosa que cree que no hay mejor defensa que una buena guerra.

En España, la fractura en el Gobierno de coalición progresista a propósito de la crisis militar abierta en Ucrania no atañe sólo a sus dos componentes, se traduce en división social y en disputas entre fuerzas políticas progresistas. El agravamiento de la crisis militar en Ucrania tendría nefastas consecuencias para Europa. Supondría, también, pésimas consecuencias para la continuidad de la experiencia de cooperación entre las dos principales fuerzas progresistas que conforman los soportes fundamentales de un Gobierno de progreso, impidiendo una nueva coalición gubernamental entre el PSOE que dirige el presidente Sánchez y el proyecto de confluencia que lidera la vicepresidenta Yolanda Díaz.

La guerra es evitable. También se puede evitar que la fractura que ya se ha producido entre PSOE y UP vaya a más y concluya, incluso en una evolución de la crisis militar en Ucrania que no acabe en guerra abierta, en una ruptura difícilmente reversible entre fuerzas progresistas y de izquierdas que serviría de puente de plata para la llegada al Gobierno de España de una coalición extremista de derechas.

La acción política de las fuerzas favorables a pacificar el conflicto militar en Ucrania debe orientarse a convencer al conjunto de la ciudadanía, más allá de diferencias políticas, ideológicas o culturales, de lo ineficaz y contraproducente de echar más leña al fuego de los preparativos de guerra. Y eso sólo se puede conseguir si las propuestas pacifistas no son percibidas por la ciudadanía como un nuevo escenario de pugnas partidistas, mecanismo para la obtención de ventajas electorales o herramienta de denuncia y desgaste de alguna de las dos patas del Gobierno de coalición progresista. Ese es el único camino para extender y reforzar las ideas pacifistas en la sociedad y para que la presión de la ciudadanía sea eficaz. A lo que hay que aspirar es a que el PSOE represente también las ideas pacifistas que asume la mayoría de la sociedad y trabaje conjuntamente con todas las fuerzas que en España y en Europa defienden una solución política y pacífica del conflicto y no preparan la guerra.

Hay que recordar que, como finaliza el “Manifiesto por la paz y para evitar una nueva guerra en Europa”, no hay camino para la paz, la paz es el camino.

¿Se puede reparar la fractura abierta entre PSOE y Unidas Podemos por la crisis militar...