jueves. 25.04.2024
vox colon

Hace unos días, el Grupo Municipal de Vox en el Ayuntamiento de Murcia planteó al Pleno que se incorporasen "los símbolos de la nación en las aulas del municipio” y, de paso, extender la idea a todos los ayuntamientos españoles. De este modo, según los politólogos de Vox se dotará de "la máxima protección jurídica y del máximo respeto a los símbolos de la nación, especialmente la bandera, el himno y la Corona".

Llevamos mucho tiempo curados de espanto y aguantando postulados de este grupo, los cuales, solo estando bajo los efectos del síndrome de Millán Astray es posible hacer gala chulesca de tanta basura ideológica. No se me entienda mal. Los de Vox pueden revindicar lo que les salga de sus entretelas falangistas revenidas. El problema no es ese. El problema es que el poder judicial les dé cobertura legal y jurídica a cada uno de sus arrebatos, más propios de las Fet y, sobre todo, de las Jons, made in Onésimo Redondo.

Pero, de verdad, ¿hace falta más protección por parte de los jueces para que la ciudadanía guarde respeto y compostura, silencio y reverencia hacia cada uno de los símbolos de la Nación española, sean su bandera, su himno y su corona?

La verdad es que es increíble lo que sucede con los jueces. Cantidad de causas instruidas por insultos e, incluso, injurias contra personas y colectivos son sobreseídas por parte del poder judicial bajo el imperativo de la libertad de expresión, incluso, la de hacer apología de esa excrecencia ideológica llamada franquismo y, en cambio, no dejan pasar ni un estornudo crítico o jocoso contra la trilateral simbólica aludida, que sigue siendo intocable: himno, bandera y kinito rey.

Son miles de denuncias y de multas las instruidas, cursadas y dictadas por los jueces contra toda clase de pardillos que han quemado banderas, se han sonado los mocos con ellas, se han limpiado el recto, vomitado, escupido y troceado en mil tipos de estampados sean para bayetas de cocina o de letrinas o hacerse con ellas prendas de lencería íntima y manisera. Las hemerotecas lucen todo tipo de manufacturas textiles diversas fabricadas con ellas y, en el caso de haber transcendido el fetichismo particular y pasar al conocimiento general, han terminado por ser objeto de la mirada cautelar y censora del juez correspondiente, porque algún sátrapa de pacotilla ha cursado la denuncia.

quema bandera

Son cientos los casos de personas que se han visto querelladas y multadas por hacer butifarra for you al oír el himno nacional en partidos de fútbol, tenis, ciclismo o pedestrismo y hacer caricaturas y tiros al facha en la feria con la efigie del Borbón padre, hijo y espíritu santo, como corresponde a una tradición pictórica, elevada a categoría artística por los hermanos Bécquer.

tiro al facha

En cualquier caso, sigo sin entender del todo la propuesta. ¿Cómo es posible que esta explosión simbólica se reivindique solo para las aulas? Tal discriminación es impropia de tipos con una ideología totalitaria.

¿Por qué excluir de este derecho a los obreros de las fábricas, a los viajeros en cualquier modalidad -tren, autobús, avión, navío-, a los aficionados que asisten a los campos de fútbol, a los estudiantes universitarios, a los enfermos hospitalizados, a los devotos que asisten a misa doce o a una sesión de cine, ópera y teatro? No es posible que estas personas -y muchas más que podrían anotarse-, antes de iniciar su actividad más común no la comiencen escuchando el himno, besando la bandera de España colocada ad hoc y soltando al aire un exabrupto, digo, un Dios salve al rey?

La ciudad entera debería vivir al unísono democrático semejante baño de inmersión patriótica. En todos los lugares públicos tendría que figurar sin desmayo la bandera, el retrato del rey y, cada cierto lapso, sonar por las calles y parques de la ciudad el himno nacional. Sería lo mismo que se hacía durante el franquismo con el rezo del Ángelus. A las doce en punto, campanadas de la iglesia al vuelo y paralización total de la faena en que estuvieras absorto el paisanaje.  

