sábado. 20.04.2024
Firmantes de los Pactos de la Moncloa

Según todos los indicadores estamos entrando en una crisis de consecuencias imprevisibles. 

¿Se parece la situación actual a la que tuvimos después de la muerte de Franco?

Existen diferencias profundas entre ambas pero también alguna coincidencia que se debería analizar.

En aquel momento vivimos instantes de gran inestabilidad institucional, con una inflación brutal que llegó a alcanzar el 27%, paro galopante, volatilidad en el empleo, desconfianza internacional, etc.

Pero en el otro lado de la balanza tuvimos la suerte de tener una clase política, desde la derecha a la izquierda más los nacionalistas, que estuvo a la altura de aquellas circunstancias extremas.

Así fueron capaces de con sus luces y sus sombras transitar por aquella I Transición con generosidad y acuerdos, el principal de ellos los denominados Pactos de la Moncloa, firmados por la mayoría de los partidos y los dos grandes sindicatos, UGT y CCOO.

¿Sería necesario ahora volver a repetir aquellos pactos? 

Unos nuevos Pactos de la Moncloa podrían ayudar a paliar la grave crisis que se nos viene encima. Pero quizás deberíamos ser más ambiciosos y trabajar en la construcción de una II Transición.

El tránsito desde el franquismo se hizo de manera ejemplar, a pesar de las críticas de unas nuevas generaciones ignorantes de lo que allí pasó

Una nueva experiencia en la que sin temores acometer, al igual que en la primera, un gran consenso nacional con reforma de nuestra Constitución incluida. Sin límites, sin líneas rojas, sin vetos ni exclusiones.

Aprovechar entre otras cosas para buscar nuevas soluciones definitivas a viejos problemas, como el de las tensiones “centro-periferia”.

Recuperemos antes la memoria de aquella apasionante experiencia. Vivir el final del franquismo y la novedosa Transición dio para mucho. Entre otras cosas para haber conocido una etapa de nuestra historia en la que se puso muchas dosis de imaginación, audacia y generosidad.

En la que todos fueron capaces de dejarse “pelos en la gatera”.

Parecía impensable pero el tránsito desde el franquismo se hizo de manera ejemplar, a pesar de las críticas de unas nuevas generaciones ignorantes de lo que allí pasó. A veces la ignorancia se convierte en estupidez.

Una de las características de aquel momento fue el talante de una clase política repleta de estadistas, que supo llevar a nuestro país de una dictadura a una plena democracia con las menores heridas posibles.

La pregunta que nos debemos hacer es: ¿tenemos ahora ese activo?

Volver la vista atrás y contemplar coincidiendo en el tiempo a gentes de la talla de Adolfo Suarez, Felipe González, Santiago Carrillo, “Pasionaria”, Tierno Galván, Solé Tura, Enrique Curiel, Marcelino Camacho, Herrero de Miñón, Pasqual Maragall, Arzallus, e incluso Manuel Fraga, indica que gracias a esa conjunción estelar fuimos capaces de transitar aquel complicado camino.

Ahora algunos niñatos y niñatas que se piensan llegan sabidos a la arena política, desprecian esa etapa y reniegan de aquella enriquecedora etapa. 

Quizás lo hagan conscientes de que su talla no llega ni de lejos a la de los personajes de la primera y por lo tanto la posibilidad de éxito en estos instantes resultaría cuando menos dudosa.

Por poner solo un ejemplo, Santiago Carrillo fue capaz de sacrificar una parte del ADN ideológico del PCE para poder ser legalizado y seguir en las mismas condiciones que el resto de los partidos.

Renunció a la República, o a la bandera tricolor, con altura de miras, con generosidad a pesar de las presiones internas que conmocionaron el partido. Nuestra respuesta después del mazazo de los asesinatos de Atocha salvó esa deseada democracia. Que no lo olviden las nuevas generaciones.

Al igual que Adolfo Suarez tuvo la audacia de tomar otras decisiones y juntos con imaginación sacar adelante una Constitución de consenso y unos Pactos de la Moncloa absolutamente imprescindibles. Incluso los sindicatos colaboraron de manera eficaz en su éxito.

¿Están Unai Sordo y Pepe Álvarez a la altura de Marcelino Camacho y Nicolás Redondo?

¿Tienen Pedro Sánchez, y Alberto Núñez Feijóo la talla de estadistas de Felipe González, Adolfo Suarez, Santiago Carrillo o Manuel Fraga? ¿Se puede parecer Ione Belarra a Santiago Carrillo? No parece, analizando su comportamiento actual, más pendiente de “lo suyo” que de “lo de los demás”.

Resulta cuando menos curioso que esos jóvenes críticos ahora, añoren partes de aquella época.

Creo que al menos necesitan un curso acelerado de historia específica de aquel apasionante momento, para ver si aprenden algo y así poder aplicarlo a este.

Las gentes de la I Transición supieron actuar aparcando la táctica esterilizarte sustituyéndola por una visión estratégica, de largo alcance, incluso anteponiendo los intereses del país al del propio partido como fueron los casos de Suarez y Carrillo.

UCD acabó desapareciendo y el PCE se quedó bajo mínimos, dejando un profundo legado histórico pero a cambio salvaron el país. Ahora cabe exigir lo mismo.

Por eso se deben poner en activo valores como la imaginación, para buscar soluciones de este tipo al conflicto en Catalunya, o generosidad para ser capaces de dejar todos “pelos en la gatera” logrando acuerdos de estado sólidos.

Sería recomendable una mirada retrospectiva al tiempo de 1976-79 para todos los actores políticos y sociales actuales. Allí hubo mucha “cocina”, contactos discretos, cafés, o comidas, porque también en estos temas son importantes las relaciones humanas, la empatía con el “otro”.

Sólo por poner un ejemplo gráfico ¿Por qué no recuerdan y copian los discretos contactos Carrillo-Suarez, o Carrillo-Fraga? ¿Por qué no poner en práctica ese ejemplo y dejar ya la exposición pública ente los medios de comunicación? ¿Por qué no apagar durante unos días la aparición constante en las televisiones y utilizar ese método a través de reuniones buscando la síntesis?

¿Pactos de la Moncloa? ¿II Transición? Es probable, pero para ello se necesita aplicar aquellos principios, aquellos valores. Señores de la izquierda y la derecha, periférica o central, señores nacionalistas, e incluso independentistas, pongan ustedes mucha audacia, mucha imaginación y toneladas de generosidad porque nuestra sociedad lo está pidiendo a gritos y los tiempos que nos llegan lo necesitan.

Pónganse de acuerdo, comuníquense, dedíquenle horas de conversación (los convenios se firman a altas horas de la madrugada justo el día de ruptura), aporten esfuerzo y sobre todo estén a la altura de las circunstancias que el país demanda.

La historia les recordará por lo que sean ustedes capaces de hacer o no hacer ahora. Es el momento de los estadistas, de los valientes. Ojalá tengan el valor y el acierto de hacerlo.

¿Serán capaces de anteponer el bien común al partidista? ¿Están capacitados para tener altura de miras?

¿Pactos de la Moncloa 2 o II Transición? Las dos cosas, porque ante la crisis que se avecina se necesitan diálogo, pactos y acuerdos.

Probablemente será como clamar en el desierto, nadie escuchará.

Veremos…

¿Para superar la crisis que viene, nuevos Pactos de la Moncloa?