martes. 23.04.2024
consejo ministros
Las nuevas ministras Pilar Alegría e Isabel Rodríguez junto a Reyes Maroto tras el Consejo de Minsitros.

Pedro Sánchez en su discurso de presentación del nuevo Ejecutivo subrayó como nuevas virtudes y mejoras que este sería “más joven, feminista y de proximidad.”. Ciertamente, que el nuevo gobierno sea más feminista es una virtud, tanto por la presencia de más mujeres, por la política que se compromete a desarrollar. De igual forma que es un acierto y un objetivo a perseguir el que sea de más proximidad y, como argumentó, una garantía de avanzar en esta dirección puede ser que varias ministras procedan del mundo municipal, el ámbito político que exige mayor atención a los problemas diarios de la ciudadanía y sus representantes políticos, estar pegados al terreno.

Lo que ya no soy capaz de apreciar es la virtud o ventaja, como resaltó el presidente del Gobierno, de que el nuevo ejecutivo sea “más joven”, que se haya bajado la media de edad del Consejo de Ministro al pasar de 55 años el anterior a 50 años el actual. La pregunta es ¿y qué?, ¿cuál es el valor de que los ministros y las ministras sean más jóvenes o sean más seniors? Porque el que haya más mujeres es evidente que tiene un valor intrínseco que se explica por si solo, y también como ejemplo y acicate para el mucho camino pendiente por recorrer en la igualdad de la mujer, muy especialmente en los centros de poder económico, científicos, judicial, institucional, etc., etc.

La pregunta es: que un ministro o una ministra sea más joven, ¿qué aporta?, ¿qué aporta o disminuye la edad? Y, sobre todo, ¿qué se quiere ejemplarizar subrayando la juventud al mismo nivel y en la misma frase que virtudes tan evidentes como son las de un gobierno de proximidad y feminista?

Creo sinceramente que no aporta nada. Otra cosa sería que estuviéramos hablando de la nueva plantilla de fichajes de un club deportivo. Muy al contrario, abunda en la efebocracia que, poco a poco, se va instalando en nuestra sociedad, que la juventud es una virtud y la edad una lacra, aunque todos hemos conocido imberbes y ancianos igual de estúpidos, o de lúcidos.

Valorar a las personas en función de sus años de vida es un error y una injusticia, como los es hacerlo por la condición sexual o raza, u otras. Lo cierto es que nos hemos “comido el cuento” de que únicamente en los jóvenes reside el conocimiento, o la capacidad de trabajo. Y la primera y más directa consecuencia de este error es la evidente falta de oportunidades en multitud de empleos a partir de cierta edad. Empresas en las que se venera la juventud y en las que el argumento de que se busca “frescura” y “rapidez” supone una excusa para contratar “mano de obra barata” sustituyendo la experiencia de las personas de mayor edad.

Es precisamente de un gobierno de izquierdas y progresista, como el que preside Pedro Sánchez, del que tienen que salir los mensajes, los estímulos y las políticas que entierren los anticuados prejuicios sociales que identifican a las personas mayores como máquinas oxidadas. La pregunta es si nuestra economía, las empresas y organizaciones, en definitiva la sociedad, pueden seguir prescindiendo del conocimiento y la experiencia de las personas mayores, veteranos o seniors, como queramos llamarles, cuando las instituciones y las empresas más inteligentes nos enseñan la gran fortaleza que representa contar con la riqueza de la diversidad de distintas generaciones.

Querido presidente Pedro Sánchez, este será un buen gobierno. Es lo que deseamos y confiamos la mayoría de la ciudadanía. Aunque lo será al margen de la edad de sus ministras y ministros. Un gobierno que seguramente no olvidará afrontar, entre los muchos y muy importantes retos, las necesarias políticas de apoyo y defensa del empleo y la reconversión profesional de los colectivos de mayor edad, los más vulnerables hoy en muchos sectores y empresas. 

Y recuerde que, si los jóvenes corren más rápido, los mayores conocen los atajos.

Pedro Sánchez, un gobierno más joven. ¿Y qué?