viernes. 26.04.2024

Llevo bastante tiempo preguntándome qué ha sido de Madrid. Tengo el nítido recuerdo de aquel 19 de abril de 1979 cuando -tras constituir el primer ayuntamiento democrático tras la dictadura- salimos quienes formábamos la corporación municipal al balcón del salón de plenos de la Casa de la Villa, y encontramos la soleada Plaza de la Villa abarrotada de vecinos de los barrios de Madrid. “Cualquiera de ellos podría estar ocupando mi puesto en ese momento”: ésa fue mi primera reflexión, antes de que la emoción se apoderara de mí.

Allí estaban quienes habían hecho posible el cambio profundo que se iba a producir en Madrid desde ese momento. Y lo habían hecho posible con su lucha por cambiar los barrios madrileños. Una lucha forjada en la esperanza, pero sobre todo en la unidad de todos, en la actitud activa y constructiva, que no se limitaba apedir, o a esperar que les dieran, sino a construir, a impulsar, a hacer valer la fuerza de la unidad y del tesón de todos, para lograr que los poderes públicos -hasta ese momento fruto aún de la dictadura- dieran su brazo a torcer y tuvieran que ir cediendo a las reivindicaciones.

Así se logró que comenzaran a transformarse los barrios chabolistas en barrios urbanizados y con viviendas dignas; y se lograron escuelas, y alumbrado, y alcantarillado, y urbanización, y transporte público… Y se pararon los pies a quienes nos robaban, con el fraude del peso en el pan hasta 2.700 millones de pesetas al año.

Entre 1977 y 1989, debido a la lucha y la unión de los vecinos en los barrios, se hizo desaparecer el chabolismo en Madrid, con la construcción de 38.000 viviendas en 28 barrios, logrando que los vecinos siguieran viviendo allí donde habían mantenido sus chabolas. La fuerza de cada barrio se juntó a la fuerza de los restantes, y así constituimos la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid, que en 1977 contaba con 70 asociaciones de vecinos federadas…

De ahí mi pregunta de cada día: ¿qué ha sido de Madrid? Cuando veo que hay quienes la manejan a su antojo, importándoles muy poco los vecinos. Cuando venden la vivienda pública (3.000 viviendas que no es poco) a fondos buitres, sin que ese atropello se convierta en un problema de todos y se levanten los barrios para impedir el atropello. Cuando se recorta la sanidad, o se vende a los negocios privados; o cuando se desampara la enseñanza, o se entrega al negocio privado a través de falsos conciertos… Cuando se desampara a toda una Comunidad ante una tormenta de nieve, como Filomena, sin prevenir, sin remediar, sin intervenir en días, esperando a que según vino se vaya por su cuenta, y sin atender las necesidades ciudadanas, agravadas en ese caso por la crisis de la pandemia.

Y lo que es peor: cuando se desampara a toda una ciudadanía ante una pandemia que convierte a Madrid en campeona de muertes, de contagios, de colapsos en la sanidad. Mientras no se buscan remedios para los mayores de las residencias (al contrario: en la primera ola se da la orden de que no se hospitalice a ningún contagiado procedente de residencias…). Cuando se manejan los datos al antojo e interés de quienes, mientras se superan los índices de España y de Europa, en lo único que piensan es en hacer propaganda -muchas veces jugando con la salud y con la vida de los ciudadanos-, buscar clientela barata en una parte de la hostelería (la del turismo, la de las copas, la de los señoritos), mientras la mayor parte de los establecimientos de los barrios, que son la mayoría, se arruina sin recibir ni una ayuda de la Comunidad de Madrid… Y mientras, a golpe de demagogia y de falsedad, se deja que Madrid se convierta en campeona de muertes y contagios.

En medio de todo este desbarajuste -y podría citar muchos otros ejemplos que todos conocéis-, me atrevo a haceros la pregunta: ¿qué ha sido de Madrid? ¿Cómo dejáis que nos estén dando, no ya gato por liebre, sino liebre por gato, y hayáis salido huyendo, tanta gente, a refugiaros a vuestras madrigueras individuales e impotentes?

Aún es tiempo de reconducir la realidad, de que os atreváis a tomarla en vuestras manos. Nos lo debéis a las generaciones que logramos hacer de Madrid un territorio más habitable y compartido por todos.

Ya sé que desde el “tamayazo” cundió la desesperanza y la impotencia. Entre los ciudadanos y entre los propios políticos de la izquierda y del progreso. Pero ahora tenemos la ocasión de reaccionar, de levantarnos, de hablar, de reivindicar. De hacer que triunfe nuestra dignidad. De obligar a los políticos a un serio compromiso de cambiar Madrid; de hacer que sea de todos, de lograr que cuenten nuestra voz y nuestro pensamiento. De rescatar para todos lo que llevan tiempo quitándonos, para entregarlo a los negociantes de lo privado.

Aún queda tiempo para convertir Madrid en un modelo de participación, de solidaridad y de reparto equitativo. Y para que quienes seguimos sintiéndonos madrileños, volvamos a experimentar el orgullo de un Madrid abierto, ajeno al patrioterismo y al nacionalismo que nos pretenden vender quienes tienen la patria y Madrid por un negocio.

Hay que empezar saliendo el 4 de mayo de casa a votar de forma consecuente aquellas fórmulas que hagan que cuando regresemos a casa comencemos a sentirla como un hogar que comienza a transformarse. Y continuar desde el día siguiente juntándonos al resto de vecinos para lograr que esa transformación sea una realidad. Para que se escuche de nuevo nuestra voz y se atiendan nuestras necesidades. Para que cuando alguien pregunte, podamos decir que Madrid ha recuperado de verdad su protagonismo, su solidaridad, su dignidad. Y para que podáis sentiros orgullosos ante vuestros hijos y vuestros nietos.

¿Qué ha sido de Madrid?