viernes. 29.03.2024
Foto de archivo
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Aunque ya barruntemos la respuesta, conviene remontarse a los orígenes. Cinco personas fundan Podemos. Luis Alegre se vuelve a la universidad. Monedero tiene que pasar a segundo plano y oficiar de mentor al comienzo. A Carolina Bescansa le indicaron la puerta de salida. Iñigo Errejón intentó visibilizar el tándem que había formado de hecho con Pablo Iglesias y fue defenestrado. Sus funciones como portavoz del grupo parlamento y número dos del partido fueron asumidas por Irene Montero. En esa coyuntura decidió formar una nueva formación política con el espíritu originario de Podemos. La génesis de Más País y Más Madrid se consideró una traición al indiscutible liderazgo del mandamás que ocupaba en solitario el vértice de la pirámide. ¿Por qué la marca Podemos debía identificarse con Pablo Iglesias como dueño absoluto sin socios en pie de igualdad?

Este itinerario muestra muy a las claras lo poco que se aprecia la disidencia en el Podemos de Iglesias o “eclesiástico”. Las voces discrepantes fueron desapareciendo del escenario. Primero fueron los círculos. Quienes permanecían en medio de fugas masivas escalaban puestos en el partido hasta llegar incluso a su cima. Los disidentes parecían sobrar. A Iglesias no parece gustarle nada que le critiquen. Lo sigue demostrando después de abandonar sus cargos orgánicos, aunque haya decidido ejercer como líder espiritual de su marca, la única que según él representa cabalmente un genuino pensamiento de izquierdas. Fuera de su círculo no hay espacio para las auténticas esencias del izquierdismo. Apañados estaríamos de ser así.

¿Por qué la marca Podemos debía identificarse con Pablo Iglesias como dueño absoluto sin socios en pie de igualdad?

Cada vez que se daba un batacazo electoral prometía hacer autocrítica, pero al mismo tiempo explicaba que no habrían sabido comunicarse con la gente o que las circunstancias habían sido muy adversas. Es lo que tiene creerse infalible. No hay lugar para reconocer los propios errores. Como si eso no fuera lo más definitorio de un pensamiento crítico y progresista. La culpa siempre la tienen otros. Es el socio mayoritario del actual gobierno sin ir más lejos. Podría haberse hecho mucho más, pero a los del partido socialista le tiemblan siempre las piernas y hay que moderar los avances. Cada éxito es mío y todo fracaso es ajeno, se diría que piensa Pablo Iglesias. 

Es muy devoto de las primarias, hasta que se demuestra lo contrario. ¿Quién designó a Yolanda Díaz como sucesora suya en la Vicepresidencia del Gobierno? Un gesto muy democrático sin duda. Las líderes del partido también fueron previamente designadas por él e incluso se permite velar por sus puestos en posibles listas electorales compuestas por varios partidos y una nueva plataforma política. En lugar de felicitarse por haber acertado al designar a quien ha hecho tan buen papel dentro del Gobierno y como ministra de Trabajo, le disgusta que no siga sus directrices al pie de la letra y le haya salido un tanto díscola, porque prefiere intentar equivocarse por sí misma sin los lastres políticos de herencia dudosamente rentable.

Hace falta movilizar e ilusionar a mucha gente con grandes dosis de pragmatismo. Ese objetivo no se puede alcanzar mirándose tanto el ombligo y poniendo en primer plano las rencillas de antiguos camaradas. Pablo Iglesias e Irene Montero nos tienen acostumbrados a ciertas extravagancias. Consultar a los afiliados de un partido su parecer sobre tu nueva casa fue algo inaudito y con un poco de suerte irrepetible. 

Exigir tener un determinado peso específico no parece la postura más idónea para posibilitar una confluencia

Sólo ellos y su conciencia política podían saber si estaba bien o mal dar ese paso tras haber presumido de que podían hacer política por vivir como vivían, es decir, como la gente de a pie cuya vida se proponían mejorar con su compromiso político. A nadie más le interesaba esa cuita. Tampoco tomaron mucha nota del resultado, del bajo índice de participación y del alto rechazo suscitado entre quienes decidieron responder a la consulta. Para colmo presumieron de hacer ambas cosas. Como el propio Pablo Iglesias reconoce y así se hace, hay que agradecer a Podemos algunas cosas, pero eso no es óbice para criticar cuanto se haya hecho mal y que podría no ser poco. Si una ley es técnicamente mejorable, ¿de qué sirve no reconocerlo y enrocarse sin más? 

Ahora el planteamiento es muy sencillo. Se puede concurrir a las elecciones generales mancomunadamente o en solitario. Exigir tener un determinado peso específico para lo primero no parece la postura más idónea para posibilitar una confluencia. Hay ejemplos previos muy clamorosos del fracaso que conllevaría empecinarse. Echar balones fuera puede servir para nutrir el autoengaño, pero hace un flaco servicio a la causa que dice perseguirse. La disidencia no sólo es positiva, sino que resulta imprescindible para no encastillarse y poder enriquecer los propios puntos de vista. Ese diálogo interactivo en que debería consistir el sistema democrático. Cabe confiar en que Sumar tenga esto muy presente.

¿Cómo se cotiza la disidencia en Unidas Podemos?