viernes. 29.03.2024
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Lo que presentaron como el único "divorcio civilizado" de la larga lista de rupturas que ha vivido Podemos en sus menos de siete años de vida ha derivado en otra guerra encarnizada de la dirección estatal contra la anticapitalista Teresa Rodríguez.

La diputada gaditana fue expulsada de Adelante Andalucía tras romper amarras con Pablo Iglesias por oponerse a la entrada de Podemos en el Gobierno.

Tras las expulsiones, bajas de militancia o retiradas de Sergio Pascual, Luis Alegre, Rita Maestre, Carolina Bescansa, Íñigo Errejón y los suyos o Ramón Espinar, entre muchos otros caídos que salieron de Podemos en medio de un espectáculo de acusaciones cruzadas, el líder del partido, Pablo Iglesias, logró que en febrero la ruptura con los Anticapitalistas pareciese tranquila y de mutuo acuerdo.

"Lo que se pactó fue no montar un escándalo", resume el secretario general del PCE y persona de la máxima confianza de Iglesias, Enrique Santiago, cuya formación -junto a IU- pilotó la expulsión de Teresa Rodríguez del grupo parlamentario de Adelante Andalucía, cuando el vicepresidente segundo se había comprometido a que los cargos de Anticapitalistas siguieran en las instituciones.

La convivencia era un infierno tras años de tira y afloja por el control financiero, del censo, de las listas, del liderazgo, y ahora también por los asesores, el dinero del grupo... Y, al fin y al cabo, también por los dardos de los de Rodríguez por "subordinarse" al PSOE.

Resume a Efe un exdirigente de Podemos que el movimiento en el tablero andaluz se enmarca en el temor por las críticas de Teresa Rodríguez al papel de un Unidas Podemos que gobierna con el PSOE, y a las recientes encuestas que le dan un 5 % de los votos sin Podemos ni IU.

Con ese caldo de cultivo, Rodríguez fue expulsada de Adelante Andalucía acusada de ser tránsfuga y al gesto se han sucedido reproches mutuos entre las dos partes en los medios de comunicación y las redes sociales que alcanzaron el culmen con la intervención el viernes de la ministra de Igualdad y número dos de Podemos, Irene Montero.

Tanto IU como Podemos se remiten a decisiones autónomas de sus organizaciones en Andalucía, aunque fuentes de esos partidos asumen que la operación estuvo coordinada con las direcciones estatales.

Las palabras de Montero -"la política no para mientras estamos de baja" (en este caso maternal) o "cobras todo tu salario de política aunque te hayas ido del partido que te llevó a las instituciones"- evidenciaban la implicación emocional de la dirección de Podemos en la operación.

Y la respuesta de Teresa Rodríguez -"con este argumento un empresario le puede decir a una trabajadora 'la fábrica no para por tu permiso de maternidad" o "yo sí tengo un curro al que volver y la política no me cambió de barrio"- remitía al punto de no retorno en los proyectos de Iglesias y Anticapitalistas: el chalet de Galapagar que representaba lo que no podían ser según ella los dirigentes de Podemos.

Con un Podemos en el que ya no quedan críticos, pues el cien por cien de la actual dirección estatal actual es afín a Pablo Iglesias como también lo son los líderes autonómicos, cuesta encontrar voces dentro del partido que cuestionen la expulsión.

La excepción ha sido la vicepresidenta del Congreso, Gloria Elizo, ya fuera del equipo de Pablo Iglesias, que ya enmendó su actuación en el "caso Dina" con unas palabras que el entorno de Iglesias acogió como una muestra de deslealtad.

"Que yo sepa la compañera Teresa Rodríguez se encuentra de baja por maternidad. Si hablamos de cuidados, de empatías y de otra forma de hacer política a lo mejor no son las formas", ha escrito Elizo esta vez.

En IU, que en esta operación ha sido decisiva al pertenecer a ese partido los diputados que han promovido la expulsión, los críticos a la integración con Podemos ven un ejemplo de que Iglesias separa más que une. "Es una muestra más de que Unidas Podemos es más un motor de dispersión que un factor de unidad popular", dice a EFE José Antonio García Rubio, que disputará a Alberto Garzón la coordinación federal de IU en la próxima asamblea.

Y aunque ya no es su guerra, a la palestra se subió sin dudarlo el sector de Íñigo Errejón, que se sigue lamentando por lo que pudo llegar a ser y no fue Podemos.

"Leo la noticia sobre la expulsión de Teresa Rodríguez y sencillamente no doy crédito. Algún día alguien tendrá que rendir cuentas ante los 5 millones de personas que un día votaron a Podemos y los cientos de miles que se acercaron a los Círculos", resumía en su cuenta de Twitter la cofundadora de Podemos Carolina Bescansa.

También Ramón Espinar, el exsecretario general de Podemos en la Comunidad de Madrid, se quejaba: "Que no crezca nada que (me) haga sombra. Qué pena todo lo que pudo haber sido".

Un dirigente del partido asume que en Podemos molesta aquél que tenga "agenda propia", que trate de labrarse un liderazgo y exprese públicamente posiciones divergentes a las de Iglesias. Una situación que él mismo justifica, en declaraciones a Efe, por el daño infligido al secretario general por supuestos colaboradores que, en realidad, remaban contra el proyecto, en referencia a Errejón.

Lo mismo sucedía, según esa versión, con Teresa Rodríguez. "Han decidido cambiar los apoderamientos, controlar las redes sociales, medidas que no eran lo pactado.... Hubo unas personas que se presentaron a las elecciones en un partido político y que después han abandonado ese partido pero pretenden controlarlo", argumenta sobre la cuestión andaluza a EFE Enrique Santiago.

Y añade: "Hay sectores de la izquierda que siempre trabajan por la ruptura y la división".

Tras haberse desligado de esos sectores críticos, Podemos reafirma su vocación de construir un proyecto amplio, que aúne a distintas fuerzas de la izquierda, y para ello Iglesias quiere caminar hacia una integración más estrecha con IU -y con el PCE, que está en su seno- y con otros grupos como los comunes de Ada Colau.

La realidad es que en cada convocatoria electoral Unidas Podemos ha perdido apoyos y ahora tiene 35 diputados en el Congreso, que ciertamente -tal y como reseñan en ocasiones en el partido- son más de los que cosechaba la izquierda tradicional.

Pero el Podemos que se presentó el 17 de enero de 2014 en el Teatro del Barrio de Madrid que recogía las semillas del 15M y que Teresa Rodríguez contribuyó a fundar quería ser otra cosa, o quizás muchas cosas a la vez según cuál de los fundadores respondiese en su interior a la pregunta. Palanca de cambio y alternativa al PSOE, el proyecto populista, una herramienta para gobernar...

Iglesias ese último objetivo sí lo ha cumplido, de la mano de los socialistas, que le hacen a veces "tragarse sapos" pero también le permiten anotarse tantos y llevar la iniciativa política desde una vicepresidencia. Esa coalición con el PSOE era "una línea estratégica fundamental" que justificaba la última ruptura. Querían hacerlo con respeto; tampoco esta vez ha sido posible.

Lo que Podemos no fue