viernes. 29.03.2024
cortes castilla leon
 

La extensión territorial que abarca la Comunidad Autónoma de Castilla y León representa un 18,6% de la de España. Su población en cambio -2,4 millones de habitantes-, se sitúa en el 6,1%, la tercera parte del antedicho porcentaje. Reúne además casi un 30% de los más de 8 mil ayuntamientos españoles. Un poder atomizado y disperso sometido al híper centralismo interno de su Autonomía (polarizada en Valladolid).

De las personas en edad de votar, la mitad tiene ahí más de 55 años, mientras que los menores de 35 representan tan solo el 18%. En otras Comunidades con más habitantes y más densamente pobladas -Catalunya o Madrid, por ejemplo- esas proporciones se sitúan respectivamente en 11 puntos menos (en los mayores de 55) y 5 puntos por encima (en los más jóvenes, los de menos de 35 años).

La Constitución de 1978 consagró el previo y preconstitucianal señalamiento de la provincia como demarcación o distrito electoral. Como consecuencia de ello, para mandar a un diputado al Congreso, por cada voto emitido en la referida Comunidad se requieren en la de Madrid 2,1 y en la de Catalunya 1,7. Por provincias el desequilibrio es todavía mayor: frente a un voto emitido en Soria hay que juntar casi 5 en Madrid y algo más de 4 en Barcelona. En el Senado, a su vez, esa misma Comunidad, con el 6,1% de la población consigue con sus votos ocupar un 14,7% de los asientos totales. Sobre ese desequilibrio se cimentó el bipartidismo, convirtiéndose además en su principal mecanismo de retroalimentación.

Las elecciones a celebrar el próximo día 13 vienen precedidas de una proliferación de sondeos y predicciones -y no solo para Castilla y León- que en esta ocasión han alcanzado un ritmo frenético, incluso histérico.

La dinámica para desbancar, sin contar con mayorías para ello, al que desde el primer día la oposición de derechas etiquetó como Gobierno “ilegítimo”, ha sumido a la política -y con ella al país- en una situación preelectoral permanente.

No es solo la habitual utilización de la demoscopia mediática como arma cada vez con más protagonismo en la contienda electoral, sino que las propias elecciones autonómicas son concebidas y convertidas ellas mismas en artillería preelectoral.

En esa estrategia de “ascenso por peldaños” adoptada por el PP con la vista puesta en las elecciones generales, las autonómicas se conciben e instrumentalizan así, como parte de la batalla final para acabar definitivamente con el “gobierno ilegítimo”, a fin de sustituirlo y desplazarlo a la oposición de modo perdurable o definitivo (con lo sucedido en Madrid como meta y modelo).

Pero no solo eso, sino que al mismo tiempo dichas elecciones se utilizan para dirimir rivalidades en el interior de los bloques (izquierda, derecha y nacionalismos en competencia) e incluso para disputar ásperamente liderazgos dentro de cada partido.

Como consecuencia de ello, la sociedad entera y no solo la de la Comunidad de turno, pese al desdén hacia los “políticos” y el consiguiente hartazgo por la política, entra en un estado de compulsión predictiva, de frenesí anticipatorio, que bloquea o impide el interés hacia cualquier análisis más sosegado -y más transcendente- de otros aspectos que las Encuestas -en particular las más solventes- podrían revelar o poner de manifiesto al observarlas con otra mirada.

Animado por la curiosidad de desvelar algunos aspectos de fondo, colocando en el foco de la atención las variables más explicativas del comportamiento electoral -o más bien de sus diferencias internas- me ha parecido conveniente realizar en esta ocasión una lectura combinada del más reciente barómetro del CIS (del pasado mes de enero) y de la Encuesta preelectoral para Castilla y León, llevada a cabo asimismo por el CIS.

Ambos estudios -sobre todo el segundo-no tiene parangón con ningún otro en cuanto a las exigencias técnicas de calidad a que ha sido sometido y de modo muy particular en cuanto al tamaño de la muestra (1). Ello permite efectuar un análisis cruzado de distintas variables, que en ninguna de las demás publicadas resulta viable.

