viernes. 29.03.2024

Coronavirus y violencia de género: la doble pandemia

El confinamiento en muchos casos ha encerrado a las víctimas de violencia de género con sus maltratadores. Estas mujeres enfrentan dos pandemias: el Covid-19 y la violencia machista. Supone una gran paradoja que en el tiempo de la recomendada “distancia social”, muchas personas se vean obligadas a convivir las 24 horas del día con su mayor enemigo visible, bajo el mismo techo.
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Estas notas comienzan a ser redactadas en los más duro de la pandemia por el coronavirus. Las cifras del momento dan escalofríos: más de 80.000 contagiados y casi 7.000 fallecidos. España ocupa el segundo lugar del mundo con más víctimas, tras Italia. En ambos casos hace ya muchos muertos por el Covid-19 que hemos superado a China. Una medida sobre otra, España endurece más el confinamiento para evitar el colapso sanitario. Hay que “ganar tiempo y para que el sistema sanitario pueda atender a todas las personas”, se argumenta desde el Ejecutivo.

“El futuro ha llegado de golpe. El confinamiento a causa del Covid-19 supone también el desarrollo de modelos económicos y sociales distintos que auguran un futuro difícil”, escribía recientemente en un inquietante artículo el periodista Esteban Hernández. Una derivada de ese futuro que ya está aquí es el aumento significativo en el abuso doméstico como resultado de que las víctimas tengan que aislarse por sí mismas. La situación es compleja porque la posibilidad de respuesta de las instituciones se ha visto muy mermada, siendo la prioridad fundamental en estos momentos críticos la lucha contra la pandemia. Es un asunto que me preocupa y motiva, como ciudadana y como futura profesional en el ámbito de la intervención social y la promoción de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.

La situación es compleja porque la posibilidad de respuesta de las instituciones se ha visto muy mermada, siendo la prioridad fundamental en estos momentos críticos la lucha contra la pandemia

Obligada por las circunstancias, yo misma he tenido que abandonar mi etapa de prácticas en la ONG ‘Plan Internacional’, una organización humanitaria que trabaja por los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas, ante la imposibilidad de desarrollar con normalidad esa fase esencial de mi formación. En Hamburgo –emplazamiento al que fui destinada para las prácticas-  ya había comenzado el trabajo interiorizando los distintos proyectos sobre los que se desarrollaría mi labor. Todo ello se ha visto alterado, ¡cómo tantas cosas han cambiado en la vista de tanta gente! Por tanto, este modesto informe no va exactamente sobre el Covid-19, pero sí aborda alguna de las consecuencias que tienen su origen en las medidas adoptadas frente al virus.

El confinamiento en muchos casos ha encerrado a las víctimas de violencia de género con sus maltratadores. Estas mujeres enfrentan dos pandemias: el Covid-19 y la violencia machista. Noticias de este fenómeno ya nos llegaron desde China, donde se produjo –aún sin cifras oficiales- un aumento de la violencia doméstica durante las semanas de cuarentena. Supone una gran paradoja que en el tiempo de la recomendada “distancia social”, muchas personas se vean obligadas a convivir las 24 horas del día con su mayor enemigo visible, bajo el mismo techo, sin el alivio que suponen las rutinas del día. Sin la posibilidad de que esa convivencia malsana pueda ser interrumpida por otra actividad que no sea la de permanecer en casa. 

En fechas recientes, ‘ONU Mujeres’, organismo de Naciones Unidas especializado en el desarrollo y promoción de la igualdad de género, advirtió que las medidas que está implementando el mundo de cuarentena y aislamiento social para contener el COVID-19, puede generar un aumento en la violencia de género y la pobreza que viven las mujeres. Al respecto, la directora regional para las Américas y el Caribe de la entidad, María-Noel Vaeza, ha asegurado que “el hecho de que el hombre no tenga acceso a fuentes de trabajo, tenga mayores frustraciones por el hecho de no poder proveer para su familia y carezca de distracciones como el deporte, va a aumentar la violencia doméstica”. En esta misma línea, Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno contra la violencia de género en España, declaró al periódico ‘El País’, “los agresores perciben impunidad y seguridad, porque el encierro dificulta salir de la relación o interponer una denuncia”.

La percepción de esta realidad alarmante es generalizada y así se refleja en la reacción de diferentes países de nuestro entorno. Veamos algunos casos. El Ministerio de Igualdad de España publicó una guía de actuación para mujeres que estén sufriendo violencia de género en situación de permanencia domiciliaria derivada del estado de alarma por COVID-19. En ese documento se recuerda que los servicios de atención y asesoramiento a las víctimas “siguen activos” y han sido declarados “servicios esenciales” para que estén garantizados durante el estado de alarma. Pero los especialistas no bajan la guardia y subrayan su preocupación por el riesgo probable de que se esté acumulando violencia. Así, piden un seguimiento continuo en el confinamiento de las mujeres que ya se han puesto en contacto con los servicios de asistencia en el pasado. Al tiempo, la asociación de mujeres juezas ha reclamado habilitar espacios nuevos para poder alojar a las mujeres que necesiten salir de su domicilio, porque las casas de acogida “son pocas y no dan abasto”.

