jueves. 28.03.2024
aragones junqueras
Pere Aragonés y Oriol Junqueras.

Estas elecciones, a pesar de la reducción del suflé independentista, se antojan como una de las más determinantes para el futuro del estado y de la nación y los representantes populares electos por cada uno de los partidos tienen una ingente responsabilidad sobre sus hombros para tratar de asegurar la gobernabilidad y evadir la posibilidad, nada remota si atendemos a los resultados, de vernos en unos meses en una nueva convocatoria electoral. Dicho esto, procedemos al análisis, enfocado, por supuesto, en la formación de futuros gobiernos en la comunidad.

Antes de empezar, conviene tener en cuenta que, si bien el sistema electoral se muestra bastante proporcional en la circunscripción de Barcelona, donde se eligen 85 diputados, en el resto de provincias donde la magnitud del distrito es menor se sobrerrepresenta el ámbito rural en detrimento del urbano. Esto es especialmente significativo cuando vemos que hay una diferencia entre bloques de más de una decena de escaños a favor del independentismo, pero con un porcentaje de votos que no llega al 3% de diferencia entre bloques. ¿Cómo medimos la legitimidad de cada uno de los bloques e, incluso, de los partidos que los conforman cuando hay una diferencia tan significativa entre votos y representación obtenida?

Partiendo de estas premisas, observamos cómo los dos principales “cleavages” o fracturas en estas elecciones: el eje territorial y el eje ideológico, se han resuelto de muy diferente manera entre los distintos contendientes. Por un lado, los partidos independentistas, que han superado sus diferencias ideológicas y han optado por alinearse en torno a lo que más les puede unir: la apuesta por la independencia, a pesar de que Junts ha realizado algunos apuntes con barnices de izquierdas para confundir el voto a los simpatizantes de ERC.

Por otro lado, los partidos llamados constitucionalistas siguen observando mayoritariamente el eje ideológico, como se ha podido ver con los vetos lógicos entre partidos; el de Vox al PSC por ejemplo es paradigmático, lógico a la par que mutuo, pero demuestra que la forma de plantear las campañas y de asegurar alianzas postelectorales son muy distintas entre ambos bloques, partiendo de la base de que ambos eran muy sólidos en su conformación inicial y que las posibilidades de modificar voto se concentraban de forma intrabloque. Con estos mimbres, vamos a proceder a un somero análisis de los resultados electorales de cada uno de los partidos.

CIUDADANOS, EL GRAN DERROTADO DE LAS ELECCIONES

El gran derrotado en estas elecciones es, con diferencia, Ciudadanos. La falta de una estructura organizativa que supere el ámbito regional y que pueda servir de sustento en forma de poder municipal, que es donde se cimentan los liderazgos, como bien sabe el PSC, le ha lastrado de forma insuperable, junto con el declive generalizado del partido a nivel nacional y el cambio de liderazgo de Lorena Roldán a Carlos Carrizosa, que motivó el pase de aquella a las filas populares, sin que pueda considerarse como un revulsivo, como se ha podido comprobar en las filas populares. De todos modos, la principal causa es el recuerdo de la sonora derrota en las elecciones generales de noviembre de 2019, donde Ciudadanos perdió, quizás para siempre, la posibilidad de decidir la gobernabilidad a nivel nacional.

Es cierto que Ciudadanos nació en Cataluña y que su base social es distinta en ambos ámbitos territoriales, pero la querencia por el centro político que desdeñó Albert Rivera cuando tuvo la oportunidad de ser vicepresidente del gobierno y que podía decidir, ora izquierda, ora derecha gobiernos a nivel local o regional, tornó en desgracia cuando decidió optar, por inquina personal, más que por estrategia política, con alinearse con la derecha más recalcitrante en detrimento de ese carácter transversal que le podría permitir facilitar la gobernabilidad y ser decisivo. Inés Arrimadas ha intentado volver a centrar al partido apoyando pactos con Pedro Sánchez, pero el daño parece estar ya hecho y las tiritas que se le puedan poner parece que no van a salvar la vida a medio o largo plazo a un enfermo que va camino de la misma singladura a la que sucumbió la UPyD de Rosa Díez, en ambos casos, por el endiosamiento de sus líderes.