En lo relativo en particular a la variable “edad” (del entrevistado) la estratificación de esas encuestas del CIS presentan un muy apreciable grado de coincidencia con las correspondientes franjas reales.

Por el contrario, en la mayor parte, por no decir la totalidad de las demás encuestas, no se publica su ficha técnica o si se hace no consta el referido dato, o cuando figura, como por ejemplo ocurre en la realizada por 40dB y publicada por El País con acceso abierto a todos sus datos -novedoso aspecto editorialmente autoelogiado y publicitado-, se comprueba que adolece de graves deficiencias. No solo por su escaso tamaño de la muestra (2), dada la naturaleza e importancia de la estratificación territorial -con la provincia como distrito-, sino sobre todo porque las franjas de edad de los entrevistados se alejan mucho y de modo muy significativo de la realidad, con un gran peso de los jóvenes entrevistados y una notable infrarrepresentación de los mayores (3).

Sin embargo, la principal conclusión del análisis cuyo resumen se aporta a continuación, es que no hay variable de mayor capacidad explicativa de los diferentes comportamientos del electorado que la generacional, es decir la pertenencia del elector a las diferentes grandes franjas de edad o grupos etarios que conforman en concreto tres generaciones: los comprendidos entre 18 y 34 años; los que tiene entre 35 y 55; y los mayores de 55 años (4).

Por una parte, la estructura demográfica que se revela a partir de esa estratificación ya es de por sí significativa para detectar y cualificar profundas y manifiestas diferencias territoriales.

En efecto, como ya quedó señalado al comienzo de este artículo, el sostenido proceso de despoblación que caracteriza al territorio de Castilla y León, aúna el estancamiento o disminución de sus cifras de población con una estructura demográfica que es reveladora de un profundo y persistente declive demográfico.

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Disposición plenaria del Consejo de Castilla en la obra de Antonio Martínez Salazar 


Unos pocos datos bastarán para ilustrar características y diferencias:

Por otra parte la tendencia declinante (que se observa igualmente en España) se pone de manifiesto con los porcentajes de la población que aún no ha alcanzado la edad de votar, inferior tanto en Castilla y León como en España a los de la franja inmediatamente superior (los comprendidos entre 18-34) y que en el primer caso representan ya tan solo el 13,8% (4 puntos menos que la franja adyacente por arriba) y en el segundo el 17,3% (igualmente los mismos 4 puntos de diferencia con respecto a la franja 18-34).

cuadro elecciones CyL


Los rasgos de comportamiento comparativo que definen y diferencian para cada partido las intenciones de voto en las tres franjas de edad antes mencionadas, tanto en el conjunto de España como en la Comunidad en donde tendrán lugar las elecciones el próximo día 13, pueden resumirse así:

★     La proporción de entrevistados que no han decidido aún su voto en las elecciones más próximas (las autonómicas), paradójicamente es bastante superior que en las generales: 27% como media en las primeras frente a solo el 15% en las más alejadas en el tiempo (las generales). Y en lo relativo a las inmediatas (Castilla y León), se registra un porcentaje mayor de indecisión en las 2 franjas inferiores (en torno al 30%) que no entre los de mayor edad, que por lo demás representan la mitad de los entrevistados (23% de indecisos, es decir 7 puntos menos). Porcentajes en todo caso suficientemente elevados como para que la aproximación o aún más la exactitud de cualquier predicción resulte harto dudosa.

★     No es por tanto el momento de las “predicciones”, ni tampoco lo es para emprender análisis con suficiente fundamento sobre la volatilidad del voto y la entidad y sentido de los trasvases. Tiempo y lugar habrá cuando se disponga de los resultados reales y se realice y publique la encuesta postelectoral.

