jueves. 18.04.2024
casado ayuso
Pablo Casado e Isabel Díaz-Ayuso en una imagen de archivo.

Anuncia Pablo Casado que derogará la ley de interrupción voluntaria del embarazo cuando (si) llega a la Moncloa. Casi al tiempo, la presidenta de la Comunidad de Madrid frivoliza sobre las mujeres que abortan poco menos que se van de jolgorio (jolgorio fue la palabra que empleó un juez en un juzgado de Pamplona). Al oírlos a ambos me vino a la mente una versión de la película de Wim Wenders “Paris, Texas”, convirtiéndola en “Madrid, Texas”.

Porque de alguna manera Texas se está convirtiendo para Joe Biden en lo que Díaz-Ayuso trata de hacer de la Comunidad de Madrid para Pedro Sánchez. También restringiendo la ley que garantiza el derecho de las mujeres en ese Estado a interrumpir su embarazo. Ley recurrida por el Gobierno federal.

A pesar de los miles de kilómetros que nos separan ambas regiones, lo que sucede en Texas o en Madrid está conectado por la agenda de la derecha reaccionaria, una agenda que, aunque suene a paradoja por su discurso, es una agenda global que trata de imponerse en Estados Unidos, Europa o América Latina.

Despertábamos 2021 con el asalto al Capitolio por parte de grupos de ultraderecha que, alentados por el Presidente Trump, acusaban de fraude las elecciones que llevaban a Joe Biden a la Casa Blanca.

El cuestionamiento del sistema de elecciones democráticas es uno de los ítems de la lista de deberes del movimiento ultra. Recordemos lo que le costó a Keiko Fujimori reconocer el triunfo de Pedro Castillo en Perú. También en la campaña de las elecciones del 4 de mayo en la Comunidad de Madrid hubo quienes, así como si nada, dejaron caer un posible pucherazo. O el clásico de los últimos 3 años, Pedro Sánchez okupa, por dejarlo en uno solo de los (des)calificativos que dedica la ultraderecha y, también la derecha al Presidente del Gobierno.

Es evidente que se está librando una batalla cultural global desde sectores reaccionarios de la derecha que adoptan nuevas formas para un mismo fondo. Sus enemigos son el feminismo, las personas migrantes, el colectivo LGTBI, el cambio climático y desde luego las leyes que avanzan en derechos y libertades individuales.

Tras el asalto al Capitolio se habló mucho sobre QAnon, pero su agenda es compartida en gran medida por partidos como Vox, La Lega o Fratelli D’Italia o los gobernantes en Hungría o Polonia. También la ultraderecha española trata de encontrar aliados en América Latina. Están organizados y coordinados en torno a un objetivo común: detener el progreso que se sostiene en la libertad y la igualdad.

Tenemos un ejemplo de imposición de esta agenda en la Comunidad de Madrid, donde de facto se boicotean leyes que garantizan derechos como la interrupción del embarazo, la eutanasia o la ley LGTBI, se acabará imponiendo el veto parental o más recientemente se practica el revisionismo histórico.

Y en la boca, siempre, la palabra libertad. Libertá gritaban quienes atacaban la sede del sindicato italiano, Confederazione Generale Italiana del Lavoro. Libertad era todo el programa electoral de Díaz-Ayuso. También se grita libertad en las manifestaciones negacionistas del cambio climático o la pandemia. Es decir, su discurso cala.

El Partido Popular ha anunciado que derogará no solo la ley de interrupción voluntaria del embarazo (recordemos que ya lo intentó Alberto Ruiz Gallardón y con qué resultado), sino que planea derogar todas las leyes que haya aprobado el gobierno del PSOE y Unidas Podemos. En realidad, debería saber Casado que las leyes las promulga el poder legislativo, no el ejecutivo y que en esta legislatura la aprobación de leyes requiere del apoyo de un número nada desdeñable de partidos políticos de ideologías diferentes y representantes de otra tanta nada desdeñable mayoría de ciudadanos.

El problema no lo tienen con Pedro Sánchez, con el PSOE o Unidas Podemos. El problema de esta derecha que lideran Casado y Díaz Ayuso acompañados por la ultraderecha, y también por Ciudadanos en su no pero sí, es con la democracia.

Y por eso es muy preocupante, porque poniendo en tela de juicio las decisiones de un gobierno, de un Parlamento cuando no se comparten, se alimenta la desafección democrática y crecen quienes tienen como objetivo precisamente debilitar el sistema.

Ante esta situación no caben tibiezas, sino determinación y claridad en la defensa de las instituciones y de los principios y valores progresistas. Al otro lado, lo tienen claro y aprovecharán cualquier resquicio para con mayor o menor sutilidad imponer su agenda, la de “su libertad”, la de “su progreso”, la agenda que deja a muchos y muchas atrás en Texas, en Madrid y donde puedan.

Madrid, Texas