Desde el ‘Ministerio de Igualdad de Oportunidades’ de Italia se recordó hace semanas que “la cuarentena por el Coronavirus no detiene el servicio contra la violencia contra las mujeres”. Por ello, las mujeres que se encuentran en una emergencia y urgencia causadas por episodios de violencia pueden salir de la casa y llegar al centro contra la violencia ya que hay "razones de necesidad". En Italia se registraron tres feminicidios durante las primeras tres semanas de la epidemia, dos de los cuales fueron perpetrados en los hogares de las víctimas. Conocedora de la existencia de este fenómeno la abogada y escritora italiana, Elvira Frojo, ha trasladado su visión de los hechos en un artículo: ‘El Coronavirus y la fuerza de las mujeres’, donde retrata una violencia que “se exacerba precisamente donde, ahora, todos buscan refugio. Una violencia transversal que manifiesta su rostro y que habla de hombres que alimentan su agresión incluso en un momento tan dramático para el mundo. (…) Una violencia que no solo es física sino también sutil, psicológica, con mil formas y expresiones.”

Francia es otro país significativo que recurrió al confinamiento como medida principal para luchar contra el virus. Desde la ‘Secretaría de Estado para la Igualdad’, se han emitido mensajes de alarma: “Una crisis de salud puede exacerbar la violencia de género y la violencia sexual o doméstica. Desafortunadamente, el confinamiento en el hogar puede generar un terreno fértil para la violencia doméstica". A tal efecto, desde la institución francesa que vela por la igualdad entre mujeres y hombres se ha pedido a todos los departamentos que supervisen la situación de los centros de alojamiento de emergencia, en particular para garantizar la implementación de medidas de protección a las víctimas, así como a la organización de "escuela en casa" para los niños que permanecen confinados en el hogar.

Dentro de las peculiaridades del impreciso confinamiento británico la preocupación, igualmente, se ha manifestado de forma perceptible. Tanya Pinnock, una activista de primera línea que trabaja con jóvenes y familias, además de ser ella misma una sobreviviente de abuso doméstico, manifestó en un periódico de su país que el paquete de medidas contra el Covid-19 “trae un nuevo conjunto de desafíos porque si observamos el control coercitivo, la táctica clave para un maltratador es aislar a las víctimas. Entonces, si el gobierno, por razones obvias, está alentando a las familias a autoaislarse, en realidad le estamos dando poder al aislador para que continúe abusando”. (…) "En términos de la respuesta del gobierno, obviamente entiendo que la protección de las personas mayores y las personas vulnerables al coronavirus es fundamental, pero creo que debe haber una respuesta de salud pública en términos de las víctimas de abuso sexual y violencia de género".

En Alemania, el aviso emitido por la ‘Oficina Federal de Asuntos de Familia y la Sociedad Civil’ refleja muy a las claras el fondo del problema.  “A raíz de la epidemia del Corona, la línea de ayuda ‘Violencia contra las mujeres’ está haciendo todo lo posible para mantener la asesoría disponible durante todo el día.(…) Sin embargo, nosotros también estamos sujetos a la dinámica de los acontecimientos y las medidas políticas para contener la epidemia, y es posible que no podamos garantizar el asesoramiento de manera regular”. Expresada la situación con esa claridad, es lógico que las asociaciones de víctimas teman un aumento de la violencia doméstica, especialmente contra mujeres y niños. La situación de estos últimos también es preocupante. Por ello, las asociaciones alemanas que trabajan con niños han realizado llamamientos a la población: "Si tiene alguna duda sobre el bienestar de un niño en su zona, informe a la oficina de bienestar juvenil. Esto también se puede hacer de forma anónima”.

Las mujeres constituyen la mayoría de los trabajadores en el sector de servicios sociales y de salud: 70% en 104 países analizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS)

Dentro de la naturaleza de sus competencias, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), ha expresado en un comunicado su inquietud por el hecho de que millones de niños en todo el mundo vean cada vez más amenazadas su seguridad y bienestar, incluidas las víctimas de abuso, violencia de género, explotación y exclusión social, o estén siendo separados de sus cuidadores debido a las medidas tomadas para detener la pandemia de COVID-19. "En muchos sentidos, la pandemia está afectando ahora a niños y familias mucho más allá de aquellos directamente infectados", dijo Cornelius Williams, Jefe de Protección Infantil de UNICEF.

¡Gran paradoja final ante el doble papel de víctimas de muchas mujeres en la crisis del coronavirus!: “Las mujeres están en la primera línea de la pandemia”, así titulaba la revista científica británica ‘The Lancet’, una encuesta realizada por tres investigadoras, Clare Wenham, Julia Smit y Rosemary Morgan, del grupo de trabajo internacional de Género y COVID-19. "Los datos oficiales chinos indican que más del 90% de los cuidadores en la provincia de Hubei (la región más afectada por el coronavirus en China) son mujeres", recoge el texto de la revista médica. Las mujeres constituyen la mayoría de los trabajadores en el sector de servicios sociales y de salud: 70% en 104 países analizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

De forma sorpresiva, o quizás no tanto, a pesar del hecho de que el Consejo Ejecutivo de la OMS (Organización Mundial de la Salud) reconoce la necesidad de incluir a las mujeres en la toma de decisiones para responder a las epidemias, la realidad es que la representación de las mujeres a nivel nacional y mundial en los espacios políticos que se ocupan de Covid-19 “es inadecuada", se denuncia en The Lancet.

"Los roles de cuidado de las mujeres socialmente prescritos las colocan en una posición privilegiada para identificar riesgos a nivel local que podrían indicar el comienzo de una epidemia y, por lo tanto, mejorar la seguridad sanitaria mundial". (…)"La lectura de género parece ser la clave para construir una respuesta efectiva en la etapa inicial de estas enfermedades", concluyen las tres investigadoras firmantes en The Lancet. Sin duda una lección que aprender de esta nueva pandemia, una lección de cara a ese futuro que ya está aquí.


La autora, Irene Asenjo Delgado, cursa el segundo año del C.F.G.S. ‘Promoción de Igualdad de Género’, en el IES Barrio de Bilbao (Madrid)

Coronavirus y violencia de género: la doble pandemia