viernes. 29.03.2024

La absorción de Bankia por CaixaBank podría confirmarse en octubre tras el arranque de las negociaciones para la integración de ambos bancos. La noticia saltaba este viernes a la prensa y de llegar a buen puerto consumaría una operación que ya empezó a acariciarse en la anterior crisis financiera bajo el Gobierno de Mariano Rajoy y Luis de Guindos como ministro de Economía. Por aquel entonces, Isidro Fainé (Caixa) se topó con la negativa de Rodrigo Rato que al frente de Caja Madrid optó por la fusión con otras cajas de ahorro, entre ellas Bancaja.  

Casi una década después, en medio de otra crisis, la de la COVID-19, y bajo un gobierno de otro signo político, el del PSOE y Unidas-Podemos, esta operación adquiere un significado diferente y también deja muchos interrogantes en el aire. Se trataría de la primera gran fusión bancaria en el ámbito europeo tras el estallido de la pandemia y estaría en la línea de ese nuevo orden macroeconómico que busca la integración a escala de la Unión Bancaria Europea, aún por configurar.

La fusión alumbraría el primer banco de España por nivel de activos, más de 650.000 millones de euros, una entidad fortalecida para hacer frente a los impactos a medio y largo plazo de la crisis de la COVID-19. Esta es precisamente una de las valoraciones que hacen desde el sindicato CCOO. “Desde el punto de vista de la coyuntura generada por el Covid se anticipa y prepara para los impactos que puedan amenazar los balances ante una, esperemos que coyuntural, destrucción de tejido productivo”, señala para este periódico José María Martínez secretario general de CCOO Servicios.

El dirigente sindical tacha esta operación de “interesante y oportuna” y que tiene cierta “lógica empresarial” desde el punto de vista financiero, dada la situación de mercado, tipos de interés y avance de la digitalización. No obstante, la magnitud de la misma también obliga a que se haga con criterios laborales “responsables, acordados y no traumáticos”.

Es en esa dimensión, la del empleo, en la que este sindicato (mayoritario tanto en CaixaBank como en Bankia) pone el acento al exigir “garantías” para la posible reestructuración de la plantilla.

Ambas entidades suman una plantilla bancaria de 44.000 trabajadores y algunas fuentes estiman que la pérdida de empleos rondaría el 30%, entre 12.000 y 14.000 empleos. Aunque es pronto para aventurar datos y cifras, la experiencia de anteriores fusiones bancarias arroja unos resultados similares: en los 5 primeros años tras la fusión, la nueva entidad resultante mantendría la misma plantilla que la que realiza la absorción, en este caso CaixaBank que cuenta con 30.000 empleos directos de banca.

Desde UGT también manifiestan su “preocupación” y recuerdan que el ya conocido proceso de concentración de entidades financieras en España se ha visto acompañado de la destrucción de unos 100.000 empleos y una reducción de las redes sucursales de más del 40%. Por tanto, complejidad e incertidumbre sobre el futuro de miles de trabajadores. Y en ese sentido, CCOO exige un acuerdo laboral para los posibles excedentes con “salidas voluntarias y negociadas”.

Aunque esta fusión sigue en la línea de la concentración iniciada en la crisis anterior de 2007, José María Martínez insiste en el hecho de que los momentos no son comparables, ya que por aquel entonces los acontecimientos se precipitaron y ahora “este movimiento se anticipa” a lo que esté por venir en términos estratégicos de país. “El grupo resultante sería una importante palanca para la canalización de proyectos de inversión en un momento de reconstrucción económica”, añade.

Además del empleo, la otra patata caliente es el grado de participación que tendrá el Estado en la nueva entidad resultante que, a día de hoy, es el principal accionista de Bankia, con el 60% del accionariado. Se prevé que, una vez sea absorbida por CaixaBank, el Estado controle el 14%. Para CCOO “la mejor garantía para el buen fin de las inversiones que el Estado realizó en Bankia es la permanencia como accionista en la nueva entidad”. Recordar que el rescate bancario costó a las arcas del Estado alrededor de 60.000 millones de euros.

La viabilidad de la nueva entidad parece asegurada ya que “seguiría siendo una gran empresa de Banca-Seguros; seguiría contando con una participación muy importante en empresas estratégicas de Energía, Comunicaciones, Aguas, infraestructuras, sectores que están llamados a jugar un papel muy importante en los desarrollos de una economía verde y digital, explica el sindicato”, afirma el dirigente sindical.

La operación, aún en mantillas, cuenta con el beneplácito del Gobierno y deberá ser ratificada por ambas Juntas Directivas y por los organismos reguladores y supervisores, como la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia y el Banco de España.

Desde el ámbito de los consumidores y usuarios, ADICAE exige que se aproveche esta operación para resolver de una vez por todas los “múltiples abusos” por parte de la banca en asuntos tales como las preferentes, suelo, revolving, gastos, IRPH, etc.

Actualmente, CaixaBank cuenta con 13,7 millones de usuarios/clientes y Bankia con 8 millones, además de 173.000 pequeños accionistas ahorradores de Bankia y a los más de 570.000 de Caixabank.

Complejidad e incertidumbre ante el anuncio de fusión de CaixaBank y Bankia
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