sábado. 20.04.2024
pp manifestacion indultos

Si, brilli-brilli, ese concepto nacido en el entorno choni que hace referencia a las cosas que siendo de pésima calidad superan su mediocridad añadiéndoles fibras, esmalte o cristales que les hagan resplandecer, brillar en lo gris de su esencia. Bragas y calzoncillos, cosméticos, blusas y camisetas, complementos y bisutería, y muchas cosas más se ofrecen en mercados y mercadillos cumpliendo esa doble funcionalidad, resultar baratos por su ínfima calidad, pero resultones por su reflectante esplendor. El mundo Swarovski llevado al consumo masivo. Nada que objetar, excepto la recomendación de usar gafas de lentes oscurecidas si la cosa continúa con su éxito actual.

Porque la cultura del brilli-brilli se extiende no como mancha, sino como reflejos en la sala de los espejos del parque de atracciones, por aquí, por allá, rebotando y multiplicando su fulgor sin nada que sustanciar más que su tránsito cristalino. Vacío y oropel. Así se encuentra una parte decisiva de nuestras políticas, vacías e inútiles por su mala calidad, enmascaradas en destellos con los que obnubilar la vista de la ciudadanía, aunque a veces solo se consiga herir nuestra razón y nuestra moral como el brilli hiere nuestras retinas. Voy a mencionar unos cuantos ejemplos extraídos de la cotidianeidad que muestran el principio de acción política brilli-brilli tratando de ocultar la fealdad y la inconsistencia de lo que se esconde bajo la capa deslumbrante con la que se pretende despistar.  

Por razones de actualidad, la cosa de los indultos debe ser analizada en clave brilli. Toda la artillería mediática preparada, incluido el protomanifiesto de los empresarios a ambos lados del Ebro y la santificación ofrecida por parte del episcopado, son los fulgores brillis de una operación política alejada de la auténtica realidad, el endémico conflicto territorial español que no va a resolverse por actitudes paternalistas no revanchistas sino mediante apuestas serias y decididas: amnistía y federalización.

El PP acaba de envolverse en sus harapos brillis al generar una movilización que no ha movilizado y sobreactuar repartiendo condenas y condecoraciones por aquí y por allá

Pero el gobierno no es la única entidad política que se trasviste de oropeles para disimular su dudoso gusto y su distancia respecto de la elegancia. El partido popular acaba de envolverse en sus harapos brillis al generar una movilización que no ha movilizado y sobreactuar repartiendo condenas y condecoraciones por aquí y por allá como si, aupado en su inexistente movimiento de masas, se hallara en la sala de espera de recambios en la Moncloa. Su fiasco se oculta en banderas a tutiplén que hacen la vez que los reflejos brillis otorgan a las bragas de algodón con filamentos sintéticos de picantes destellos (que te lo digo, que de verdad que pican).

Pero el ejemplo más cegador de la actitud brilli-brilli lo encontramos en las políticas de familia y mujer del tándem Ayuso - Monasterio. Las chonis de gama alta de la derecha apelan a recuperar prácticas que animen la tasa de renovación vegetativa apuntando a un modelo que solo fija la atención en la repoblación vista por los ojos de los numerarios del Opus Dei. Se lanzan a pontificar sobre la importancia de proteger a las mujeres como actores reproductivos, escamoteando sus potencialidades productivas, pero además imponiendo su visión de qué es lo que merece ser reproducido y qué debe ser combatido. Quieren y promueven un mundo repleto de jóvenes catequistas que, como ellas mismas, dediquen la vida a la familia, pero a su familia, eso sí con recursos públicos que escurren para que ni siquiera un cierto superávit pueda favorecer un modelo alternativo a su excluyente visión. Las apelaciones a las responsabilidades de la acción política apenas atenúan el fulgor brilli que tras mensajería fascista oculta la verdadera realidad del mundo que pretenden administrar: la vida es plural y las sociedades no pueden organizarse bajo una óptica unilateral. Acentuar el haz de luz, solo puede cegar para de ese modo evitar que dicha pluralidad sea manifiesta y aceptada democráticamente por todos los conciudadanos. 

Que me perdonen los amantes de las vestimentas extravagantes y lo mismo hagan las urracas por establecer esta comparación entre lo sinsentido de la política brilli y esas prendas y objetos que os maravillan. Recordad que esto es solo un artículo periodístico que se agarra a cualquier recurso literario para tratar de aclarar algo y aclararse a sí mismo. No es mi intención despreciar ningún estilo, mucho menos uno que se encuentra incluso en la tentadora corteza de los torreznos, uno de mis más reverenciados hallazgos.  

¿Queréis más ejemplos brillis? preguntad en Telemadrid por el viva la libertad de Ayuso, o a cualquier madrileño que pasee bajo las banderolas del ayuntamiento que anuncian actos que no se celebran o que directamente no se pueden entender, como la cartelería desplegada sobre la craft week madrid ¡tiene glitter, digo güevos, la cosa!

Política del brilli-brilli