★      El PSOE que según las intenciones de voto para las elecciones generales recogidas en el Barómetro resulta ser el primer partido, es hegemónico de modo indiscutible entre los electores de más edad (el 41% de los votos que conseguiría escaño en dicha franja se decanta por esa opción frente al 26% que lo hace por el PP).

El partido socialista queda también en muy buena posición (el segundo tras el PP) en la misma franja de edad entre los electores castellanos y leoneses (el 36,4% de los votos que consiguen escaño se decanta por esa opción frente al 39,8% que lo hace por el PP).

Los gestos gubernamentales hacia ese estrato, como por ejemplo la reciente actualización de las pensiones, es probable que tengan algo que ver con ello. 

En cualquier caso, este partido (PSOE) queda caracterizado como partido de la gente mayor en el conjunto de España aún más que el PP, aunque ligeramente por debajo en Castilla y León, comunidad netamente conservadora.

Así el PSOE que en el conjunto de España cosecha entre los mayores de 55 años el 55% de todos sus apoyos (por encima del 49% en que lo hace el PP), los concentra también en esa misma franja -y aún en mayor medida- en Castilla y León, ya que ahí el 60% de todos los entrevistados que han manifestado intención de votarlo tiene más de 55 años (el PP ahí todavía lo hace en mayor medida, puesto que concentra en esa misma franja dos tercios de todos sus apoyos).

En contrapartida, esos dos mayores partidos presentan un perfil netamente menguante entre el electorado joven incluso entre la generación intermedia (entre 35 y 54 años).

★     El que fuera partido de Albert Rivera (C’s) sigue mostrando claros signos de desvanecimiento o extinción - en la estela de aquella UPyD de la que pocos ya se acuerdan- y ello tanto en el Barómetro (elecciones generales) como en la Encuesta preelectoral (CyL).

En cualquiera de los tres estratos de edad, a tenor de lo manifestado por los entrevistados, parece que obtendría resultados casi ridículos, tanto en unos como en otros comicios, aunque algo mejor en los inmediatos del próximo domingo (con apoyo prácticamente nulo entre la más numerosa franja de edad, la de los 55 para arriba)

★     Unidas Podemos (UP) aguanta incluso mejora ligeramente en la intención de voto expresada por los entrevistados, tanto en comparación con las elecciones generales de 2019 (10-N) como con respecto a las anteriores autonómicas en Castilla y León. No obstante, está estancado en su escaso arraigo entre el electorado de más edad (>55).

Lo que sí se registra es un sensible y muy significativo desplazamiento en la franja de edad en la que disfrutó de los porcentajes más favorables: ya no es entre los mas jóvenes sino entre la siguiente franja de edad (35-54) donde consigue mejorar sus resultados en la intención de voto que recoge el Barómetro para las generales.

Además, es de esa misma franja de donde procedería el más abultado porcentaje de los apoyos conseguidos para las generales (un 45% del total cuando esa misma franja solo integra al 37 de los electores).

Por el contrario, en las autonómicas del próximo 13, en la sensible mejoría relativa de sus apoyos -que siguen siendo más bien modestos-, los mejores resultados siguen teniéndolos todavía en la franja juvenil, de escaso peso relativo, como antes sea indicado.

De la más nutrida (>55), en donde se queda en el 6,7% de los apoyos (poco más de un 1/6 de los que lograría el PSOE en dicha franja) obtiene solo un 40% de sus intenciones totales de voto, siendo así que esa franja agrupa más del 50% del cuerpo electoral.

★     VOX cede levemente sus posiciones para las generales según el Barómetro, pero a juzgar por los resultados que en el mismo se recogen, resulta ser el partido más transversal respecto a la variable demográfica, con fuerte implantación en las dos franjas inferiores de edad -más señalada en la intermedia (35-54) y con relativo menor arraigo en la superior (>55),  en la que los dos partidos tradicionales (PSOE y PP), siguen disfrutando, aunque ya en menor medida, del esquema bipartidista, muy potente todavía en Castilla y León.