Estas elecciones suponen un respaldo evidente a Pedro Sánchez y a su forma de enfocar la solución al “problema catalán”

En cambio, el PSC es uno de los grandes triunfadores de la noche. Ha ganado las elecciones en número de votos empatando en escaños con ERC. La jugada política de desplazar a Miquel Iceta del liderazgo de la candidatura en favor de Salvador Illa se ha desvelado como muy acertada, tanto por la personalidad del nuevo líder como por el cariz adoptado en la campaña en aras de tratar de situar el foco y el mensaje en asuntos que afectan a la vida diaria de los catalanes como el empleo y la sanidad, pasando un poco de puntillas por la cuestión de la territorialidad y ha sido recompensando con la gran responsabilidad, ya anunciada por Illa, de acometer el reto de presentarse a la investidura como candidato a la presidencia de la Generalitat.

Estas elecciones suponen un respaldo evidente a Pedro Sánchez y a su forma de enfocar la solución al “problema catalán” aunque ya veremos en la parte final del artículo las posibles fórmulas de pactos que se podrían dar y cuáles serían las deseables para la situación actual.

En el caso de ERC, no cabe duda que, al haber empatado a escaños con el PSOE, pero, sobre todo, al haber adelantado a su máximo rival en el liderazgo independentista, Junts, es una gran victoria, máxime teniendo en cuenta que el sucesor de Junqueras, a pesar de venir de ser el vicepresidente y posteriormente, el presidente de la Generalitat desde la inhabilitación de Torra, no gozaba de mucho predicamento en el mundo independentista y las oscilaciones de ERC entre el eje independentista y el ideológico parecen haberse decantado por el primero ya que han vetado un pacto con el PSC.

Junts ha aguantado mejor de lo que se esperaba y han ido remontando a medida que avanzaba la campaña, de tal manera que la frase de Felipe González acerca de la necesidad de un debate y una semana más de campaña para volver a ganar las elecciones se podría aplicar a Junts y a sus candidatos, la imputada Laura Borrás y el fugado Carles Puigdemont. El llamamiento a un pacto independentista ha sido lo primero que ha expresado y los resultados parecen avalar su petición, aunque con un cambio de liderazgos fruto del resultado electoral. Su victoria interna contra la escisión del PDCAT, que se ha quedado fuera del Parlament, le augura un incierto futuro político ocupando uno de los márgenes ideológicos del independentismo.

Vox es otro de los grandes triunfadores de la noche. Han pasado de la nada a 11 escaños obtenidos en las 4 provincias catalanas y asumiendo el liderazgo de la derecha nacional en Cataluña. Aquí podemos ver otra de las jugadas maestras de la estrategia política cuando la moción de censura presentada por Vox a Pedro Sánchez fue introducida por Ignacio Garriga dando a conocer al próximo candidato a presidente de la Generalitat de Vox. El significado de este resultado afecta de lleno tanto a Ciudadanos como al PP que demuestra que el alejarse de Vox, a pesar de ser la opción lógica para mantenerse dentro del espectro constitucional, le sigue penalizando por sus vaivenes ideológicos y por gobernar Madrid y Andalucía con Vox marcándoles el paso.

El PP es el otro gran derrotado en esta convocatoria. Deseoso de alcanzar las migajas de la debacle de Cs, ha visto que Vox, el PSOE y la abstención han dejado su ilusión previa en agua de borrajas y todo ello con una campaña excepcionalmente moderada, dentro de lo que puede ser tratándose de la derecha donde ha sido candidata Cayetana Álvarez de Toledo y del ambiente polarizado existente en la política catalana. Aún es pronto para ver las posibles consecuencias a nivel nacional, pero no cabe duda que Vox redoblará los ataques tanto en Cataluña como en España con el objetivo de que el PP vuelva al redil de la derecha más extrema.

La CUP, por su parte, dentro de la tradicional volatilidad electoral que siempre ha tenido, es el partido que concede el liderazgo en votos y en escaños por primera vez al independentismo en Cataluña. El hecho de que varíen en cada convocatoria su cabeza de lista y que se tomen las decisiones de pactos de forma asamblearia impide la identificación de un liderazgo claro, pero parece evidente que apoyarán un gobierno independentista por encima del contenido ideológico.

