viernes. 19.04.2024
Miguel Ángel Ruiz, portavoz de Educación del PP en el Parlamento andaluz
Miguel Ángel Ruiz, portavoz de Educación del PP en el Parlamento andaluz.

Hace ya unas cuantas semanas que Irene Montero, la “portavoza” de Unidas Podemos en el Parlamento, sembró el escándalo lingüístico al utilizar la palabra que hemos colado entre comillas. El terremoto tuvo su mayor epicentro, no en el Parlamento español, sino en el de Málaga, donde el portavoz en materia educativa del PP intervino escandalizado por, según su opinión, la utilización de dicho palabro y lo que esto entrañaba de perversión ideológica como signo de la consumación de una política educativa sumida en la más absoluta ignorancia, representada por la ley Celaá.

Miguel Ángel Ruiz, que así se llama este parlamentario andaluz, se subió al andamio de la perorata para, no solo dar una lección a sus señorías del buen uso del lenguaje, sino de cómo este se pervierte por culpa de una ideología que no sea la del PP.

El diputado Ruiz recordó a sus señorías que la palabra “portavoza” era una palabra compuesta -una pena que no dijera que era parasintética-, formada por dos lexemas, porta y voz-, algo que el alumnado de Primaria y, ya no digamos de Secundaria, sabe perfectamente, haya estudiado bajo la égida educativa de la ley de Moyano o de la más moderna y controvertida ley de Celaá.

Paradójicamente, el ilustrado diputado andaluz, en lugar de criticar el pésimo uso de la palabra portavoza y quedarse en esa orilla, se precipitó en las aguas movedizas de la gramática española, llena de divertidas y azarosas excepciones.

El señor Ruiz dijo a sus señorías como si se tratara del descubrimiento del hielo, al estilo de Aureliano Buendía, el de Cien años de soledad, que la palabra portavoz era un nombre epiceno. Imagino la cara de asombro de sus señorías. “¿Epiceno? Me quiere sonar, pero, ahora no caigo”.

En realidad, seguro que para estos diputados como para la mayoría de la población española, la palabra epiceno será de aquellas palabras que lleva tiempo enterrada, tanto por su mal uso como por su falta de uso.

Y hubiese hecho muy bien el señor Ruiz de no tentar al diablo de la gramática trayendo a colación dicha palabra, porque, para decirlo de una vez por todas, la palabra portavoz no es un epiceno.

En su intervención, el parlamentario andaluz señaló que esta ignorancia gramatical se debía a la ignorancia del vulgo, lo que es verdad, pero no lo es, que dicha ignorancia la esté promoviendo la ley de Celaá o, apurando más la legislación, ni la LOE, ni la LOCE o ni LOMCE. A fin de cuentas, ni con la LOE, la LOCE y la LOMCE el vulgo jamás supo qué diantres era un epiceno.

Míster Ruiz es evidente que realizó sus estudios bajo el imperativo educativo de una ley que nada tenía que ver con la ley Celaá. Y, sin embargo, ha venido al parlamento andaluz y tan campante y seguro de su saber ha afirmado categóricamente que la palabra portavoz es epicénica cuando no lo es. ¿Quién le habrá dicho que lo es?

Portavoz no es epiceno, por mucho que así se diga en el parlamento andaluz, y que tal afirmación se sostenga en tierra de Antonio Nebrija

Veamos. Dicho étimo proviene de epicoenus, del griego epicoinos. Está formada por un prefijo, epi (por encima) y koinós (común). Literalmente, significaría “por encima de lo común”. Sintiéndolo ni poco ni mucho, es decir nada, al parlamentario Ruiz habría que recordarle que hay muchas palabras que son idénticas para ambos géneros, masculino y femenino, y no tienen género epiceno, por ejemplo portavoz, sino que tienen ambos géneros. Es decir, son de género común que ciertos lingüistas y gramáticos llaman ambiguo. Y se pueden usar con cualquiera de los géneros, distinguiéndolas por el artículo antepuesto: el estudiante o la estudiante, el paracaidista o la paracaidista, el portavoz y la portavoz. En definitiva, portavoz no es epiceno, por mucho que así se diga en el parlamento andaluz, y que tal afirmación se sostenga en tierra de Antonio Nebrija.

Cualquier gramática al uso dirá que la palabra de género epiceno mantiene un género único, sea para el macho como para la hembra. Se dirá la araña, sea macho o hembra, y nunca el araña; se dirá siempre la serpiente, sea macho o hembra, y nunca el serpiente. Esa es la prueba de que portavoz no es una palabra de género epiceno, porque solo tiene un género: portavoz y, consecuentemente, el portavoz y la portavoz.

Nunca portavoza.

Decía Miguel Ángel Ruiz que, antes de subir a la palestra, era muy conveniente cuidar el lenguaje, porque, si no, se puede hacer el ridículo de manera sobresaliente cum laude. Consejos vendo pero para mí no tengo. En cuanto a lo de cuidar el lenguaje, dejemos el chiste para otra ocasión, porque lo que menos le importaba a este diputado era si portavoz es epiceno o polisílabo. Lo que de verdad le importaba era afear la ley Celaá que, al parecer ya está causando furor entre la gente, pues esta ya no distingue lo que es un nombre común de un nombre epiceno, lo que, como se sabe, es clave y fundamental para la vida.

Según Ruiz, es necesario “criticar el mal uso del lenguaje, porque antepone la ideología al conocimiento”. En efecto, y para ejemplo de este pésimo hábito, su intervención en el parlamento andaluz que, partiendo de una tontería mayúscula, se haya dedicado a despotricar la ley de Celaá, como si esta prohibiera al alumnado aprender la naturaleza de las palabras.

Pero el sectarismo ya está sembrado. El discurso de este diputado ha generado en internet 1707 intervenciones que comparten la inmensa sabiduría lingüística de aquel. Es decir, 1707 individuos que, obviamente, ignoran que portavoz no es epiceno y, tampoco, les da ningún apuro hacer el ridículo apoyando una falsedad.

En realidad, les importa un pepino saber qué es un epiceno o la madre lexical que lo inventó. El objetivo es otro: ridiculizar la política educativa del PSOE, cuando, en realidad, tendrían que haber afeado a Unidas Podemos, cuya fechoría epicénica perpetró su portavoz. Un detalle que demostraría más si cabe la intrínseca mala uva del PP, como la de sus seguidores en las redes sociales, que, con tal de despotricar contra el gobierno les da lo mismo un epiceno que una palabra parasintética.

Lo señalan muy bien estas dos intervenciones que derivan de una simple anécdota la generalización de que “los socialistas solo quieren incultos para adoctrinarlos en sus ideas” o que “habría que cantarles (a los socialistas) la canción de Peret, borriquito como tú, que no sabes ni la u (pues) son analfabetos vocacionales y sacan leyes de educación, sin tener ni zorra idea de nuestra lengua. Por dios que se pasen pronto estos dos años para las elecciones. ¡Cómo se pueden reunir tanto incompetente en un gobierno. Estos, tienen que pertenecer a algún club de ineptos secreto o algo así”.

Pues eso.

¡Epiceno serás tú!