Es un partido por el que el voto femenino muestra un singular rechazo.

★     El bipartidismo no da signos de recobrarse de forma consistente desde su aparatosa caída visualizada en 2015.

Fundamentalmente se mantiene gracias a su enraizamiento en la vieja generación, la del entusiasta apoyo al felipismo y al “renovador” Aznar de los 90. Ahí reúne hasta dos tercios de los escaños conseguidos, porcentaje que se eleva hasta rozar casi el 80% en esa misma franja en Castilla y León, verdadero bastión todavía del bipartidismo.

En cambio, en las generaciones jóvenes -y sobre todo en la intermedia (35-54)- los dos partidos tradicionales no consiguen reunir ni siquiera la mitad de los apoyos (46,7%), como tampoco lo hacen incluso en CyL en la franja más joven (18-34). En ambos casos, en lo que al bipartidismo se refiere, la práctica dilución de Ciudadanos se ha visto contrapesada por la irrupción de Vox que ha arrancado al PP buena parte del número de votos que éste ha conseguido atraer de los antiguos votantes de C´s.

¿Qué futuro?

La variable demográfica (y la sociocultural asociada con ella) difícilmente se puede alterar de forma voluntaria desde la política (o las políticas). En el mejor de los casos, si se intentase no tendría efectos a corto plazo. Solo el tiempo en su devenir modificará tanto los comportamientos de cada generación como el peso relativo de cada uno de los estratos o franjas de edad correspondientes.

¿La más progresista generación intermedia, al envejecer y remplazar a la conservadora de más edad (los hoy mayores de 55), reproducirá comportamientos electorales semejantes a los que hoy dominan en la franja inmediatamente superior?

¿Se habrán borrado ya por completo para entonces las huellas que en ella dejó el vendaval del 15-M, tras el estallido de la crisis en 2008?

Otras variables estrictamente políticas, como por ejemplo el régimen electoral y sobre todo la prevalencia de la provincia, manteniendo intacto el número total de diputados (350), dependen enteramente de la voluntad. Sin embargo, durante más de 40 años tal voluntad no se ha manifestado, porque sobre dicho régimen como cimiento reposaba el edificio bipartidista del que dependía su sedante estabilidad.

Desvanecido ese anterior esquema de forma que no parece reversible, dicha voluntad para corregir el grave déficit democrático que supone el alejamiento del anhelado principio “una persona (adulta), un voto” (“un hombre un voto” en el decir de entonces), sigue sin hacer acto de presencia.

Del mismo modo que cualquier propósito de imaginar y modelar no ya el largo plazo sino el medio o cualquier otro que no sea el de la inmediata consulta electoral, suscita el más amplio de los consensos: ¡eso ahora no toca!, no está en ninguna agenda.


NOTAS

(1) 8000 encuestas diseñadas en el caso de la preelectoral, de la cuales 7.131 han sido realizadas y validadas, con un tamaño para una sola provincia, superior a la mayor parte de las publicadas para todo el ámbito nacional , y que para la provincia menos poblada, (Soria) asciende a 441 encuestas validadas, cifra más de 100 veces superior a la correspondiente para esa misma provincia en  la Encuesta de ámbito nacional realizada recientemente por una empresa de acreditada solvencia (40 dB ) para El País.   

(2) De las 2000 encuestas realizadas, a Castilla y León le corresponden 105 (una proporción aún menor que la de su población respecto a España) y dentro de ella a Soria, por ejemplo, solo le han correspondido 4.

(3) La franja de los mayores de 60 años en la que en Castilla y León está comprendido el 37,9% de los electores en la Encuesta solo está representada por un 8,6%. Por el contrario, la de los menores de 40 que en realidad son el 26,1% de los electores, en la Encuesta representa el 47,6%.

(4) Cada una de esas franjas agrupa a su vez dos de las distinguidas en los resultados tabulados que el CIS utiliza en sus encuestas

Elecciones en Castilla y León: otra mirada