jueves. 25.04.2024

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana… una tormenta de asteroides dañó una nave de otro planeta y una cápsula de supervivencia aterrizó en los límites del centro de un planeta llamado Distopía. De su interior apareció un modelo insólito de androide. Un modelo ya obsoleto, que obedecía a la clase Tomás Moro C4BO. Aquel individuo extraño y vestido de forma excéntrica, enseguida fue encadenado por los robots guardianes de color plata, y llevado ante la presencia de una dorada robot femenino, que ostentaba el cargo de jefa de los robots de oro de la Comunidad de Madrid.

- ¿De dónde vienes extraño robot arcaico? - preguntó la gobernante de aquel fabuloso planeta.

- Vengo de un planeta lejano llamado Utopía - contestó el robot extranjero.

- Pues has tenido suerte de llegar hasta aquí, puesto que este es un planeta distópico mucho mejor que el vuestro y con una organización ideal. 

Una tormenta de asteroides dañó una nave de otro planeta y una cápsula de supervivencia aterrizó en los límites del centro de un planeta llamado Distopía

- Siento discrepar, pero mientras venía hacia aquí, he visto las caras de vuestros robots de bronce y parecían estar muy afligidos.

- ¿Afligidos? Pero si les acabamos de subir el sueldo un seis por ciento.

- En realidad no les habéis subido su sueldo. Cuando me conecté a la Internet de este planeta descubrí que la inflación de este planeta es de un siente con tres. Lo que habéis hecho es forzar a la quiebra a las empresas más pequeñas, que tienen contratos firmados por muchos años y no pueden asumir esa subida salarial.

- ¿Y eso para qué? 

 - Así quedarán muy pocas empresas y todas estarán bajo vuestro control absoluto.

- Quizá sea cierto. No me lo han comentado mis consejeros. Pero es tan irrelevante, que reconozco que nunca lo había pensado - admitió la jefa de los robots dorados de la Comunidad de Madrid.

- Debería haber un robot que velara por los derechos de los robots de bronce.

- Ya lo hay.

- Pero es un robot de bronce que ha sido ascendido a la clase de oro. Ahora es uno de vuestros secuaces. Ante un conflicto no se puede posicionar de los dos lados a la vez. En otras palabras, no puede ser a la vez un robot de oro y un robot de bronce.

Los utópicos quizá somos inferiores porque no tenemos una organización ideal, pero somos superiores en otros aspectos, porque al contrario del vuestro, nuestro modelo no basa en la esclavitud

- Yo no tengo la culpa de que «el hombre sea un lobo para el hombre». Venís de un viejo planeta muy diferente. 

- En efecto, yo vengo de un planeta muy diferente. Los utópicos quizá somos inferiores porque no tenemos una organización ideal, pero somos superiores en otros aspectos, porque al contrario del vuestro, nuestro modelo no basa en la esclavitud.

- ¿Esclavitud? Eso es absurdo. No hay esclavitud en el planeta Distopía, al menos mientras yo sea la jefa de los robots de oro, de la Comunidad de Madrid. 

- Pues viniendo hacía aquí le pregunté a un robot de bronce por su tiempo libre y me dijo que carecía de él y que no le importaba, porque sin dinero el tiempo libre es una cosa sobrevalorada.

- Aquí no hay esclavos. Entre otras cosas porque la esclavitud es algo humano y aquí todos los trabajadores son robots de bronce.

- Eso mismo les dijeron a los robots de mi planeta. Pero un día sucedió algo que nos abrió a los ojos de par en par a todos. Había un robot de bronce que empezó a cambiar de color. De hecho, nunca llevaba el uniforme de forma correcta. Hasta que de repente, enloqueció. Tuvimos que desconectarlo. Cuando lo estudiamos para ver qué había sucedido. Descubrimos que debajo de la armadura de bronce había un corazón. En otras palabras, en lugar de desconectarlo deberíamos haberlo llevado a ver un doctor, es decir, a la sanidad pública. 

Descubrimos que debajo de la armadura de bronce había un corazón. En otras palabras, en lugar de desconectarlo deberíamos haberlo llevado a ver un doctor, es decir, a la sanidad pública

- ¿Todavía tenéis en vuestro planeta sanidad pública? Aquí hace mucho tiempo que suprimimos la sanidad pública. No era necesaria. ¿Para qué gastar dinero público en los robots de bronce? Son robots al fin y al cabo.

- Sí, tenemos todavía sanidad pública. De hecho, ahora mismo hay una marea blanca en contra de nuestros gobernantes porque la están desmantelando. Pero os diré algo: por lo que he visto vuestro planeta no es tan perfecto, pronto aquí también habrá una huelga de los robots de bronce. 

- ¿Una huelga de los robots de bronce? ¿Por qué?

- Porque los robots de bronce aquí también descubrirán que no son robots, son humanos.

- ¡Guardias! Quiero que decapiten a este viejo y loco robot. Es un utópico que sueña con los humanos y con traer el atraso de nuevo, a nuestra robótica civilización ideal.

Cuenta la leyenda que cuando iba subiendo al cadalso aquel viejo robot, modelo Tomás Moro C4BO, gastó un broma a su verdugo, al pedirle ayuda para subir, alegando que para bajar se arreglaría por sí mismo.

Fábula de la jefa de los robots de oro en la Comunidad de Madrid