jueves. 18.04.2024
gente-calleb

Todo parece indicar que afrontamos la fase final de la mayor crisis sufrida en nuestro país desde la recuperación de la democracia. Los daños ocasionados por la pandemia han sido muy graves, pero la sociedad española ha reaccionado con un grado encomiable de entereza, civismo y solidaridad.

Los retos que encaramos ahora son extraordinarios, en consecuencia. Proteger la salud de los españoles, recuperar la economía y los empleos, afrontar las transiciones pendientes en lo ambiental y lo digital, garantizar que nadie queda esta vez atrás, combatir las amenazas sistémicas del machismo, del odio, de la polarización social…

Retos extraordinarios para los que necesitamos de herramientas muy especiales. Hace falta un marco institucional adecuado y leyes habilitantes, desde luego. Los recursos son imprescindibles, claro: recursos económicos suficientes y recursos humanos con la formación adecuada.

Leyes, dinero, equipos… Todo esto es fundamental. Pero hay una condición más para hacer frente a todos estos desafíos con posibilidades de éxito. Se trata de una condición menos material o crematística, pero tan importante o incluso más, si cabe. La confianza.

La sociedad española ha de confiar en sus capacidades para resolver problemas y para encontrar soluciones. En primer lugar, porque puede hacerlo. Estamos preparados. Contamos con las instituciones, los recursos, la voluntad y los valores que requieren los retos mencionados. En segundo lugar, porque es preciso.

Confianza necesitan los inversores nacionales e internacionales para apostar por nuestro país. Es lo que precisan los empresarios grandes y pequeños ante las oportunidades que se les presentan. Es lo que habilita a los consumidores para decidirse a dar destino a sus ahorros. Porque con estas confianzas se dinamiza la economía y se crean puestos de trabajo.

Pero confianza es también lo que requieren las familias para adoptar decisiones, lo que buscan los jóvenes para atreverse a volar solos, y a lo que aspiran instituciones y entidades de la sociedad civil para dar pasos hacia adelante en términos de derechos, de bienestar…

La confianza ayuda a conquistar el futuro. La confianza lleva a la esperanza. La desconfianza, por el contrario, retiene, ralentiza, paraliza, imposibilita el progreso. La desconfianza lleva a la desesperanza.

Pero ganar confianza no solo es cosa del Gobierno, sino de todos. El Gobierno ha de mostrar voluntad, adoptar las decisiones adecuadas, asegurar las condiciones que la favorecen. Pero conquistar confianza para la sociedad española exige el esfuerzo de Gobierno y oposición, de las fuerzas políticas, de las administraciones autonómicas y locales, de los actores sociales…

¿Significa esto que los actores políticos y sociales han de renunciar al control y la crítica? Desde luego que no. Antes al contrario. Ganar confianza requiere exigir diálogo permanente, perseguir el entendimiento entre diferentes, extremar el control eficiente, asegurar la crítica leal y constructiva.

El control eficiente y la crítica constructiva son perfectamente compatibles con la voluntad de afianzar la confianza en la sociedad y en sus instituciones. Es más, son mutuamente imprescindibles.

Lo que no cabe en un país que necesita confiar en su presente y su futuro es la deslealtad hacia el interés general. Lo que es preciso erradicar es la estrategia de oposición basada en la “tierra quemada”, en el propósito de que al país le vaya mal para desencadenar el desgaste del Gobierno. Lo que no es admisible es el boicot al bien común para obtener ventaja política o electoral.

Los retos que tenemos por delante son demasiado importantes para afrontarlos con mirada estrecha e interés egoísta.

Finalizar el proceso de vacunación. Consolidar la recuperación económica. Aprovechar los recursos europeos para modernizar nuestro aparato productivo. Ganar justicia y eficiencia en las políticas públicas. Subirnos a la locomotora de las grandes transformaciones en marcha, la ecológica, la digital, la igualdad entre mujeres y hombres. Actualizar nuestro modelo territorial en clave federal y solidaria…

Ganar confianza es ganar futuro. Y solo depende de nosotros. ¿Es mucho pedir? No creo.

España necesita confianza