martes. 19.03.2024

Del dicho al hecho hay un trecho: hasta que la igualdad efectiva sea cotidiana todavía falta un rato. ¿Está evolucionando el universo de la Salud hacia la igualdad o se está quedando estancado? No es el único rol social implicado, pero ¿qué debates se plantea el elenco sanitario en su papel contra la lucha de la VdG? ¿Tiene el gremio las herramientas suficientes como para actuar? ¿Cómo es la implicación del Estado? ¿A cuántos cursos de formación obligatoria han acudido en los últimos años? ¿Enfermería y auxiliares están, a su vez, recibiendo la misma formación?


AmecoPress recoge quejas y propuestas de dos médicas. Lidón Llau e Isabel Hernández son dos médicas del mismo centro de Salud, en Castellón. Opinan sobre el Sistema Nacional de Salud y la detección de víctimas de Violencia de Género desde la rama de Atención Primaria en su comunidad autónoma. Tienen el MIR aprobado desde hace tiempo, pero conocen el nuevo material didáctico de Prevención. Aunque no es tan fácil leerlo y querer aplicarlo como estar en la consulta.

Según Isabel, los planes que el Gobierno ha ido presentando durante los últimos 15 años están “bien desarrollados”, pero la médica cree que falta formación y, sobre todo, tiempo para atender a sus pacientes. Lidón, por su parte, explica cómo es el tabú social que se vive en la consulta y que el Gobierno, sin pretenderlo, perpetúa. Entre los actores que deben luchar contra la VdG por su relevante papel social y los progresos al respecto (protocolos, pautas…) falla la conexión.

Marea Blanca en Cadiz, por Jorge Lizana

En España, el Gobierno dio el primer paso para combatir la violencia de género en 2004, cuando redactó la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, hace ya 15 años. Su artículo 3 dictaba que se llevarían a cabo Planes de Sensibilización, algo que se materializó dos años más tarde. En 2006, se puso en marcha el Plan Nacional de Prevención y Sensibilización de la Violencia de Género.

“Las cosas de palacio van despacio” y, de algún modo, el refranero español tiene razón. Para que la sociedad avance de manera colectiva y apueste por el cambio al unísono se necesita tiempo. Más si la política no merece a la cuestión el caso que le corresponde.

La mujer maltratada “en general, pasa desapercibida, ya que es algo que se suele ocultar”. Lidón Llau explica que hay campañas de detección y mecanismos, “para, si se detecta, ponerlo en conocimiento de SS (Servicios Sociales) y Justicia”.

Un mes al año (cree que es febrero) "se tiene que preguntar aleatoriamente a 3 mujeres al día para detectar maltrato”. Pero la situación genera problemas: “crea bastante rechazo en las mismas mujeres, tengan maltrato o no”.

Lidón cree que “es un problema social más que sanitario”. Cuando se confirma el caso y se toman medidas, “surgen problemas, tanto a nivel social como de justicia, el sanitario a veces se encuentra con el rechazo incluso de los hijos de la mujer”. Sigue siendo tabú. La médica es consciente del estigma social que conlleva preguntar algo así, pero también ha de hacer su trabajo ¿cómo puede ayudar realmente su intervención?

Lo mismo opina su compañera y homóloga en el mismo Centro de Salud, Isabel Hernández. Muchos casos no se detectan “a pesar de que la Conselleria de Sanitat i Salut Pública tiene una campaña al respecto”.

Explica que se insta al equipo a “preguntar frecuentemente sobre la existencia de VdG y a estar alerta frente a posibles signos o síntomas de maltrato”. Sin embargo, ese “cribado universal” es complicado: “por falta de tiempo principalmente o por prejuicios educativos (reparo al preguntar, quizás la ofenda con mis preguntas...) no solemos realizar el cribado”.

La intervención, en su opinión, ocurre cuando el caso es muy evidente: “Cuando han solicitado ellas la ayuda o las lesiones físicas son muy visibles”. Si no es así, lo que piensa es “a ver si con mi actuación, voy a empeorar la situación”. Ese sentimiento existe. Cree que si denuncia un posible caso ante Policía, Juzgados... “pasa tiempo, todo queda en nada... y más tarde él o la familia toman represalias”. Personalmente, ha tenido algunas situaciones desagradables en este sentido, y “provocan que seas más cauta a la hora de “denunciar”.

¿Qué papel tiene el ámbito sanitario en la lucha contra la VdG?


