miércoles. 17.04.2024

La crisis de la Covid-19 está provocando una gran inestabilidad en las principales bolsas del mundo. Básicamente, se está produciendo una grave ralentización, y en algunos sectores incluso paralización, de la actividad económica a nivel mundial.

El turismo, la hostelería, las aerolíneas o el comercio minorista se están encontrando en muy serias dificultades. El consumo en general se resiente, salvo en sectores básicos como la alimentación, servicios públicos (electricidad, gas, agua), tecnología o el área farmacéutico-sanitaria.

La incertidumbre respecto al futuro afecta a casi todos los sectores. No hay certeza de cómo serán los próximos meses, de cuándo se encontrará una vacuna o de si tendremos rebrotes de la enfermedad.

La riqueza se refugia ante el peligro

Tradicionalmente, en estos momentos de crisis e inquietud, los inversores se aferran a los conocidos como “valores refugio”, que son los activos que mantienen su valor o incluso lo incrementan en estos tiempos difíciles.

Los valores refugio tradicionales son el oro y la deuda pública de calidad como el bono alemán (bund) o los bonos norteamericanos. El precio del oro sufrió una fuerte disminución en marzo debido a la expansión del coronavirus, llegando a mínimos de 1 460 dólares por onza.

A partir de esa bajada inició la senda de la revalorización, alcanzando una cotización superior a 1 750 dólares (su precio máximo desde 2012) y se ha estabilizado en torno a los 1 700 dólares en los últimos días. Por tanto, se constata que el oro sigue siendo el valor refugio por excelencia.

Los analistas explican su caída en marzo debido a que, en el contexto de bajadas generalizadas por el coronavirus, los inversores vendían los activos más líquidos para compensar las pérdidas generadas. Una vez pasado ese momento crítico, el oro comenzó su escalada de acuerdo a su condición de valor refugio.

Deuda pública alemana: paradigma del ‘no riesgo’

Respecto a la deuda pública alemana, el rendimiento del bono alemán a diez años disminuyó desde el -0,39% el 11 de febrero hasta mínimos del -0,84% el 9 de marzo ante el pánico generalizado por la expansión del coronavirus. A partir de ese valor mínimo comenzó a elevarse hasta el entorno del -0,5% en el que se encuentra estos días.

Recordemos que la prima de riesgo española es el diferencial del interés del bono español a 10 años con respecto al alemán, el considerado más seguro. Este es un comportamiento anómalo ya que el bund cotiza ahora mismo más o menos al mismo nivel que hace dos meses, cuando todavía la pandemia no había llegado a su máximo nivel en Europa.

El rendimiento del bono de Estados Unidos a 10 años ha pasado del 1,63% el 12 de febrero de 2020 a estar en el entorno del 0,60% en el que se mueve en estos días, lo que confirma que es uno de los valores refugio en esta crisis del Covid-19.

Hay que tener en cuenta que los bonos alemanes o estadounidense van a mantener rentabilidades muy bajas debido a los programas masivos de compra de deuda pública y privada por parte del Banco Central Europeo y de la Reserva Federal norteamericana. Este es un factor a tener cuenta para explicar el comportamiento de los bonos.

El entretenimiento y la comunicación se fortalecen en confinamiento

Respecto a la renta variable, en general el sector tecnológico está aguantando bastante bien el impacto de la pandemia. Empresas del sector como Amazon o Netflix están teniendo muy buenos resultados en esta crisis y, con el confinamiento, han visto mejorar sus ventas y resultados empresariales.

Las plataformas audiovisuales como Netflix, HBO o Disney+ y las empresas de videollamadas como Zoom, Teams o Skype están viendo incrementado su número de usuarios de manera sustancial. Otros sectores básicos como el de los supermercados o salud no se han visto gravemente afectados por la pandemia o incluso en algunos casos beneficiados.

Tras el confinamiento, se mantiene la distancia social

De cualquier manera, ya comienzan a llegar los planes de desescalada en los distintos países europeos, por lo que poco a poco podremos ir “normalizando” la economía.

La llamada “nueva normalidad” se caracterizará por la ausencia de aglomeraciones de personas y el mantenimiento del espacio social. Esto va a obligar a que múltiples sectores tengan que reinventarse (centros comerciales, restauración, cines, conciertos, educación, turismo, aerolíneas…) lo que muy probablemente impactará en sus resultados.

Habrá empresas que tendrán que optar por alternar trabajo presencial con teletrabajo, para poder seguir funcionando sin poner en riesgo ni a sus trabajadores ni a sus clientes.

Tiempos de ‘destrucción creativa’

No hay que subestimar el impacto psicológico que va a suponer para los consumidores el miedo al contagio al realizar actividades cotidianas, esto también va a pesar en la reactivación económica. Esta situación puede prolongarse durante meses hasta que se obtenga una vacuna, se descubra un tratamiento o se inmunice la mayoría de la población.

Como siempre sucede, en esta nueva dinámica habrá empresas que se vean beneficiadas y otras que se verán abocadas a su desaparición. No olvidemos que durante las crisis se acelera el proceso de “destrucción creativa” enunciado por el economista Joseph Schumpeter, donde las empresas obsoletas y débiles desaparecen y son reemplazadas por las innovadoras que harán crecer la economía en el futuro.The Conversation

Jorge Hernando Cuñado, Profesor de Economía y Empresa, Universidad Nebrija

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Ante la incertidumbre económica, oro