viernes. 29.03.2024
Foto: Consejo General del Poder Judicial

Desde hace años, El Partido Popular bloquea la renovación, conforme al mandato de la Constitución Española, del Consejo General del Poder Judicial, y del Tribunal Constitucional, y lo hace, porque quiere cambiar el sistema que lleva empleándose durante 35 años ya que, ahora, no les beneficia. Para ello, está empeñado en repetir un mantra: que los jueces elijan a los jueces. En exclusiva.

En realidad, esto ya ocurre en casi todos los escalones de la carrera judicial. Son jueces quienes componen los tribunales de oposición para llegar a ser juez y son jueces los que nombran jueces para cubrir los distintos tribunales. Y, lo mismo pasa en muchos otros sectores. Los educandos son elegidos por educadores, lo que hace que los nuevos graduados en la universidad sean elegidos por antiguos graduados, ahora llamados catedráticos que, a su vez, son elegidos por otros catedráticos reunidos en tribunales de oposición. Y los funcionarios públicos, elegidos en la misma forma. Y los militares. Y, bien mirado, los trabajadores de cualquier empresa, son elegidos por personas de la misma empresa a la que quieren acceder y no por otras personas ajenas a ella.

Incluso el acceso a la jefatura del Estado está limitado a un número muy reducido de personas que comparten una determinada composición cromosómica.

Así pues, desde el punto de vista lógico, tiene una fácil explicación esa propuesta del PP. Aunque hay quien dice que lo hacen para perpetuar el poder de las ideas conservadoras en la sociedad, en realidad esa propuesta se basa en seguir la tradición. ¿No es ya endogámico el "ascensor profesional" en muchos sectores de la realidad española? Pues hagámoslo también en los escalones más altos del mundo judicial. Y, sobre todo, apartémoslo de las garras de los políticos.

Manuel Vicent tiene un cuento en el que reprende a un amigo de su hija que tuvo el atrevimiento de coger un disco de su colección. Y, lo hizo, gritándole una frase que da título al cuento: “No pongas tus sucias manos sobre Mozart”. Pues eso, digamos a los políticos que no pongan sus sucias manos sobre la justicia.

Con el tiempo, y Darwin mediante, a una nueva madre se le podría decir en el paritorio: Enhorabuena, ha tenido usted un licenciado en filosofía y letras

Y ya, de paso, aislemos a los políticos de la sociedad, para aislar a la sociedad de los políticos, haciendo que sean los políticos, solo, los que elijan a los políticos. Nos evitaríamos la molesta, y costosa, costumbre de tener que elegirlos periódicamente en votaciones democráticas. ¿Por qué no?

Y, ya que estamos, que los científicos elijan a los científicos, y los carpinteros, lo mismo, y los camareros, y así sucesivamente. No cabe duda de la perfección que alcanzaría nuestra sociedad si se pareciera a la de "Un mundo feliz" de Aldous Huxley. Con el tiempo, y Darwin mediante, a una nueva madre se le podría decir en el paritorio: Enhorabuena, ha tenido usted un licenciado en filosofía y letras. Por ejemplo.

Pues bien, si a usted, querido presunto lector, todo esto le parece un disparate, está en lo cierto. Realmente es un disparate pero yo no he empezado. Ha sido el PP.

Y, en todo caso, no seríamos los primeros en organizarnos socialmente en castas. El segundo país más poblado del mundo ya lo hace así desde hace miles de años, lo que no evita su desarrollo como sociedad. Y, aquí, en España, tenemos una prueba de adaptación al sistema. Hubo una fuerza política, y social, que denunció, en su momento, la existencia, ya, de una casta política en España. Pues bien, hay quien habla de la adaptación, sin muchos problemas, de esa fuerza política al mismo estatus que denunciaban. Para sobrevivir esa situación, posiblemente, y ya que hablamos de libros, habrán leído el “Nade entre tiburones sin que se lo coman vivo”, de Harvey Mackay. Para quien no lo haya leído, trata de abogados.

Un modelo hindú para España