martes. 19.03.2024
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Foto: Agencia Sinc
 

El martes 11 de enero a las 9 de la noche en una planta del Hospital de La Paz, las enfermas y técnicos de enfermería llamaban desesperadas a los delegados sindicales que conocían. Una compañera avisó unas horas antes de que se había contagiado de COVID y por lo tanto no podía venir a trabajar esa noche. Debido a la falta de personal, no era posible sustituirla. El supervisor de guardia preguntó a las enfermeras que estaban trabajando esa tarde si alguna estaba interesada en doblar turno, trabajando 17 horas seguidas, para cubrir el puesto. Agotadas tras casi dos años de pandemia, con mucha gente haciendo horas extra vacunando o haciendo test de antígenos, nadie tenía fuerzas para afrontar tantas horas seguidas de trabajo. Así que les comunicaron que el puesto quedaría sin cubrir. Esto suponía dejar a una sola enfermera a cargo de 32 pacientes durante toda la noche. En este caso, una compañera que había terminado la carrera hacía 15 meses. Finalmente, se trasladó a un enfermero de otra planta, que estaba a cargo de las endoscopias que se pudieran realizar de manera urgente durante la noche, dejando su puesto desatendido.

El día anterior en la UCI COVID de este mismo hospital, tres técnicos de enfermería atendían a 18 pacientes covid críticos y semicríticos. Deberían haber sido cinco, pero quedaron dos puestos vacíos por ausencias sin sustituir y traslados a otros servicios para cubrir incidencias. En ese mismo momento, una sala del servicio de urgencias llevaba varios días cerrada porque su personal había sido empleado como refuerzo en las salas para pacientes covid. Hospitales como el de Alcalá, el Doce de Octubre o La Paz ofrecían en esas fechas doblajes pagados como horas extra. En el hospital Ramón y Cajal, parte del personal de urgencias fue trasladado a otra zona del hospital para realizar test de antígenos.

Durante la sexta ola se está produciendo una grave crisis de falta de personal sanitario en Madrid

Durante la sexta ola se está produciendo una grave crisis de falta de personal sanitario. El gobierno regional apenas la menciona, y raramente se trata en los medios de comunicación. Se prioriza mantener la sensación de normalidad, el mensaje de que esta ola está bajo control. Pero la cruda realidad es que no se encuentra personal para cubrir las necesidades de la Sanidad Pública madrileña.

Quienes trabajamos en sanidad vemos a diario las tensiones que está sufriendo el sistema. Bajas sin cubrir, agotamiento, compañeras infectadas. En ese contexto mucha gente acepta las horas extra, pensando que es la única forma de llegar a atender la marea de pacientes, aliviar un poco la carga del resto de compañeras y de paso ganar más dinero. Sin embargo, estos doblajes son malos para su salud, malas para su bienestar, nocivas para los derechos laborales de todos nosotros e incluso perjudiciales para sus propias perspectivas profesionales. Vamos a explicar por qué.

ESTRAGOS EN LA SALUD

Un estudio de la University College de Londres descubrió que trabajar más de 55 horas a la semana durante 10 años aumenta el riesgo de padecer fibrilación auricular en un 40%. Otro estudio, publicado en PLOS ONE en enero de 2012, revela que trabajar regularmente más de 11 horas al día aumenta en más del doble el riesgo de sufrir depresión. La revista científica Neurobiology of Aging publicó que quienes tienen horarios de trabajo irregulares debido al trabajo a turnos o las prolongaciones de jornada veían empeorar sus resultados en las pruebas de deterioro cognitivo. Un informe de la Secretaría de Salud Laboral de Madrid de CCOO llegó a la conclusión de que el 13,74% de los ingresos hospitalarios y el 15,8% de las consultas de cardiología son causadas por exposiciones en el puesto de trabajo.

