viernes. 29.03.2024

Desde que el Coronavirus entró a formar parte de nuestras vidas hay un interés manifiesto por la epidemiología, por la necesidad de la población para entender los informes que los expertos ofrecen diariamente sobre la evolución de la pandemia. Me he planteado escribir este artículo porque varias personas me han preguntado acerca de la inmunidad de grupo (también llamada inmunidad de rebaño),a pesar de que no soy epidemiólogo sino sólo un pediatra y médico de atención primaria que a mitad de su ejercicio profesional colgó el fonendoscopio para dedicarse al ámbito de la salud mental.

Comencemos diciendo que el objetivo de esta inmunidad de grupo es conseguir que la mayoría de la población quede inmunizada ante un germen patógeno en beneficio y  protección de la minoría que aun sea vulnerable y susceptible infectarse.El fundamento de la inmunidad de rebaño es que si hay muchas personas inmunes en una población (bien por haber sufrido la infección —con o sin síntomas— o bien por haber recibido la vacuna), el virus no podrá utilizarlas como puente para llegar a otras personas. Un virus es incapaz de sobrevivir si no encuentra un huésped no inmunizado que lo albergue y desde el que pueda lanzarse a otro ser humano para también infectarlo.

Un virus solo es capaz de sobrevivir dentro de la célula de un ser vivo (humano o animal), pero si este ser tiene anticuerpos contra el virus en cuestión, el microorganismo acabará desapareciendo. Por ello, cuantas más personas estén inmunizadas en una colectividad, menos posibilidades tendrá un virus de expandirse y saltar de unas a otras infectando a un elevado porcentaje de la población.

Una satisfactoria inmunidad de grupo —o de rebaño—se llega a conseguir cuando un número mayoritario y suficiente de personas están inmunizadas, y pueden actuar como freno para que el virus que llega a ellos no pueda utilizarlos como trampolín para saltar e infectar a quienes carecen de inmunidad.

¿Que porcentaje de la población debe ser inmune al coronavirus para que haya una buena inmunidad de grupo?

Cada virus tiene su propio potencial para propagarse. Se le conoce con las siglas (Ro). El (Ro) del coronavirus es del 2-2,5, lo que quiere decir que cada persona que queda infectada, transmitirá la infección a dos personas (o dos y media más exactamente), y estas a su vez a cuatro, luego a ocho, dieciséis… así hasta que la infección alcance a toda la colectividad, a no ser que se apliquen medidas para evitarlo. Estas medidas son el confinamiento, el tratamiento de la enfermedad, y sobre todo la prevención de la misma con una vacuna.

Consideramos que hay inmunidad de grupo frente al coronavirus cuando el 50-60%  de población está inmunizada.

El proceso del contagio

Una vez que el coronavirus entra en el organismo del primer individuo contagiado,este infectará a dos personas (técnicamente 2,5), estas dos lo transmitirán a cuatro, estas cuatro a ocho,y así sucesivamente mediante un incremento exponencial de contagios.Si no se consiguiera desarrollar una inmunidad de rebaño, el resultado sería que toda la población acabaría infectándose.

Sin embargo, cuando la mitad  (o más) de la población establece contacto con el virus y acaba siendo inmune, el coronavirus se detiene en su propagación de un modo natural conforme van habiendo más personas inmunes (y no transmisoras) frente a las que son capaces de transmitirlo.

¿Qué inmunidad de rebaño tenemos en España?

Ya hemos reseñado que la inmunidad de rebaño se considera eficaz cuando un 50-60% de la población está inmunizada.Y es aquí donde nos encontramos con un serio problema,pues la inmunidad de rebaño frente al coronavirus en nuestro país (y en casi todos los de nuestro entorno)  es sólo del 5%,lo que permite que el virus se expanda a sus anchas y que el peligro de nuevos brotes sea muy alto si no se adoptan medidas de confinamiento, distanciamiento social y protección extrema. Este dato no deja de ser alarmante, pues indica que seguimos corriendo un gran riesgo y que la normalidad en solo una meta a largo plazo.

Esto debería ser asumido, asimilado y racional y humanitariamente procesado por aquellas personas que actúan de un modo irresponsable, sin guardar las distancias de seguridad y saltándose el confinamiento según les parece y apetece.

