sábado. 20.04.2024

La posibilidad de ir sin mascarilla en los espacios abiertos se contempla como algo inminente. Si a esto sumamos el optimismo que flota en el ambiente propiciado por el interés en mejorar el turismo y la hostelería, es obligación de las autoridades sanitarias (y de la ética de los medios) hacer una llamada a la prudencia para recordar que la pandemia no ha terminado, y que la actual mejoría en los datos podría echarse a perder si se relajan las medidas de prevención. Que no usar mascarillas en exteriores nos haga olvidar que el peligro de contagio en otros entornos sigue siendo muy alto, es algo a tener en cuenta. Habrá riesgo mientras no se consiga una inmunidad de grupo suficiente.

Los buenos datos de la incidencia acumulada y el descenso de ingresos en las UCI y de las muertes por Covid no debe interpretarse como que hemos acabado con el coronavirus, ni mucho menos. El virus sigue y seguirá presente en entre nosotros, ávido de colonizar nuestras células y de expandirse por nuestro organismo. El peligro de contagiarse, de enfermar, de morir, o de sobrevivir con secuelas, será mayor en la medida que se transmitan mensajes contradictorios (y aun peor, de irresponsable optimismo) que hagan olvidar las normas necesarias para evitar los contagios. 

Debemos tener presente en la memoria las consecuencias del relajamiento del verano pasado, el puente de diciembre, las Navidades, y más recientemente los desmadres en los fines de semana al acabar el estado de alarma.

Hoy por hoy, al estar aún lejos de esas cifras, lo recomendable sería permitir ir sin mascarilla en exteriores siempre que fuera de un modo provisional, con fecha de caducidad y a la expectativa de que si la incidencia acumulada repunta, se instaure de nuevo la obligatoriedad

¿Es la nuestra una sociedad en la que la inmensa mayoría de sus componentes cumple responsablemente las normas? Mi respuesta y la de millones de ciudadanos es un no rotundo. Considero preocupante que en breve se permita prescindir de la mascarilla en exteriores, por la probable consecuencia en el subconsciente colectivo de una relajación de su uso en los interiores al sentirnos con un exceso de confianza. Es necesario recurrir al sentido común, y en lo que concierne a las autoridades (sanitarias y políticas), que lancen una campaña pedagógica dirigida para concienciar a la población de que no descuiden las medidas preventivas ya que el virus convivirá aun mucho tiempo con nosotros.

El porcentaje de población vacunada es un factor clave a la hora de elegir  la fecha en la que se nos permita ir sin mascarilla. La vacuna protege a quien la recibe y reduce el riesgo de transmisión a otras personas, así como la circulación del virus. Sin embargo, para algunos expertos, el actual ritmo de vacunación es insuficiente para prescindir de las mascarillas, aún más cuando la incidencia es muy alta en determinadas zonas de España. Otro dato negativo que refuerza esta opinión es el bajo porcentaje de población que ha recibido las dos dosis de vacuna. 

Pese a todo, el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) se ha pronunciado favorablemente a reducir el uso de mascarillas en las personas vacunadas. En algunos países se ha dado el paso de ir sin mascarilla por la calle (Israel, EEUU). Sin embargo, en España no hay unanimidad entre los expertos, y mientras unos abogan por flexibilizar su uso, otros piden cautela y mantener la mascarilla hasta que la tasa de inmunizados sea considerablemente mayor a la actual. 

Un factor importante a la hora de abolir la obligatoriedad de las mascarillas, es la tasa de incidencia acumulada. A día de hoy, en nuestro país este indicador es de 117 casos por cada 100.000 habitantes. Sin embargo hay diferencias considerables entre distintas comunidades. Así, La Rioja está por encima de 200, el País Vasco y Andalucía andan muy cerca, mientras que el otro extremo, la Comunitat Valenciana y Baleares sólo llegan a 38.

Lo más recomendable es ser cautos. Evitar decisiones arriesgadas. Más que nunca se impone la prudencia y el sentido común, así como mantener las medidas preventivas por muy incómodo que resulte imponerlas y aún más cumplirlas. 

Es casi seguro que en España se permitirá en breve circular sin mascarilla en determinadas circunstancias. Hoy sigue vigente la ley 2/2021 que obligar a llevar mascarilla en la calle, en espacios de uso público tanto al aire libre como cerrados, y también en los medios de transporte. Modificar esta ley no será una tarea rutinaria, pues este tipo de reformas legislativas requiere un consenso previo, en este caso en base a los dictámenes de los expertos. Antoni Trilla, Jefe de Medicina preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona se ha mostrado partidario de dejar de usar la mascarilla cuando la incidencia acumulada sea menor de 25 por 100.000, y también cuando se haya vacunado al 70% de la población con dos dosis. 

Hoy por hoy, al estar aún lejos de esas cifras, lo recomendable sería permitir ir sin mascarilla en exteriores siempre que fuera de un modo provisional, con fecha de caducidad y a la expectativa de que si la incidencia acumulada repunta, se instaure de nuevo la obligatoriedad.

Alberto Soler Montagud

 Médico y escritor.

¿Cuándo podremos ir sin mascarilla en exteriores?