En Común Podem, de manos de su candidata, Jessica Albiach ha logrado mantener su resultado en un contexto de grandísima presión electoral y todo ello, a pesar de los desmanes y afán de protagonismo de su líder nacional, Pablo Iglesias. En esta situación también se la puede situar en el bando de los triunfadores porque, si la CUP es la que otorga el liderazgo en número de votos y escaños a los independentistas, el revulsivo de Illa para los socialistas y la consolidación de los 8 diputados de los comunes dan el liderazgo a la izquierda en el bloque ideológico. De hecho, parece seguro que, se opte por el eje ideológico o por el territorial, las opciones pasan por pactar con En Comun Podem.

Por último, conviene hacer referencia a la abstención. Es cierto que no es un partido, pero casi el 50% de la población con derecho a voto de Cataluña no lo ha ejercido. Las causas pueden ser múltiples y variadas, donde la pandemia y la desmovilización del voto no independentista ocupan las primeras posiciones, pero sin duda ha influido en el recuento electoral y, en caso de convocatoria de nuevas elecciones dentro de unos meses, si la situación de pandemia mejora, la abstención será menor y no sabemos todavía esos indecisos que en esta convocatoria optaron por quedarse en casa, hacia donde fluctuarán.

SE IMPONE EL EJE TERRITORIAL

Una vez hecho este pequeño resumen vamos a evaluar las posibilidades de gobierno que se plantean atendiendo a los resultados.

Como decíamos anteriormente, el eje territorial es el que se ha impuesto en la campaña electoral en detrimento del ideológico y, en ese sentido, las opciones parecen favorecer la investidura de Pere Aragonés con el apoyo de Junts, En Común Podem, CUP y ERC. Evidentemente, la mayoría absoluta se obtiene con esta variopinta coalición, cosa distinta es que haya un movimiento más ideológico donde esta coalición se mantuviera sin que Junts entrara en responsabilidades de gobierno, pero ostentando éstos la presidencia del Parlament. Admito que cabe esa posibilidad, pero me parece una quimera, con lo que si Aragonés quiere el apoyo de Junts tendrá que ser con la correspondiente cuota de poder necesaria para asegurar la reedición de un gobierno independentista similar a los anteriores y trufado de los mismos problemas de convivencia.

No obstante, cabe otra opción, pero sigue dependiendo de ERC y es el hecho de que opte por el eje ideológico a la hora de formar gobierno. Las opciones son muy remotas ya que el PSC ha ganado las elecciones y ERC querría la presidencia ya que la tiene prácticamente asegurada si opta por el eje independentista y el PSC no se puede permitir estar en un gobierno en el que no ostente la presidencia habiendo ganado las elecciones, claro que estas elecciones deben ser vistas en clave nacional y, en ese sentido, al PSC le puede venir bien seguir ostentando ese poder de moderación de un gobierno comandado por ERC desde fuera y asegurarse un apoyo duradero a Pedro Sánchez de los diputados de los republicanos presentes en el Congreso que permita agotar la legislatura.

Estas dos opciones son las más plausibles. Es cierto que pueden caber otras como un gobierno de Salvador Illa apoyado por ERC y los Comunes lo que, sinceramente, sería la opción más deseable para asegurar la gobernabilidad de la región y, sobre todo, para alejarla de veleidades independentistas, pero ERC no permitirá eso y tienen la llave del gobierno junto con En Comú Podem.

En estos casos conviene tener en cuenta que, si se llega a acuerdos que no se cumplan en un momento dado, ERC y el PSC, podrían tener la responsabilidad ante los electores de provocar otra convocatoria electoral en un contexto pandémico, de crisis económica y de gestión de fondos europeos que es vital para el futuro a medio y largo plazo de Cataluña, pero también del resto de España. No podemos olvidar que los 13 diputados de ERC en Madrid son muy importantes en el momento actual.

¿Gobierno o nuevas elecciones en Cataluña?