jueves. 28.03.2024

En la Plaza Mayor de Madrid se ha presentado el manifiesto Parroquianos sin ira. Otra iniciativa cívica más para que la hostelería madrileña no deje de ser lo que siempre ha sido.Un espacio de Vida, Salud, Trabajo, Ocio y Libertad. 


Nosotros, el pueblo de Madrid, parroquianos y usuarios habituales de servicios de hostelería de todo jaez, tales que tascas y tabernas, alojerías y botillerías, bares y cafeterías, casas de comida y restaurantes, gastrobares y neotabernas, foodie cantinas y bodegones tecnoemocionales, contemplamos con pasmo y estupor que algunos de estos establecimientos hayan entrado en estos días de vísperas electorales en el fragor de la campaña, decantándose, de manera entusiasta e inequívoca, por una de las formaciones políticas concurrentes, el Partido Popular, al punto de utilizar el mismo lema, “Madrid es libertad”, de la citada bandería y de su abanderada, doña Isabel Díaz Ayuso.

Así, consideramos tan del todo inapropiado, fullero y fuera de lugar que un grupo de empresarios se constituya en adalid de la hostelería madrileña en su conjunto como que doña Isabel Díaz Ayuso se erija en salvadora y redentora de la misma.

Se trata, a nuestro juicio, de un ejercicio novedosísimo y estupefaciente en los anales de la historia tabernaria de la Villa, que tristemente hace añicos el principio básico de respeto entre parroquiano y cliente, en cualquiera de sus credos políticos, taurinos, metagenómicos o futbolísticos, por el que siempre se rigieron estos establecimientos.

Más allá de lo chocante que pueda resultar un posicionamiento tan positivamente radical en la única Comunidad Autónoma donde el sector hostelero no ha recibido ayudas directas de su gobierno, nosotros, la parroquia usuaria de la hostelería capitalina, manifestamos de manera inequívoca nuestro deseo de volver al status anterior de máximo y mutuo respeto que siempre ha caracterizado la relación propietario-cliente en la hostelería madrileña, sin interferencias perversas, intereses particulares y/o espurios, ni adoctrinamiento político alguno.   

Es gracia que esperamos alcanzar del sector hostelero al completo, que, temporalmente desviado en una fracción de sus nobilísimos y milenarios objetivos, se entretiene en campañas que la parroquia clientelar pudiera interpretar, quizá erróneamente, como un arrimo torticero a mefistofélicas mamandurrias, del todo ajenas a las normas de buenos usos y buena manufactura que desde tiempo inmemorial han venido presidiendo la honesta, gozosa y benéfica relación entre hosteleros y clientes madrileños.

Parroquianos sin ira