Elementos Fundamentales del PNSP, 2006

Sanidad, Eje C (1 de 12 en total)
En el PNSP (2006), el Gobierno involucra a diferentes sectores. Sanidad es, tan solo, uno de los ejes del bloque “A corto plazo”. Hay 5 en el mismo saco (se dedican a la Prevención), otros 5 a medio plazo y 2 a largo plazo (se dedican a la Sensibilización). La Prevención es la respuesta inmediata, “a corto plazo”. Si se da cuando el conflicto no ha surgido aún, primaria; si se presencia el conflicto y hay que actuar, secundaria; la terciaria comprende los procesos de protección a la víctima. La Sensibilización quiere “conseguir un cambio en el modelo social avanzando en el derecho de ciudadanía”. Son conceptos distintos, pero si no avanzan simultáneamente y se van retroalimentando, es difícil adaptarse al cambio.

La VdG “se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad”, según el PNSP. ¿Sanidad qué puede hacer al respecto? Actualmente, su web tiene un apartado específico al respecto, pero ¿tiene claro el personal médico cuál es el protocolo? El texto que el Gobierno redactó hace trece años vincula los roles y los estereotipos a la dificultad de alcanzar la igualdad real. ¿Cuál es el obstáculo? La resistencia social. Para quien trabaja en la consulta, no siempre es fácil intervenir. Menos aún si apenas tiene tiempo para recibir bien a cada paciente, una de las principales quejas al SNS por parte de su personal.

Isabel Hernández cree que el Plan de Prevención de VdG está bien pensado y desarrollado, “pero llevarlo a cabo necesita de la implicación de los profesionales. Quizá ofrecer mayor y más frecuentemente formación sobre el tema y, por supuesto, disponer de más tiempo para atender a los pacientes”.

El Gobierno confiere a Sanidad y sus iguales un “papel muy relevante tanto en la detección del fenómeno como en la atención a las víctimas”. Sin embargo, el “infradiagnóstico” es, según ¿Qué impide a la sanidad ser eficaz contra la violencia de género?, un artículo de Redaccionmedica.com, uno de los grandes males defectos de la Violencia de Género en España. ¿Se debe a la falta de concienciación del médico o la médica? ¿O el problema es que hay escasa formación al respecto? Su trabajo tiene la “capacidad de ser radar en la lucha contra la VdG”, según el texto de 2006. Pero ese "radar" no funciona solo.

El artículo especifica síntomas detectables y traslada a la víctima la cualidad de “hiperfrecuentadora de la consulta”. Al panorama se suma la eterna queja: poco tiempo por consulta. Y, al final, tanto contrapunto declina de un lado la balanza: “Apenas el 5% de los casos de VdG son detectados en Medicina de Familia (Atención Primaria)”. Si el “abordaje” ha de ser, por lo visto, multidisciplinar, se necesitan pautas, métodos.

Desde 2004, no han parado de llover medidas y enmiendas, informes y críticas. Aparecen propuestas desde las instituciones, iniciativas desde los círculos sociales y cambios de postura en muchos aspectos. Se avanza y es bueno. Todos los ámbitos intentan aplicar la Perspectiva de Género, que ya es una pieza clave de la actualidad.

Ahora hay muchos, muchos datos segregados por sexo, conferencias, charlas, debates, conferencias... Y de ahí nacen guías de buenas prácticas, decálogos, protocolos... Cualquier campo introduce la Perspectiva de Género en su investigación. La población común también se plantea nuevos debates. La sensación general es de progreso, el prisma violeta se implanta con fuerza en muchos campos sociales. Según la web del Ministerio de Igualdad, algunos de los pasos más importantes han sido estos:

La infografía solo refleja los documentos que recoge la institución. Pero hay más movimiento que no se ve. Hace apenas dos meses, por ejemplo, Semergen puso en marcha el Plan en Atención Primaria, existen proyectos por parte de entidades e instituciones locales... El campo sanitario, por su lado, demuestra interés en reivindicaciones propias. Por ejemplo, #DiagnósticoMujer es una iniciativa de la FMP (Federación de Mujeres Progresistas) que denuncia que "La falta de perspectiva de género aumenta el malestar de las mujeres". Y pronto se celebra un ciclo sobre Salud Mental y Género en Pamplona. Acciones hay. El tema enfermedad y género cada vez se mezcla más desde diferentes disciplinas. Pero ¿es eficaz la recepción de toda esta información?

Sí que hay material, pero quizá no se conozca tanto como se debería. ¿Está fallando la distribución y difusión del protocolo o es un tema que requiere la implicación del elenco médico?

Sobre la circulación de estas herramientas, Lidón Llau explica que “puede que haya material, aunque no es algo que manejemos a menudo”. Sí que hay guías al respecto, y “folletos de autoevaluación para promover que las mujeres víctimas de VdG tomen conciencia de su situación y soliciten ayuda”, según Isabel.

