viernes. 19.04.2024
Foto: Ayuntamiento de Pamplona

Escribo estas líneas cuando en Pamplona se celebran las últimas horas de esa fiesta universal; los Sanfermines.

Que este año debido a la situación de la pandemia jamás debió desarrollarse, pero que la presión de los que llevaban demasiado tiempo sin juerga, quebró la mínima resistencia del Ayuntamiento de Pamplona y el Gobierno de Navarra.

Probablemente porque están demasiado próximas, apenas diez meses, las próximas elecciones municipales y autonómicas, en las que esos numerosísimos juerguistas frustrados, más los comerciantes, hosteleros y hoteleros que habrían dejado de ingresar el inmenso maná que traen, se lo habrían hecho pagar caro.

Así la insensatez, incompetencia y especialmente cobardía de los dirigentes navarros, permitieron su celebración sin ninguna medida de contención del virus, que estos nueve días ha campado a sus anchas en aglomeraciones de récord.

Estos sanfermines finalizan esta noche y con ellos mi huelga, mi boicot, que entendí lleno de sensatez y responsabilidad

Por eso me declaré en huelga a estos sanfermines que tantísimos años he disfrutado a tope. Les he hecho boicot, supongo que minoritario y sin ninguna incidencia en su desarrollo. 

Este 2022 mi peña, el Muthiko Alaiak no me ha visto por sus locales, ni tampoco las calles, bares, o restaurantes de Pamplona, ajenos al daño que al mismo tiempo de su diversión se estaba produciendo.

Las cabriolas del destino hicieron que en su inicio el pasado 6 cayeran “chuzos de punta”, como si alguien se posicionara en mi misma línea, o que se contagiara el propio alcalde Maya, al que deseo una pronta recuperación.

El último encierro celebrado esta mañana ha cerrado el balance de heridos, casi todos por contusiones y menos de una decena por asta de toro, prácticamente en su totalidad ya dados de alta. Poca cosa.

Pero no nos han dado los que han producido la Covid, aunque intuimos que son bastantes más. El avance de ayer apuntaba a más del doble de ingresos y probablemente UCI y fallecidos. 

¿Vale la pena soportar esa carga para que miles de personas se diviertan, otras cuantas trabajen, o se forren con lo servido en sus locales a precios de escándalo? 

Respuesta compleja porque tiene que ver son los valores existentes o no en una sociedad insolidaria, egoísta y sobre todo individualista.

Estos sanfermines finalizan esta noche y con ellos mi huelga, mi boicot, que entendí lleno de sensatez y responsabilidad.

¿Ha servido para algo? Bueno, al menos hasta el instante en el que escribo esta reflexión no me ha pillado ese cruel morlaco.

También el vivir ajeno al torbellino de una fiesta que te abstrae del exterior, me ha permitido poder observar con más detenimiento lo que iba sucediendo en nuestro país y fuera de él.

Lo ocurrido estos 9 días dan para una colección de artículos. El Debate de la Nación, las propuestas de Pedro Sánchez, el culebrón Boris Johnson, la guerra y sus consecuencias, desde el drama humanitario que afecta a la ciudadanía ucraniana, hasta los efectos económicos en el resto de la población, especialmente europea.

La sombra de una nueva crisis económica de consecuencias impredecibles nos llega de forma amenazadora. Inflación, frío el próximo invierno, penurias para los más desfavorecidos…

También el peligroso monstruo del hambre y la desnutrición para una parte de la humanidad, como consecuencia del bloqueo de cereales básicos para evitarlo.

A partir de este instante me pongo manos a la obra sobre ello y amenazo con que tendréis noticias mías en forma de reflexiones y análisis.

Veremos…

Finalizo mi huelga sanferminera