jueves. 25.04.2024

Pablo Iglesias, ex vicepresidente del Gobierno y ex secretario general de Podemos, arengó ayer a sus huestes con un discurso que le retrata cabalmente. Para empezar, es curioso que no hablara de Unidas Podemos y utilizara la marca original. Esa que con su rostro en las papeletas irrumpió por sorpresa con muy buenos resultados en unas elecciones europeas, provocando un seísmo político que hizo dimitir a Rubalcaba de la Secretaria General del PSOE.

Al poco y con el viento en cola del movimiento 15M esa marca obtuvo un respaldo que le granjeó un número significativo de escaños. El tándem de Iglesias con Errejón había funcionado, aunque cabía pronosticar un mal desenlace viendo el instructivo documental de AranoaPolítica: Manual de instrucciones. Allí se iban dando las primeras quejas de los círculos, muy descontentos con la centralización del poder interno.

Hay que saber manejar el éxito y se diría que Iglesias creyó poderlo todo. Sólo se fiaba de sí mismo para cambiar la política bipartidista que había generado el Régimen del 78. Llamarse como el histórico fundador del centenario partido socialista parecía haberle otorgado un destino, la misión histórica de superar en votos a los socialistas o incluso atraerlos hacia sí. Pero en realidad ni siquiera pudo mantener prietas las filas de sus correligionarios. De los fundadores tan sólo le sigue flanqueando Monedero y las deserciones son incontables.

Las disputas internas siempre acaban con la salida de los díscolos que osan oponerse a los dictados “eclesiásticos”, es decir, a lo que dictamine o bendiga Iglesias

Le queda su guardia pretoriana, capitaneadas por Belarra y Montero. El poderío de la marca Podemos fue desinflándose gradualmente con cada nueva contienda electoral. En las autonómicas madrileñas el propio Iglesias únicamente logró salvar algunos muebles y se vio superado por la candidata de Más Madrid. En Andalucía se quedaron fuera de una coalición electoral por querer tirar del carro. Las disputas internas siempre acaban con la salida de los díscolos que osan oponerse a los dictados “eclesiásticos”, es decir, a lo que dictamine o bendiga Iglesias.

Con esta hoja de servicios a la vista Podemos tiene una influencia muy mermada. Extraña por tanto que se hable de generosidad y respeto. Da la impresión de que se refiere más bien a sí mismo, confundiendo al Podemos actual con el de los inicios, donde su polémico carisma dio cierto juego. Es como si quisiera recordar su generosidad al designar a Yolanda Díaz como sucesora en la vicepresidencia y quisiera recordarle lo que le debe. Sin embargo, el rédito político que una y otro sacaron en idéntico cargo no puede ser más dispar.

Al perseguir un objetivo suele ser menos eficaz el ponerse a vociferar y no moverse ni un milímetro de la propia posición, que dialogar y saber negociar los detalles de la letra pequeña. Son dos formas de hacer política. Las poses reconforten mucho a quienes alimentan su narcisismo con ellas, pero mueven menos el Boletín Oficial del Estado con medidas que se perciban en lo cotidiano. Deslegitimar los empeños ajenos y no ser capaz de hacer un balance crítico del camino recorrido, escudriñar los eventuales errores de una posible competencia sin saber inventariar aquellos en que uno ha incurrido, resulta cuando menos paradójico.

Las poses reconforten mucho a quienes alimentan su narcisismo con ellas, pero mueven menos el Boletín Oficial del Estado con medidas que se perciban en lo cotidiano

Este aviso para navegantes, el mayestático rapapolvo del antiguo líder de Podemos, tiene varias lecturas posibles y quizá también pudiera encontrar eco donde menos lo espera su artífice. Quizá pudiera calar en quienes dudan. En aquellos que creyeron en, simpatizaron con, o miraron con cierta curiosidad al proyecto originario, pero ahora dan por amortizada esa embarcación y entienden que ahora se precisan otros navíos.

No acabo de atar cabos en relación con Sumar. Todo suena muy bien, pero el tiempo pasa y eso es un arma de doble filo. Anticiparse demasiado haría perder la frescura de lo sorprendente. Pero un retraso excesivo podría significar una catástrofe. Los tiempos de la política son un misterio y la fortuna suele sonreír a los más osados. En cualquier caso sería deseable que cuajara en una representación parlamentaria significativa y que las críticas vinieran sólo desde una dirección, porque se trataría justamente de bogar conjuntamente.

Generosidad y respeto son dos buenas divisas. Pero sólo combinan bien cuando se aplican a los demás, respetando generosamente sus iniciativas. Afirmar que una persona o un colectivo fue y debe ser generoso, pidiendo respeto al mismo tiempo, parece una demanda. Como si debieran contar contigo, no por lo que puedas aportar, sino pura y simplemente para restañar una deuda. La pregunta es qué puede ofrecer Podemos a una tentativa política de nuevo cuño sin ser un lastre para su despegue.

El Podemos de Pablo Iglesias y su mayestático rapapolvo a la “izquierda”