sábado. 05.10.2024
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Feijóo y Meloni en un reciente encuentro en Roma.

El fuera de juego es una posición de los jugadores de fútbol (también de otros deportes menos populares) por la que se penaliza una situación de ventaja inadmisible: hallarse más adelantado que los rivales al recibir el balón. Es tan sutil la cosa que ha sido necesario introducir tecnología muy avanzada para la correcta denuncia de la irregularidad. Afortunadamente existe una interpretación popular del fuera de juego que hace que todo esto sea mucho más comprensible, estar en fuera de juego es una metáfora que significa no poder participar, no enterarse, no coscarse, simular que se halla en lógica de pelear por el balón cuando uno se ha excluido por posición incorrecta.

La derecha se halla en fuera de juego de la realidad, con una acción política descalificada por reactiva

Eso se le reprocha a la derecha, que se hallen en fuera de juego de la realidad, que su acción política haya sido descalificada por reactiva, sin guía ni principios, ni objetivos que no sean ocupar el poder por que yo lo valgo (o el balón es mío del patio de colegio). Se les denuncia porque que andan a salto de mata de escollo en escollo, tomando nota de cuantas situaciones epifanien que el fin del mundo se acerca, aunque lo anuncien cada mes y medio. Aquí en España, que no está rota de milagro, la derecha se ha especializado en identificar cánceres letales para la convivencia. Primero fue el podemismo que hubo de combatirse desde cloacas y tribunales. Más tarde fue Cataluña cuya independencia se veía irrefrenable lo que supondría una emasculación de la virilidad integral española, parece que Illa docto exministro de sanidad impidió la previsible sangría. Más tarde fue la derrota moral que España había de soportar al verse chantajeada en un proceso de amnistía a la carta para un político a la carrera, que de momento sigue corriendo. Superada la pantalla amnistía vergonzante, lo que ahora va a romper de una vez por todas la nación es el mecanismo financiero diseñado con saña para quebrar definitivamente una España que ya no saben si merece la pena, ya que se ha convertido en un colador de migrantes que vienen a robarnos el trabajo y puede que a zampar perros, gatos y periquitos, vete a saber. 

La derecha española, que no hace sino replicar la conducta de las derechas internacionales no puede ser juzgada por esto, por meterse en fuera de juego, ya que incurre en ello por excesivo ardor. Como marca la internacional reaccionaria ha encontrado en la inmigración un asunto que adelanta el fin de la civilización sin importarles que vivimos en el nexo territorial de tres continentes y de decenas de apuestas culturales. El tránsito de personas es consustancial a nuestra geolocalización, pero nada importa, lo dice la guía del perfecto ultraderechista y allá que vamos. Si hay que hacer el ridículo se hace asistiendo en primera fila a observar cómo dribla la ética Meloni, auténtica xenófoba profesional, sin ser capaz de analizar ninguna de las acciones que su gobierno promueve. Patético Feijóo, en su condición de líder ultraderechista actúa como esos hooligans botarates que saltan a los estadios a abrazar a sus ídolos deportivos, bracean y airean bufandas mientras animan al resto del público a que sigan su ejemplo. Ya se sabe que todo acaba con la expulsión por la seguridad del recinto.

La derecha comienza a percibir que, o hace trampas, o no logra su deseo de dirigir el mundo

Pero como al delantero aprovechado, a Feijóo y a la derecha no se le puede reprochar totalmente esta conducta tramposa, tratan por todos los medios de lograr su objetivo, a ver si engañan a los árbitros y linieres y cuela lo de meter un gol en posición de ventaja ilegal. En fin, que la derecha comienza a percibir que, o hace trampas, o no logra su deseo de dirigir el mundo. Se enfrentan a una situación muy dura, las defensas que se oponen a rescatar un mundo pasado basado en la nación y la familia patriarcal se han robustecido, la acción coordinada de bancos centrales para bajar tipos de interés sin atentar contra la subida de la inflación, los planes de relanzamiento de la economía verde en USA, más los informes de Letta y de Draghi describiendo políticas de reindustrialización dirigidas por los estados integrados en la UE de manera coordinada, dejan las opciones mercantilistas y nacionalistas propias de la derecha nacional e internacional en claro fuera de juego. Los ataques al cosmopolitismo progre con los que pretenden recuperar el control las elites locales amparadas por siglos de dominaciones nacionales, denunciando dictaduras woke y no sé cuántas tonterías más, se deshace por falta de consistencia, no tienen sentido ni habilidades para llevar a cabo una estrategia de relevo ante la pujanza de la visión de un mundo que requiere cambiar de modelo. Todo parece ir en su contra.

Si ya sé, está la cuestión de la ultraderecha fascista y de su presencia amenazadora que están desajustando los sistemas de defensa en muchas partes, pero lo están haciendo desde un claro fuera de juego que pagarán con la anulación de su proyecto, que como en el caso de los delanteros torpes, no es sino aprovecharse de las debilidades que el propio juego genera. Y esto es así en ambos mundos.  

Yo le diría a Feijóo que puesto a imitar a un húngaro, mejor Puskas que Orban, mejor el tiro a puerta aunque se falle que huronear entre bambalinas a ver qué cae, expuesto a un fuera de juego perpetuo.

Todo lo que siempre quiso saber sobre el fuera de juego. ¡Gracias Feijóo!