jueves. 25.04.2024
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Congreso del PSOE

La primera cuestión sobre la que versa un Congreso es quien será el líder del partido en el próximo período. Estaba cantado, muchos meses antes que Pedro Sánchez resultaría elegido sin oposición ni alternativa. Ni siquiera los defenestrados en el cambio de gobierno (Iván Redondo, Carmen Calvo, Ábalos) o Susana Díaz, derrotada en primarias, han insinuado la más leve objeción a la reelección de Sánchez. Tampoco lo han hecho ninguno de los barones críticos con algunas políticas de Sánchez. Para completar la apoteosis solo faltaba el aplauso, en vivo y en directo, de los ex-presidentes, sobre todo de Felipe González, notoriamente descontento con la trayectoria de Sánchez. De ahí que Sánchez ha podido presumir de unidad del partido después de un quinquenio de convulsiones. Amén.

La segunda cuestión es hacia donde se orienta el PSOE. Conviene recordar algunos antecedentes. El PSOE que sale de Suresnes disputaba el espacio de la izquierda con el PCE, el partido más importante en la lucha antifranquista, para lo cual no dudó en adoptar un discurso “a la izquierda del PCE”. Cuando las dos primeras elecciones generales dejaron claro quien era el vencedor de aquella disputa, el PSOE hizo un giro hacia el centro en el Congreso Extraordinario en el que abandonó el marxismo. Ese PSOE de centro izquierda ocupó parte del espacio que dejó la destruida UCD.

Cuando Pedro Sánchez llegó a la Secretaría General del PSOE lo que estaba en discusión es si Podemos daría el “sorpasso” al PSOE, incluso si el declive de éste le llevaría a la irrelevancia. Para tapar la hemorragia de votos hacia Podemos, Sánchez dio un giro bajo el slogan de “Somos la Izquierda”. Seguramente éste giro es lo que disgustó a Felipe González y a la llamada vieja guardia del PSOE. De nuevo, en la disputa por la primacía de la izquierda venció el PSOE. De modo que en las próximas elecciones no está en cuestión qué partido será el primero en la izquierda. Lo que está en el aire es si será el PSOE o el PP el primer partido en el país, dado que el suicidio de Ciudadanos ha engordado el voto al PP.

En ese marco cabe esperar que el PSOE gire al centro. Eso es lo que ha hecho el PSOE en las recientes elecciones en la CM. Con resultados desastrosos, por cierto. Y esa parece ser la orientación del nuevo líder del Sur, cuya campaña en primarias ha consistido en imputar la pérdida de la Junta de Andalucía a una supuesta posición izquierdista de Susana Díaz. ¡Qué cosas hay que oír!

En este Congreso el énfasis se ha puesto no en la izquierda sino en la socialdemocracia. En lugar del “Somos la izquierda” ahora se oye “Somos la socialdemocracia”. En particular, el discurso de Sánchez ha hecho hincapié en declararse enfáticamente sucesor y continuador de Felipe González y Zapatero. “Somos la socialdemocracia que vuelve en Europa”, como se ha visto en las recientes elecciones alemanas y en el norte del continente. Ahora bien la socialdemocracia que vuelve no es ni puede ser la socialdemocracia de Felipe González.

La gran crisis económica desencadenada por el shock del petróleo allá por años 70 del siglo pasado alumbró una nueva etapa del desarrollo capitalista que se ha dado en llamar neoliberalismo o fundamentalismo de mercado. Esta etapa duró hasta la Gran Depresión iniciada en 2008. Mientras el neoliberalismo ha sido la ideología dominante, la socialdemocracia tuvo que adaptarse, reduciendo su papel a mantener el Estado de Bienestar con los menores recortes posibles. No fue poca cosa, pero bajo el criterio de que la economía no es de derechas ni de izquierdas, se quería decir que no había alternativa al pensamiento hegemónico. Así es que la socialdemocracia aceptó, de modo renuente, la trimurti privatización – liberalización – desregulación en que se basaba la doctrina neoliberal.

Lo que se abre con la Gran Depresión es una nueva etapa del capitalismo caracterizada por un papel mayor del Estado en la orientación de la economía y no solo en la redistribución de la riqueza. La crisis del COVID no ha hecho sino subrayar esta idea. Por poner un ejemplo muy llamativo, en los años 80 se acuñó la frase de que la mejor política industrial es la que no existe. Ahora todos los gobiernos se apresuran a implementar potentes políticas industriales, empezando por el gobierno español. La socialdemocracia que vuelve ni es ni puede ser la de Solchaga. Pero, siguiendo con el ejemplo, no vale con hacer política industrial al mogollón. Hay que acertar donde se ponen los huevos y cuantos se ponen para que se produzca un renacimiento industrial.

No sabemos como será esta nueva etapa del capitalismo. Solo sabemos de cierto que no será como la anterior. Estamos en un proceso de cambio y es mucho más evidente y urgente desprenderse de las viejas ideas que formular las nuevas. Pero con la derecha aferrada a lo viejo y enzarzada en una feroz batalla con la extrema derecha, la socialdemocracia tiene muchas mejores cartas para gestionar esta etapa. Eso es quizás lo que ha visto el electorado alemán.

Además, la socialdemocracia que vuelve es una socialdemocracia reducida. El SPD ha ganado con el 25,74 % de los votos, todo un éxito, pero lejos, muy lejos de los registros de hace años. Lo cual trae como consecuencia la necesidad de organizar coaliciones de gobierno. Es lo que ya pasa en España y, en el mejor caso, volverá a pasar.

Me parece que, con estos antecedentes, el giro al centro será una gran tentación. Primero porque el saber convencional de politólogos de toda laya afirman que las elecciones se ganan por el centro. Segundo, porque la competencia del PP con Vox hace que quede un espacio en el centro que el PSOE puede ocupar. Tercero porque el PSOE de las mayorías absolutas era un partido de centro-izquierda. Cuarto porque el ataque de la derecha se basa en un supuesto radicalismo de Sánchez. Es probable que el énfasis en la socialdemocracia (y no en la izquierda) prepare ese giro.

Sin embargo, creo que lo esencial no es el declarado posicionamiento geográfico del partido. Es mucho más importante acertar en las reformas que hay que hacer, en como se haga la recuperación y con qué nivel de eficacia se muestre en estos dos años próximos. Vale decir en qué políticas aplica la socialdemocracia en esta nueva etapa.

A la identidad socialdemócrata del PSOE se añaden en este congreso la etiquetas de ecologista y feminista. Si algo he aprendido del feminismo es que hay muchos feminismos. El PSOE tiene que atinar en lo que es mainstream en cada momento y no perderse en disputas con radicales y minoritarias que no llevan a ningún sitio. Más fácil lo tiene en relación con el ecologismo donde lo que se ha de hacer es seguir las orientaciones y compromisos de los organismos internacionales.

Hacia dónde se orienta el PSOE