En la Comunidad de Madrid, las 2,7 millones de horas extras no pagadas realizadas en 2019 suponen 67.000 empleos perdidos

Reducir la jornada de trabajo es una de las luchas más importantes del movimiento obrero desde que en 1817 Robert Owen lanzara su famosa propuesta: “ocho horas para trabajar, ocho horas para el ocio, ocho horas para dormir”. Una jornada más corta reduce el estrés y afecta a la conciliación familiar, especialmente en el caso de las mujeres que aún afrontan una doble jornada (laboral y de cuidados familiares). No es casualidad que la cantidad de horas extra realizadas en España siga aumentando cada año, al tiempo que los trabajadores perdemos fuerza y derechos laborales. En la Comunidad de Madrid, las 2,7 millones de horas extras no pagadas realizadas en 2019 suponen 67.000 empleos perdidos. Y lo que es más llamativo todavía, un estudio de Argyro Avgoustaki y Hans Frankfort con 51.895 trabajadores de 36 países europeos demostró que un sobreesfuerzo laboral, trabajando más horas o con mayor intensidad, disminuía sus posibilidades de ascender en el trabajo.

Las horas extra perjudican a la Sanidad Pública porque consumen a su personal, y además perpetúan sus injustas condiciones laborales (sueldo, carga de trabajo, permisos, contratos temporales).


¿Cómo afecta la prolongación de la jornada a la salud?


Debido a la pandemia hubo que contratar más personal sanitario. Como esto se sufre en todo el planeta, en este momento no hay suficientes sanitarios para todos los puestos que falta cubrir. Hasta aquí las causas naturales. La sanidad privada y los sistemas de salud públicos de los distintos países y regiones compiten por conseguir personal. Según la ley de la oferta y la demanda, lo esperable es que las condiciones laborales de este personal tan escaso mejoren. Al fin y al cabo, cuando esta ley estuvo en nuestra contra desde la crisis de 2008, tuvimos que sufrir paro y bajadas de sueldos. Sin embargo, esto no está ocurriendo apenas. ¿A qué puede deberse? A que los poderosos están haciendo trampas. Madrid ha perdido muchas enfermeras y médicas a las que no les renovaron el contrato, o que renunciaron más adelante porque las condiciones laborales son insufribles. Esa gente ha tenido que emigrar a la sanidad privada, a otras regiones del país o al extranjero. Si se mejoran los sueldos, la cantidad de pacientes que atender, los permisos que facilitan la conciliación y se ofrecieran contratos estables recuperaríamos ese personal tan necesario. Esto es importante porque además de la pandemia tenemos centenares de miles de personas en las listas de espera para citas, pruebas y cirugías. El problema es que todo esto cuesta dinero. En una región que se enorgullece de sus bajos impuestos (especialmente para los más ricos), recuperar personal supondría básicamente subirles los impuestos a quienes más tienen. Y de paso, afectaría a los beneficios de la sanidad privada, que ofrece sueldos aún más bajos y peores condiciones, pero que consigue personal empleando el “modelo hamburguesería”: las condiciones son peores que en la sanidad pública, pero por lo menos te hacen un contrato indefinido. Con mejores condiciones en la Sanidad Pública, la privada tendría que tratar mejor a su personal para no perderlo.

Para evitar todo esto, recurren a las horas extra, una herramienta que les resulta muy práctica. Es muy flexible: mientras necesitas personal ofreces un dinero extra, y cuando dejas de necesitarlo no hay que despedir a nadie ni pagar indemnizaciones. Por el camino, te has ahorrado competir con la sanidad privada y los sistemas sanitarios de otros países y comunidades autónomas. Incluso pagando la hora extra generosamente, el ahorro es inmenso.

El gobierno regional protege a las empresas de la sanidad privada y mantiene bajos los impuestos a los ricos, a costa de mantener al personal sanitario en la precariedad. Debemos dejar de ser cómplices de esta trama.

Por todas estas razones, y salvo apuros económicos graves, el personal sanitario debemos dejar de hacer doblajes y horas extra. Tanto si trabajamos en la sanidad privada como en la pública. Esas horas que parece que nos pagan generosamente suponen pérdidas a la larga. El día que no encuentren suficiente personal con el que trucar el sistema a su favor, no les quedará más remedio que mejorar nuestras condiciones y así recuperar a quienes perdimos. Las condiciones de pacientes y trabajadores mejorarían mucho y durante más años.

Guillén del Barrio, enfermero de urgencias del Hospital de la Paz
 

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Crisis del personal sanitario en Madrid y la ruina de las horas extra