lunes. 07.10.2024
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Desde que comencé a estudiar en la facultad de Económicas de la UCM hace 50 años -incluso antes creo- siempre he oído que la Seguridad en lo que atañe a las pensiones está en crisis y, sin embargo, el sistema sobrevive. Los que plantean esto -que suelen ser los empresarios para abaratar los costes laborales no salariales o sus enviados políticos en los partidos- siempre se olvidan de un factor que tiende a compensar con mucho aquel factor de sostenibilidad de aquella Comisión de infausto recuerdo que se equivocó hasta matemáticamente en la propuesta de reforma. Ese factor es el aumento de la productividad del sistema que, aparte de otros muchos, es el que ha hecho posible la solvencia del sistema. Sin embargo el sistema actual adolece en mi opinión de un defecto estructural que atañe a la justicia de la pensión, de la filosofía de la pensión. Me explicaré.

Esa filosofía consiste en considerar que la pensión a cobrar en la jubilación -me centraré en la pensión de jubilación exclusivamente porque el resto de pensiones tienen otras problemáticas- depende de la cantidad en términos monetarios cobrados cuando se ha estado trabajando, aunque sea con condicionantes de tiempo mínimo de jubilación, años cotizados, pensiones mínimas y máximas según grupo de cotización, pensiones máximas y mínimas globales, etc. Y cabe preguntarse: ¿en una política de redistribución general de rentas y riquezas (1) que debiera ser lo propio de los partidos de izquierda es justo cobrar la pensión en función del salario ganado y, por tanto, cotizado a la Seguridad Social? Nada que objetar cuando se está en activo, cuando eso que se llama mercado de trabajo lo permite pero, ¿y tras la jubilación? Cuando nos jubilamos todos somos iguales en cuanto al trabajo: dejamos de trabajar (2) y dejamos de aportar al sistema. Entonces yo me pregunto: ¿por qué la jubilación debe depender de lo cobrado en términos monetarios? No propongo que todos cobremos lo mismo en la jubilación porque para eso la sociedad no está madura, no lo está porque eso, en el momento actual, en el mundo actual, sería una sobredosis de solidaridad que no aceptarían gran parte de los ciudadanos, incluso no lo aceptarían parte de los que saldrían beneficiados porque no siempre se antepone la razón a las tripas ideológicas. Mi propuesta es que se cobre la pensión en función del tiempo, de los años cotizados independientemente de las cantidades monetarias cobradas en términos de salarios y sus cotizaciones monetarias correspondientes, con un mínimo por trabajador a partir de un mínimo de años cotizados. Actualmente esta cifra está en los 15 años.

La segunda cuestión que propongo es que esa cifra de pensión se incrementara lógicamente en función de los años cotizados (T). La propuesta se concretaría a través de una función logarítmica. Esta función, como sabe cualquiera que haya acabado el bachillerato -o debiera saberlo- es una función creciente, pero crecientemente decreciente, lo cual viene como de molde para lo que aquí se propone; además la función, lógicamente con lo anterior, no tiene una abscisa que la limite por arriba. Para darla un mínimo (a la función) se partiría de una cantidad constante independientemente de lo anterior (A). Por último, aunque la función es una función continua a los efectos prácticos, se puede discretizar para facilitar el cálculo informático y, sobre todo, para que los funcionarios puedan entenderla y aplicarla sin necesidad de mayores conocimientos matemáticos (o ninguno). Por último y para facilitar su entrada en vigor se partiría del total gastado en pensiones justo en el momento antes del cambio (M) y se igualaría con la suma por tramos de la función propuesta. La fórmula quedaría:

(1)              M = A + ΣalnTi            para todo i = b  años minimo para derecho

                                                         hasta i = c  tiempo máximo de cotización

El parámetro a sería un factor de ajuste (econométrico), pero también de inclinación de la curva logarítmica según se quiera incentivar más los años primeros cotizados o menos.

La formulación anterior es sencilla y se podría complicar más considerando que a e, incluso, A fueran variables en función también de los años cotizados o de cualquier otra variable a considerar, pero la cuestión no cambiaría en el fondo el sentido de la propuesta. Otra bondad de la función logarítmica que antes no he mencionado es que su crecimiento es muy lento y, lo es, si el factor de adecuación a (lo podemos llamar así) es pequeño, lo cual supondría que potenciaría más el cobro de la futura pensión los primeros años cotizados que los últimos. Y esto podría facilitar las posibles jubilaciones anticipadas que se pudieran considerar -como ahora se hace- para, a su vez, facilitar el empleo en las edades tempranas. Y esta bondad no es la única, porque esto evitaría revalorizaciones tan ridículas como aquellas que hizo el gobierno de M. Rajoy cuando las incrementó en el ¡0,25/100! durante 4 años porque el cambio en las pensiones todos los años sólo podrían venir de la mano del monto total M destinado a las mismas, lo cual dejaría en evidencia al partido que rebajara o no aumentara ese monto. Y para rematar la propuesta la solvencia está garantizada porque se revalorizará o no en función del monto M destinado en los presupuetos del Estado en el año anterior. Es decir: solvencia asegurada, mayor justicia en el reparto, potenciador o no del empleo juvenil, simplicidad, evidencia en las intenciones en la partida de los presupuestos: ¿quién da más? Esta es la propuesta y pensar es gratis.


(1) Por supuesto que esa política es mucho más general y atañe principalmente a la forma de obtener los ingresos el Estado y a la forma de gastar los
(2) Hago caso omiso de que, de facto o de jure se pueda seguir en activo algunos años según circunstancias.

Una idea sobre la reforma de las pensiones