jueves. 25.04.2024

Hay momentos que el silencio ante ciertos hechos puede ser tan criminal como esos hechos, y no tendría atenuante posible, todo lo contrario, por la afinidad política o ideológica.

Hace ya muchos años y mucho dolor y sufrimiento y muchas muertes, miles y miles, que la Unión Europea naufraga en su frontera sur frente a los inmigrantes que llegan a la desesperada huyendo de los horrores del hambre y/o de las guerras en África, Oriente próximo o el sudeste asiático. En ese naufragio moral se ve afectada en ocasiones España, un Estado de Derecho suficiente y mejorable, como todos, y Marruecos, cuyos déficits en materia de derechos humanos y control democrático del poder son tan clamorosos como el poder absoluto de su rey, príncipe de los creyentes y una de las fortunas más grandes e inconfesables del mundo.

Hablando en plata, no hay mente ni corazón humano que pueda soportar sin quebrarse que a los millones de refugiados que huyen de la guerra genocida de Putin se les extienda la alfombra roja en toda Europa -lo cual vengo apoyando sin reservas- y a los refugiados que huyen de otras guerras y otras hambres se les dé plomo y muerte o abandono en el mar, sin que medie más diferencia que el color de la piel.

El Presidente de Melilla, nada sospechoso de extremismo, compareció ante los medios horrorizado y denuncia sin matices que la actuación de la gendarmería marroquí “es inasumible”. Pese a una siniestra guerra de cifras, se reconocen 37 muertos y cientos de heridos en el asalto a la valla fronteriza.

A mayor abundamiento, la indignación se funde con la rabia y la impotencia cuando mi Presidente y compañero socialista, por el que hemos apostado millones en España, con los cuerpos aún expuestos al sol de decenas de muertos y heridos por la brutalidad impune de la policía marroquí, alaba esa actuación policial, incluye en la alabanza la indiferencia de la policía española ante la masacre y el accionar de las autoridades marroquíes responsables de la brutalidad policial … y no hay ni una palabra de consuelo y de dolor para los infelices muertos y heridos, salvo una referencia enfática al carácter violento de los que pretendían entrar en España y en la Unión Europea saltando la valla fronteriza de Melilla, (si la tercera parte rica de la Humanidad no hace algo serio y pronto por la vida del resto, vamos a saber lo que es violencia de verdad). Mi Presidente, al tiempo que anunciaba un plan de ayuda de 9.000 millones de euros para la ciudadanía más empobrecida, olvidaba las causas del asalto violento a la valla: La policía marroquí llevaba días destruyendo e incendiando los campamentos infrahumanos donde mueren en vida los sudafricanos a la espera de entrar como sea, que llevan a cuestas todos los dramas posibles incluido el haber recorrido miles de kilómetros hasta llegar a las puertas del sueño. La destrucción de su único refugio -reflejo policiaco de como entiende y aplica la satrapía marroquí la política migratoria-, no deja a los inmigrantes mas salida que un regreso imposible o jugarse la vida y la muerte para entrar en España y en Europa. Esta disyuntiva no es humana, no es acorde en absoluto con valores básicos, no es racional siquiera. Es la que hay, no obstante.

El Presidente, casi dos días después, sí tuvo palabras de consuelo para las víctimas y sus familias, pero es la primera intención la que cuenta como decimos por aquí. Lágrimas en la lluvia, pues las autoridades marroquíes ya están enterrando a los africanos, muertos o asesinados, sin el menor esfuerzo de identificación o de autopsia, pues hace mucho calor, en el hospital de Nador hay un solo médico, la morgue no está refrigerada y urge enterrarlos, dicen. Enterrarlos y a otra cosa, y pelillos a la mar, y africanos a la muerte, y aquí no ha pasado nada …

Así no, Pedro, compañero, porque el socialismo democrático es mucho más que un conjunto de ecuaciones pragmáticas o construcciones electorales exitosas que dan votos y poder. El socialismo democrático, según mi modesta opinión es también, y sobre todo, un conjunto de ideas, valores, principios, actuaciones; un armazón cívico, ético y moral, que da sentido y coherencia a la lucha política, social y cultural por sociedades humanas dignas de tal nombre aquí, en Europa, en todas partes. En todo caso, el socialismo democrático es estar siempre al lado de los más pobres e indefensos. Por principio.

Espero y deseo, y haré cuanto esté en mi mano, que no será mucho, para que la masacre de Nador y Melilla no muera en la impunidad del olvido y se substancien todos los esfuerzos de investigación y asignación de responsabilidades. Para que no quede en el olvido y para que no vuelva a repetirse.

Ojalá seas tú, Presidente, quien lidere ese esfuerzo en la Unión Europea. Sería el mejor atributo para un país y una sociedad, España, hecha de emigración e inmigración desde hace siglos.

Horror en Melilla: así no, Pedro