jueves. 28.03.2024
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Por Juan Luis Fleitas | “En 1346, la plaga bubónica, también conocida como la Peste Negra, llegó a la ciudad portuaria de Tana, en la desembocadura del río Don, en el mar Negro. La plaga se transmitía a través de las pulgas que vivían en las ratas y la trajeron desde China los comerciantes que viajaban por la Ruta de la Seda, la gran arteria comercial transasiática. Por culpa de los comerciantes genoveses, las ratas no tardaron en propagar las pulgas y la peste desde Tana hasta el resto del Mediterráneo. A principios de 1347, la peste había alcanzado Constantinopla. En la primavera de 1348, se extendía por Francia y el Norte de África y subía por la bota de Italia. La peste acababa con alrededor de la mitad de la población de cualquier zona afectada...” (extraído del libro “Por qué fracasan los países”, de Daron Acemoglu y James A. Robinson).

Como explican espléndidamente los autores del citado libro, La Peste Negra produjo profundos cambios en la Europa Feudal. De un lado, Europa se dividió en dos maneras de afrontar la situación desde el punto de vista socio-económico. La Europa Occidental con Inglaterra como ejemplo más notable, en la cual y tras una serie de procesos caracterizados por la rebelión de los siervos de la época, se pusieron los cimientos para la posterior creación del parlamentarismo, tras la Revolución Gloriosa (1688), que limitó el poder del Rey y del ejecutivo de aquel entonces y devolvió al Parlamento el poder para determinar las instituciones económicas. En la Europa Oriental la evolución fue muy diferente. Lejos de la promoción de la implantación de instituciones más inclusivas desde el punto de vista socio-económico, se optó por un endurecimiento del régimen feudal, apostando por la creación de instituciones excluyentes.

Tras recordar estos importantes condicionantes de la evolución de Europa y del mundo hasta nuestros días, uno se pregunta hacia donde nos lleva esta nueva pandemia. Esta crisis está dando y dará algunas lecciones al mundo. Otra cosa es si estamos dispuestos a aprender.

Estos días, desde mi confinamiento, paso una parte importante de mi tiempo haciéndome preguntas como quién va a pagar todo esto, o qué tenemos que pagar, quiénes tenemos que pagar y por qué, o visto de otra forma, qué aporta o cómo puede ayudar el dinero en todo esto, quién estará detrás de esta mar revuelta cuál pescador ansioso, o cuanto ego hay detrás de esta pandemia y de su expansión, o para qué sirven organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (y no me refiero tan solo a este último escenario).

Me pregunto si no podríamos haber parado el Coronavirus en China utilizando una estrategia diferente con una auténtica colaboración internacional, con más investigación, con menos egos, con más acción, menos burocracia y menos mirar a otro lado, con menos dinero y sufrimiento. La Unión Europea creó en 2002 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y Nutrición a raíz, fundamentalmente, de distintas crisis que afectaron a la seguridad alimentaria en el marco de la Unión y como herramienta para dar soluciones desde el conocimiento científico de excelencia ante posibles crisis futuras. Conjuntamente se creó un sistema de Alerta Rápida con el fin de detectar posibles crisis en el menor tiempo posible y poder aplicar las medidas correctoras oportunas a la mayor brevedad con las mayores garantías de éxito en el marco de la Unión con extensión al escenario internacional. La comunidad científica lleva tiempo anunciando la importancia y riesgos de las enfermedades emergentes y la necesidad de establecer mejores sistemas de vigilancia que permitan acciones más rápidas y contundentes con el fin de paliar los efectos de posibles crisis de esta índole. No hay que olvidar cual es el origen del COVID 19, queridos lectores.

Amigos míos, si han existido todos estos medios a nuestro alcance, que además cuestan mucho dinero al contribuyente de la Unión Europea, ¿por qué hemos llegado a la situación actual?, ¿acaso es por falta de medios tecnológicos o de conocimientos científicos sobre Epidemiología y Policía Sanitaria, por falta de medios económicos o de otra índole? Mi opinión es que estamos en un tiempo donde todo lo disfrazamos con dinero, hasta el conocimiento. Y mi pregunta respecto a esto es: ¿dónde queda la Sabiduría, fruto de aunar el conocimiento y la experiencia vital?

Afortunadamente no dejo de perder la esperanza en la mejora de la Humanidad, pero lo cierto es que no creo que dicha mejora venga de la mano de nuestro sistema político y económico actual, con la manera actual de entender la política internacional en el mundo en sus distintas variantes (geopolítica actual), así como la manera de generar economía y cómo ésta contribuye al desarrollo de los países, en qué ponemos el énfasis y los esfuerzos los ciudadanos en nuestro maltratado planeta. No olvidemos que el dinero es un sistema para canjear esfuerzos, o si se prefiere, voluntades.

Afortunadamente, esta pandemia quedará en otro aviso más de la naturaleza y ya van unos cuantos en lo que llevamos de siglo. De nosotros, ciudadanos de este mundo en el que vivimos, va a depender el que aprendamos de esto para hacer un mundo mejor y más Justo con mayúsculas, o bien, que sigamos con la dinámica que llevábamos y que los pescadores ansiosos se hinchen como auténticas pulgas en esta pandemia. La Peste Negra nos llevó a una versión renovada de los regímenes democráticos y autoritarios de la Grecia Clásica. ¿Hacia dónde nos llevará el COVID 19?

De momento, mi familia y yo tenemos que sobrevivir estos días con lo que tenemos en el banco y algo de efectivo. Soy autónomo y he tenido que cesar mi actividad actual por el Estado de Alarma decretado. La incertidumbre es mucha, pero la esperanza sigue ahí. Vamos a ver si por lo menos aprendo algo y veo que los que me rodean también aprenden. Desgraciadamente y aunque quisiera pensar diferente, mi intuición me dice que esta nueva cepa de Coronavirus, a pesar de su alta tasa de contagio efectivo, no va a tener la tasa de mortalidad suficiente para quitarnos el velo que tenemos ante nuestros ojos.

Pero como ya he dicho, no pierdo la esperanza de que esta desgracia que se está cebando especialmente con los más sabios de nuestro mundo actual, nuestros ancianos, sirva para que la Humanidad mejore. Mi más sentido pésame a las personas que hayan perdido a algún familiar por esta causa, mi más sincero deseo de pronta recuperación para los afectados. Amor y prudencia en estos tiempos, aunemos voluntades sin disfraces. Aprendamos de esta situación para hacer un mundo mejor.

De la peste negra al Covid19, ¿a donde nos llevará esta pandemia?
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