jueves. 28.03.2024
derecha

Cuando alguien se cree en posesión de la verdad absoluta abandona la razón para dejar que los dogmas impongan sus certezas. Aquellos que se relacionan políticamente con los demás a base de ideas cerradas no pretenden transformar el mundo, exigen que el mundo se adapte a sus coordenadas emocionales. Vivir en una sociedad democrática significa convivir, ese es uno de los primeros pasos que se han de dar sin mayores ceremonias. La lealtad institucional y el patriotismo verdadero se demuestran entendiendo, de un lado, que se gobierna para todos, y, de otro, que la oposición tiene un carácter constructivo, no demoledor. Sendos extremos del escenario político son transitorios. Luchar por una vida comunitaria mejor supone abandonar la testuz y usar la cabeza. El futuro de una nación, de una comunidad, no necesita topetazos de carnero sino debates con contenido.

Ahora bien, para que haya diálogo tiene que haber antes logos. La izquierda y la derecha existen. Su combate dialéctico es consustancial cuanto menos a la historia del desarrollo social de los últimos dos siglos. A ambos lados del cuadrilátero hay razones teóricas que deben ser tenidas en cuenta. El problema de nuestro país es que la derecha de Casado y de Abascal, capitaneada en Madrid por las dobles parejas Ayuso/Monasterio y Almeida/Ortega Smith, ha abandonado el logos. Estos dirigentes han renunciado a articular un contenido propositivo real y se dedican a lanzar piedras contra los cristales de la convivencia. Hablan de la izquierda con un desprecio tan agresivo como sobreactuado; no disimulan un síndrome de abstinencia que los lleva a pisotear las normas básicas de la física democrática; utilizan la desinformación y la intoxicación mediática como arietes con los que destrozar la legitimidad del adversario; se revuelcan en el populismo más demagógico con mantras infantiles.

Ante un escenario así, la pregunta que nos hemos de hacer parece clara: ¿Tender la mano a quien te la quiere cortar es un riesgo que pueden correr aquellos a los que el sistema democrático otorga la responsabilidad de gobernar? Creemos que sí, y por varias razones.

La primera de ellas es la confianza en que el propio sistema expulsará a las manifestaciones tumorosas. Vox se encuentra con medio pie fuera de la frontera democrática. La gente tiene que darse cuenta de ello. Este monstruo oportunista de la derecha más bizarra es una pesadilla. Ha llegado la hora de despertar. Los ciudadanos han de abrir los ojos y decir: ¡Basta! El camino del odio solo nos lleva al precipicio. Por otro lado, el PP debe reflexionar sobre cuál quiere que sea su papel en el devenir de España. De momento han dejado un rastro judicial indisimulable. Los ecos de sus políticas nos desvelan una concepción de la acción pública como saqueo orquestado de los recursos comunes. España necesita una derecha que tenga ideas y que quiera usarlas, que sepa hacer oposición para poder, si los ciudadanos lo deciden y sólo en ese caso, gobernar con dignidad, que crea sinceramente que siempre es mejor respetar las reglas de juego democrático que hace trampas con los dados.  Al otro lado, se encontrará con una izquierda comprometida, una izquierda abierta, permeable a las buenas ideas, una izquierda que no renunciará al diálogo democrático nunca, porque hacerlo sería perder la fe en España como proyecto común.


Mar Espinar Mesa-Moles y Diego Cruz Torrijos, son, respectivamente, Concejala del Grupo Municipal Socialista de Madrid y Diputado del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid.

Convivencia, eje fundamental de la democracia