España y el resto de países vecinos estamos muy lejos de la ansiada inmunidad de rebaño del 50-60%. Es por ello que con  una raquítica media de sólo el 5% de la población inmunizada  (es decir, que posea anticuerpos contra la Covid-19) el riesgo que corremos sigue siendo de extrema gravedad si no se toman medidas. Además, el asunto empeora si asumimos nuestro desconocimiento de si tras pasar la enfermedad queda una inmunidad permanente, o por el contrario hay riesgo de volver a infectarse.

¿Qué hacer entonces con una inmunidad de grupo tan baja?

No le demos vueltas. La única solución eficaz para frenar la pandemia de coronavirus es encontrar una vacuna que propicie un elevado porcentaje de población inmunizada. Hay que subir de ese 5% que ya tenemos de forma natural, hasta  llegar al 50-60% de inmunidad que sólo conseguiremos a través de la vacuna.

También hay otro modo de aumentar el porcentaje de inmunidad de grupo sin necesidad de vacuna. El mecanismo sería abandonar el confinamiento y la protección.Lanzarnos todos a la calle, hacer una vida normal, darnos las manos al saludar y abrazarnos, tosernos y estornudarnos a la cara los unos a los otros, apretarnos a escasos centímetros dentro de los ascensores, dentro de salas de espera, establecimientos comerciales, estadios deportivos, discotecas, cines… Todo esto propiciaría una serie de infecciones en masa en las que los supervivientes quedarían inmunes y aumentaría por tanto el porcentaje de la inmunidad de grupo. Pero claro, en el camino se quedarían cientos de miles de muertos. 

Obviamente, la medida más sensata es extremar las precauciones hasta que dispongamos de una vacuna.

¿Qué hacemos hasta que llegue la vacuna?

Que sólo un 5% de la población española se haya infectado de coronavirus, se deduce que el 95% de la población sigue siendo susceptible de enfermar. También nos informa este dato de que adquirir una inmunidad de grupo de más del 50% será un proceso muy lento. La conclusión es que hasta que no se alcance ese porcentaje tendremos que seguir adoptando medidas que frenen la transmisión del virus. 

Deberemos tener paciencia, mucha paciencia. Aprender a vivir en una nueva normalidad que en principio no nos parecerá nada normal, sobre todo porque la vacuna puede tardar en llegar a los consultorios bastante más de un año.

Aquellas personas poco concienciadas socialmente que se rigen por criterios económicos y que quieren lanzar a todos los trabajadores a la calle y a las cadenas de producción lo más pronto posible, deberían ser sensatas en sus aspiraciones y ponderar si merece la pena priorizar la crisis económica por delante la sanitaria, y a costa de miles de muertes que hoy pueden evitarse con medidas de contención hasta que llegue la vacuna.

Por ejemplo, enviar ya a los niños al colegio como exigen algunos colectivos,sería exponerse a una transmisibilidad muy alta entre los niños y también un peligro para sus familias. En este sentido, tenemos la lamentable experiencia de lo que ha sucedido cuando el virus ha entrado en residencias o centros de colectivos vulnerables por su bajo nivel de defensas o patologías previas.

Reflexión final

Conocemos muy poco del coronavirus, pero sí sabemos de su enorme capacidad de transmisión,incluso entre personas asintomáticas. Esto aconseja que cualquiera de las decisiones que se tome en el desconfinamiento, se hagan con prudencia y sean de muy bajo riesgo.

Hay que insistir en mantener el distanciamiento social a pesar de que algunos trivialicen esta precaución. Las medidas de prevención que se apliquen deberían ser consensuadas por todas las fuerzas políticas, y estar ajustadas a los informes de los expertos en epidemiología, muy por encima de lo que proponen los economistas y el sector empresarial.

Hay que ser cautos.Estar en estado de alerta permanente. Día tras día. Minuto tras minuto. Las decisiones tomadas una mañana pueden ser inservibles por la tarde si los indicadores aportan datos diferentes. Seamos pues sensatos y que nadie aproveche  esta volubilidad de los indicadores para hacer política, pues cambiar de estrategia no significa necesariamente improvisar por ineptitud sino adaptarse a las circunstancias y estar en estado de alerta permanente para reaccionar adecuadamente si el virus nos sorprendiera con un rebote.

¿Que es la inmunidad de rebaño o inmunidad de grupo?