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Hablemos en serio. Si los jueces siguen actuando bajo el imperativo categórico de lo que Vox exige que es conforme a Derecho y respetuoso con la libertad de expresión, acabarán proponiendo que en las escuelas del Estado se rece un padrenuestro y una avemaría al comienzo de las clases para que Franco sea canonizado o, quién sabe, si para pedir a la misericordia Dios que lo saque del infierno donde está achicharrándose, según Leonardo Sciascia, y lo conduzca directamente a la diestra del Father.

La derecha, apoltronada en la pollera de Casado, además de lamentarse de que esta idea de Vox -o lo que sea-, no se le hubiese ocurrido a él, ni a Ayuso, ni a Maroto ni a Jiménez Losantos, ha montado en cólera, pues entiende, además, que la izquierda no la ha aplaudido como se merece, rechazando, incluso, sus propiedades vitamínicas para activar la cohesión de una España homogénea y uniforme como chapapote.

¡Ay, ingenuos conductistas de pacotilla! Tratar al alumnado de este país como si fuesen perros de Pavlov o ratas de Skinner sí que es de juzgado de guardia. Esta gente olvida que, si algo bueno consiguió el franquismo durante los cuarenta años que obligó al alumnado de postguerra a cantar el cara sol, izar la bandera y rezar por Franco todos los días del año escolar, fue que se odiase el himno, la bandera y al caudillo hasta lo indecible. Varias generaciones crecieron soportando su imposición por las bravas, que es una manera maravillosa para cercenar de cuajo cualquier idea común de patria, de bandera, de himno y de la leche en polvo y mantequilla americana.

También, la derecha ha recelado de que los paisanos de aquí no hagan como los franceses, los ingleses y los americanos, los cuales, nada más oír el himno de su país y ver su bandera a cien kilómetros de distancia, entran en coma profundo patriótico, llevándose la mano derecha al pecho donde les bombea el corazón a no sé cuántas pulsaciones por minuto, llorando a lágrima viva, incluso.

niñoamericano

Así que se preguntan al estilo Marhuenda: ¿Por qué los españoles no son como los ciudadanos de Francia, de Inglaterra, de EE.UU e, incluso, de Italia, Suiza, Polonia y Alemania? ¿Por qué los españoles son tan descastados -a excepción del PP, PSOE, CS y Rosa Díez, C. Herrera y F. J. Losantos-, que entran en efervescencia molecular nacional en cuanto oyen la palabra Eg-pa-ña, que diría el ínclito J. Bono?

españa nuestraLa derecha y cierta izquierda, ellas tan españolistas, se adhieren una y otra vez al dogma de que “la grandeza de España pasa por su unidad” -solo les falta añadir y por su libertad-. Ya saben: “una, grande y libre”. Una España perfectamente dibujada por aquel incombustible fascista llamado e Ernesto Giménez Caballero. Es decir, una unidad territorial, lingüística y, por supuesto, religiosa, a pesar del marco constitucional de la aconfesionalidad.

Así que concluyamos. ¿Qué por qué existe aún una ciudadanía que sigue rebotándose contra la bandera española, el himno nacional y el borbón King? Pues por una sencilla razón: porque tal mercancía simbólica sigue oliendo a la mierda putrefacta del franquismo, a pesar de los afeites dados e intentos fallidos por “construir una verdadera conciencia nacional pública”, es decir, un ideal emocional y político que ingleses, franceses y estadounidenses han conseguido así, sin más, por ósmosis de su ADN.

Abascal-niños mano alzada

Se olvida a posta que ninguno de esos países ha sufrido ni padecido una dictadura de cuarenta años con una represión feroz. Y este “trauma”, aunque se podía haber curado después de tantas primaveras pasadas a la intemperie, no ha sido posible atajarlo, porque quienes postulan la creación de “una conciencia nacional” -que hubiera hecho las delicias de Azaña-, utilizan para ello los mismos moldes de entender España como la entendía Miss Canarias, perdón, Francisco Franco, caudillo de España por la gracia de Dios y la bendición de la Iglesia.

felipe VI (1)

¡Es que ni siquiera la España reivindicada por esta tropa, que diría Romanones, es la España que contempla la Constitución!

Himnos, banderas y coronas