viernes. 29.03.2024
trabajadores

En los últimos meses los medios de comunicación vienen resaltando el aumento de la inflación, el descontrol de los precios energéticos o el incremento del recibo de la luz, a ello se añade la falta de mano de obra en varios países. La crisis provocada por la covid-19 ha destruido millones de empleos y muchas personas trabajadoras que han perdido su puesto de trabajo todavía están en el desempleo. Las estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el impacto de la crisis en el empleo   son contundentes, a lo largo de 2020 se habrían destruido unos 255 millones de puestos de trabajo a tiempo completo en todo el mundo. Actualmente en los mercados laborales de las mayores economías del mundo se observa una tendencia de clara recuperación, llegando en muchos casos a la situación de no encontrar trabajadores suficientes para satisfacer las necesidades de mano de obra de las empresas.

Mientras millones de personas siguen desempleadas, ya que la actual recuperación de los mercados laborales coexiste con unas tasas de desempleo superiores a los niveles que tenían en 2019. La mayoría de las autoridades de las principales economías del mundo afectadas actualmente por la falta de mano de obra han manifestado su preocupación sobre sus posibles efectos sobre la recuperación. El problema es muy visible en países como Estados Unidos o el Reino Unido, y aunque con otra dimensión también afecta a la Unión Europea (UE) o China. En julio de este año, la escasez de trabajadores en Estados Unidos llegaba a su punto máximo de la serie histórica, con casi 11 millones de vacantes sin cubrir. También este verano en el Reino Unido las estadísticas oficiales alertaban de casi 1 millón de empleos vacantes, solamente en el sector servicios.

Entre 2013 y 2019 la falta de trabajadores aumentó y la pandemia del coronavirus agudizó esta escasez

Este problema que afecta a varios países nos plantea entre otras las siguientes interrogantes: ¿Qué explicación se puede dar al hecho de que las ofertas de puestos de trabajo queden vacantes y las personas demandantes de empleo no encuentren ocupación? ¿Cómo interpretar esta aparente contradicción? Este no es un problema desconocido, en los años previos a la crisis de la covid-19, la problemática de la escasez de mano de obra fue cobrando cada vez mayor relevancia en los mercados laborales de la UE y otros países industrializados. La Fundación Europea para la Mejora las Condiciones de Vida y Trabajo (EUROFOUND), en un reciente informe, recoge que entre 2013 y 2019 la falta de trabajadores aumentó, y la pandemia del coronavirus agudizó esta escasez, aunque en algunos sectores viene de lejos, como en las actividades sanitarias o en las tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC).

En España, la crisis sanitaria y sus efectos negativos sobre la economía y el empleo están siendo sensiblemente inferiores a los de la crisis económica de 2008. La Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de este año recogía a 3.543.800 personas en desempleo – 313.200 parados más que en el mismo periodo de 2019- y la tasa de paro se situó en 15,26%, desde entonces se han encadenado tres meses de creación de empleo y de reducción del paro registrado por los servicios públicos de empleo. En cambio, la caída del empleo durante la crisis financiera llego a alcanzar a 6.202.700 personas paradas con una tasa de paro del 27,16%, según la EPA del primer trimestre de 2013. Las causas de tan importantes diferencias en la evolución del empleo en ambas crisis obedecen a las políticas aplicadas por los correspondientes gobiernos.

Durante la crisis financiera, el Gobierno del PP impuso, sin diálogo social ni consenso político, las políticas neoliberales basadas en los recortes en los servicios públicos, en la protección social y en las políticas activas de empleo y una reforma laboral que desreguló la negociación colectiva para devaluar los salarios, provocó la precarización del empleo y de las condiciones de trabajo y facilitó el despido. Produciendo todo ello un incremento de las desigualdades y la pobreza laboral. Frente a aquellas políticas regresivas y lesivas para el trabajo decente y la cohesión social, el Gobierno de PSOE-UP viene desarrollando una respuesta a la crisis sanitaria basada en un amplio conjunto de medidas, pactadas en el diálogo social y apoyadas por una amplia mayoría parlamentaria, para proteger el tejido productivo y las rentas de los trabajadores y las familias, mantener el empleo con los ERTE y la ampliación de la protección por desempleo, las ayudas a las empresas y autónomos, la protección extraordinaria al trabajo autónomo o el Ingreso Mínimo Vital (IMV) para dar protección a las personas vulnerables.      

La falta de mano de obra en la actualidad no adquiere una gran dimensión pero requiere que se le preste la atención necesaria para poder prevenir su evolución futura

La falta de mano de obra en nuestro mercado laboral en la actualidad no adquiere una gran dimensión, pero requiere que se le preste la atención necesaria para poder prevenir su evolución futura. Por ahora tiene unas características coyunturales derivadas de los efectos del estado alarma sobre los flujos migratorios y la recuperación de las actividades turísticas, se centra en sectores como la agricultura y en menor medida en la hostelería. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en la Encuesta Trimestral de Costes Laborales del segundo trimestre de este año, los puestos de trabajo vacantes crecieron hasta 120.000, siendo el 88% de las ofertas de empleo sin cubrir del sector servicios.

Para nuestra recuperación, hacen falta coyunturalmente trabajadores en sectores intensivos en mano de obra, como la construcción, transportes, hostelería, turismo, limpieza o cuidados personales. En estos sectores la demanda de mano de obra está creciendo rápidamente a medida que se recupera la normalidad turística. Se ha producido un trasvase de trabajadores desde algunos de los sectores más golpeados por la crisis hacia otros más estables. Las actividades de la agricultura o la hostelería serian de los más afectados por esa recolocación de los trabajadores a la búsqueda de mejores retribuciones y condiciones de trabajo más estables, pues las actuales de estos sectores son muy duras (bajos salarios, trabajos a la intemperie en la agricultura, largas jornadas laborales o en el caso de la hostelería horarios en los fines de semana). Es previsible que este desajuste se prolongue durante varios meses, por eso la negociación colectiva debe ser el ámbito más adecuado para establecer los procedimientos para atraer a las personas desempleadas a estas actividades, en base a la formación, la mejora de los salarios y de las condiciones laborales.

También hay que afrontar un problema estructural: el desajuste entre la formación de los trabajadores y los perfiles de los puestos de trabajo que ofertan las empresas. Pues estamos inmerso en un profundo proceso de transformación con dos pilares fundamentales: la transición ecológica y la digitalización, que requieren nuevas cualificaciones, habilidades y aptitudes mediante transiciones profesionales. De hecho, el Gobierno PSOE-UP en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, y también en el Proyecto de los PGE de 2022, ha puesto en marcha reformas y potentes planes de inversión en materia de formación profesional, el fortalecimiento de los servicios públicos de empleo para aumentar su capacidad para atender a los desempleados y a las empresas, junto con el impulso del empleo estable y con derechos mediante la derogación de la reforma laboral de 2012. El dialogo social tiene un papel clave en el diseño y la aplicación de las medidas para la formación y cualificación de los trabajadores, y en dotar de estabilidad y modernidad a nuestro mercado laboral.

La escasez de trabajadores