Fallos detectados

El Informe del Primer Año de Ejecución del PNSP (2007) ya detectó tres necesidades cruciales: coordinación, evolución e inversión. Los puntos débiles del cumplimiento de sus medidas son tres: la implicación de las entidades (homólogas) locales, el análisis y la revisión constante y, por último, la inversión económica suficiente. Según el informe, a la Administración Central le corresponden todas las medidas (formación de profesionales, criterios comunes y coordinación), pero de la formación son también responsables las CCAA.

Aunque el problema atañe a toda la sociedad, como bien indica la prensa médica, también podría tenderse un puente entre una orilla y otra por parte del Gobierno. ¿La formación depende también de las CCAA? Entonces, que se organice lo Estatal con lo Autonómico. Que alguien, desde arriba, pueda hacer algo al respecto. Si no el personal médico, ¿qué posibilidades tiene de actuar?

Un texto posterior similar, que evaluaba el Plan Nacional llevado a cabo entre 2013-2016, reflejó en 2018 que esas tres preocupaciones siguen siendo el fallo a mejorar. Pero resulta que esto es algo que saben tanto Administración Central como CCAA desde hace ya un tiempo, 2007 exactamente. El año siguiente a la elaboración del primer Plan, que iba a tener vigencia de dos años, detectó errores que, tras más de una década, siguen sin corregirse.

¿Qué ha pasado con los diferentes planes y sus “análisis”?
La Estrategia Nacional para la Erradicación de la VdG (2013-2016), lo que podría ser la actualización del PNSP de 2006, marca 4 objetivos generales:
 Objetivo 1: Ruptura del silencio cómplice del maltrato
 Objetivo 2: Mejora de la respuesta institucional, planes personalizados y avance hacia la “ventanilla única”
 Objetivo 3: Atención a los menores y a las mujeres especialmente vulnerables a la violencia de género
 Objetivo 4 : Visibilización y atención a otras formas de violencia contra la mujer

Este es el autoanálisis que hace el Gobierno en 2018:


Informe de Ejecución del Plan Nacional de Erradicación de la Violencia contra las Mujeres (Abril, 2018)

Esta autoevaluación del Gobierno indica que el Objetivo 1 “alcanza un porcentaje de cumplimiento de medidas del 100% poniendo de manifiesto la importancia que se la da a la formación y sensibilización de agentes, por parte de las entidades implicadas en el desarrollo de las medidas”. Además, se hace hincapié en que, a nivel persona y técnico, la persona que recibe la formación optimiza así su aportación al Plan Nacional (2013-2016).

Sin embargo, al ser un tema en constante evolución, Sanidad se vuelve dependiente de la información y formación que vaya recibiendo. Es una de sus medidas concretas, pero no puede depender directamente del personal médico. Esa “coordinación” que el Informe de 2007 reflejó que hacía falta puede haber mejorado actualmente, pero lo cierto es que acaba ya 2019 y la confusión aún existe. Esta duda sobre cómo aportar cada una su granito de arena es algo que no solo siente el personal médico, como bien recuerdan representantes del oficio. Si los actores seleccionados están haciendo su trabajo, ¿qué falla?

El gremio se queja de la falta de herramientas, no saben cómo intervenir. De hecho, lo denominan “abordaje”. Increpar a la paciente es incómodo, así que van con pies de plomo. Explican, además, que la formación no debería ser voluntaria sino obligatoria, y que es necesaria tanto en quien ya trabaja como en quien está en la universidad y todavía no ha aprendido el oficio.

¿Es culpa de quien trabaja en el centro sanitario? ¿O es una mala gestión entre diferentes instituciones que no están visibilizando el trabajo que hace Seguimiento y Evaluación traslandándolo directamente a entes como Sanidad?

Las profesionales consultadas lo viven desde dentro. Ambas se dedican a Atención Primaria en el mismo Centro de Salud y piensan parecido, pero con algún matiz. Ambas ponen buena nota al SNS, pero también ven sus fallos: la nota va a la baja. Lidón Llau cree que “era de 9, ahora... bajando al 6, siendo generosa”. Isabel, “aunque parezca mentira”, le da un 8.

La Sanidad en España no está mal, pero el cambiante escenario político y la poca atención a focos como este resultan desalentadores para quienes ya estudiaron. Los próximos informes ojalá reflejen más coordinación: aunque el avance se ha cristalizado con el tiempo, al Gobierno (o a los Gobiernos) le(s) ha faltado tejer redes.

Fotos: Archivo AmecoPress

Agencia de Prensa AmecoPress
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¿"Cribado universal" para detectar Violencia de Género en la consulta médica?