miércoles. 24.04.2024
Diaz Melenchon

No he oído ni leído a Yolanda Diaz identificarse con el proyecto de Mélenchon, pero sí a algunos dirigentes de alguna de las formaciones políticas que dicen apoyar lo que ahora comienza con su liderazgo como “Asociación SUMAR” y su propuesta de “escuchar”.

Podría por ello haber añadido “por si acaso” al título. Y, por si acaso, entiendo de utilidad considerar las propuestas de la “Nueva Unión Popular” francesa que encabeza Jean-Luc Mélenchon en las elecciones legislativas francesas convocadas para los próximos 12 y 19 de junio (1) con su Programme partagé de gouvernement de la Nouvelle Union populaire écologique et sociale” (2), así como como su balance de las recientes elecciones presidenciales en las que quedó a pocos votos de Marine Le Pen: “Les 3 blocs et l’avenir de l’Union Populaire” (3).

Es fácil estar de acuerdo con gran parte de ambos documentos. Son de hecho, aunque no sólo, la suma de todos los buenos deseos de la progresía mundial. Sin embargo hay algunos puntos que llaman la atención y que, tras una detallada consideración, llevan al desacuerdo, no siempre sobre la propuesta, sino sobre todo en cómo lograrlo en su relación con la acción política y social que precisarían (y que parecen olvidar) antes, durante y después de las elecciones. Contenidos y carencia que, resumiendo, indicarían que Mélenchon no se plantea de verdad gobernar en la Francia actual, en el mundo actual, sino conseguir el máximo de diputados de la suma de organizaciones que se presentan en la misma propuesta electoral, al tiempo que, ya en el mismo programa, expresan propuestas programáticas distintas, incluso contradictorias, en algunos puntos no secundarios.

Llevando al límite esta consideración, una primera conclusión de ambos documentos es que si la propuesta de Mélenchon lograra base parlamentaria para que él se convirtiera en primer ministro (lo que no es sinónimo de poder “gobernar” aplicando su programa), podría tratarse de una grave derrota de la opción progresista francesa porque de sus planteamientos se deducen muy pocas posibilidades de lograr la aplicación de sus propuestas electorales, de lo que derivaría una mayor decepción ciudadana con el avance de la antipolítica que nutre las propuestas fascistas.  

Vayamos por ello a ambos documentos, particularmente al “Programme” de 8 capítulos, en relación con los puntos sobre los que quiero expresar dudas o desacuerdos, por lo que se dice y por lo que no se dice, así como por las concretas discrepancias manifestadas por cada organización que integra la coalición francesa.

  • Algunas cuestiones, como la jubilación a los 60 años, se plantean sin una propuesta de profunda reforma fiscal que permitiera su aplicación.
  • Otras apuntan a una seria ignorancia del significado de las relaciones sociales (de la “lucha de clases”), como podría suponer el establecer por ley (no por acuerdo resultante de la negociación colectiva y la consiguiente movilización social) diversas cuestiones: el derecho a veto del comité de empresa para los expedientes de regulación de empleo, la jornada de 35 horas semanales (¡mediante el “incremento del precio de las horas extras”!), o una escala salarial en las empresas de 1 a 20.
  • Algunas muy discutibles en sí mismas, como el papel de Francia y la “francofonía” en el mundo, acompañado por escasas y superficiales referencias a la construcción europea (con normas europeas, dicen, “a no respetar”) o al significado de la globalización (y para ello la globalización de los derechos, humanos en general y del trabajo en particular).
  • Al mismo tiempo en este “programa común” se señalan algunas cuestiones en las que los partidos de esta alianza señalan sus abiertas discrepancias y sus propuestas contradictorias. Nada menos que en relación con: la OTAN, las centrales nucleares, el sistema electoral, nacionalizaciones en banca, la prostitución, el cannabis, la violencia policial.
  • En cuanto al balance de elecciones presidenciales, Mélenchon nos ofrece un detallado y muy interesante cuadro estadístico en éstas y anteriores, pero ni una palabra sobre lo que significa que en todas, entre la 1ª y 2ª vuelta, una parte no insignificante de su espacio electoral haya pasado a Le Pen.

En definitiva, una experiencia, la francesa, de la que seguramente conviene sacar lecciones. Para no repetirla desde una, parece, coincidencia de objetivos. Lecciones para todos, no sólo para el potencial espacio cuya construcción lidera Yolanda Diaz. También para todo el espacio progresista y sus diversas componentes, particularmente desde el PSOE, en la medida que este proyecto no parece que se proponga, en todo caso no debería, construirse como “alternativa” a la socialdemocracia, sino como complemento imprescindible hoy de ésta para hace efectivas propuestas de progreso, desde el gobierno o desde la oposición, siempre a partir de la movilización social. En España como en Francia, y más allá.

Son cuestiones a tener en cuenta no sólo para construir el programa electoral sino también para construir la organización de carácter político, con uno u otro nombre, cuyo objetivo ha de ser ganar las elecciones y poder gobernar, o, si no se consigue la victoria electoral, para poder seguir impulsando la movilización social con objetivos claros para los que tiene sentido pelear. Recordando, insistiendo, que para una eficaz política de gobierno de progreso tan importante es el programa como la organización política cohesionada no sólo con los objetivos y las utopías del mismo, sino también con las formas de enfrentar y superar las garantizadas dificultades, los obstáculos y resistencias a superar día a día en la gestión de gobierno. Relación entre programa y organización también necesaria desde la oposición en las exigencias a los gobernantes del momento.


(1) Coincidiendo esa fecha con la segunda vuelta de las también muy importantes elecciones presidenciales en Colombia
(2) Nupes
(3) Blog Mélenchon

Pensando en Yolanda, apuntes sobre Mélenchon