viernes. 29.03.2024
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El personal sanitario se merece todos los aplausos, al igual que las personas que nos proporcionan los productos básicos para vivir. Aunque hay que reconocer que el personal sanitario cuenta con un plus, porque ahora está batallando, día a día, con el coronavirus, además de enfrentarse a la pandemia sin los recursos adecuados. El personal sanitario se merece algo más que aplausos, ya que las administraciones públicas, ante la escasez de respiradores, han echado sobre sus espaldas el terrible dilema de elegir a quién poner los escasos respiradores con los que cuentan. Sí, se merecen el recuerdo permanente de su esforzada labor; batalla en la que, a veces, su salud también se rompe. Hay que ir más allá de los aplausos y apoyar con firmeza, ahora y siempre, las reivindicaciones que llevan pidiendo hace muchos años: salarios dignos, suficiente personal y recursos sanitarios de todo tipo.

Los servicios públicos han sido y siguen siendo objeto de deseo para el neoliberalismo, que solo ve beneficios en todo lo que mira. Porque sobre la pandemia de COVID 19 flota la pandemia especuladora que saltó por encima de la salud de las personas. La Sanidad debe ser Pública para garantizar la salud que la Constitución establece, en su artículo 43. Y por ello necesita el presupuesto adecuado que cubra todo el entramado sanitario que se necesita.

Siguiendo las directrices europeas, el Gobierno de Rajoy envió a la Comisión Europea el Programa de Reformas y el Plan de Estabilidad, 2015-2018, en el que se comprometía a un ahorro de 500 millones anuales en recursos humanos. Envuelto en el neo lenguaje, “racionalización de recursos”

Esperanza Aguirre se deshizo del Instituto Madrileño de Salud Pública; instituto esencial para la prevención y vigilancia de la salud. Distribuyó médicos y demás personal sanitario para cubrir las plazas de los nuevos hospitales que se crearon en Madrid, y que más tarde se cedieron en gestión privada. Su Consejero y gran colaborador, Manuel Lamela, se dedicó a desacreditar la Sanidad Pública, y con dicho fin arremetió contra el Doctor Montes con injurias y calumnias, afirmando que se utilizaron sedaciones inadecuadas en enfermos terminales, en el servicio de urgencias del hospital, Severo Ochoa. El informe médico del hospital desmintió sus declaraciones, a la vez que los sindicatos médicos y colectivos en defensa de la Sanidad Pública pidieron la dimisión del Consejero. Lo sucedido fue un claro atropello a la Sanidad Pública con el firme propósito de desprestigiarla. El señor Lamela nunca atendió la petición del colectivo médico que solicitaba aumento del número de camas existentes en los hospitales, y en particular en el Severo Ochoa, solicitud reiterada por dicho hospital; la unidad de cuidados paliativos solo contaba con cuatro camas y debía mantener enfermos terminales en urgencias. La petición no fue tenida en cuenta porque tras las puertas de los hospitales públicos estaban los seguros médicos privados esperando apetitosos contratos. Un plan muy bien diseñado. Desde la Ley 15/97, con premeditación y alevosía, se fue deteriorando la Sanidad Pública con el fin de privatizarla. Y Manuel Lamela demostró saber sacar buen provecho de su paso por la política. Fue ejecutor del proyecto privatizador de Aguirre y tras su salida del Gobierno de Aguirre, en 2008, constituyó un entramado de empresas relacionadas con la sanidad privada, entre ellas; Madrid Medical Destination S.L y Madrid Ciudad de la Salud S. A. También desempeñó numerosos cargos en empresas relacionadas con la sanidad privada.

Alrededor de 50.000 persona han sido apartadas de la Sanidad Pública. Y quienes quedaron vieron sus salarios reducidos en un 18%. Se han precarizado las condiciones laborales del personal sanitario hasta el punto de hacer contratos por días y, a veces, por horas. La precariedad no es buena consejera en ningún trabajo. En sanidad, desde el inicio de la crisis de 2008 se ha estado jugando con vidas humanas, retrasando operaciones necesarias o diagnosticando enfermedades graves con mucho retraso. La Marea Blanca lo denunció, pero no recibieron el apoyo necesario de la ciudadanía para impedir el saqueo que se estaba produciendo en la Sanidad Pública.

Hay que ir más allá de los aplausos. Es necesario devolver a la Sanidad Pública todos los recursos usurpados. Y no valen medias tintas. Hace falta una gran movilización profesional y social en su defensa

Los recortes facilitaron las listas de espera, empujando a los pacientes, poco a poco, al sistema privado. Si en 2014 había poco más de nueve millones de personas con cobertura de seguros médicos, de las cuales casi dos millones correspondían a las mutualidades de funcionarios, actualmente dichos asegurados llegan a 10,3 millones. Quirónsalud, que cuenta con 50 hospitales y 90 centros de día, es la red de salud privada principal, con 7126 camas, 421 quirófanos y 568 UCI/UCIP/UCIN, se lleva la palma; le siguen Vithas y Ribera Salud. En 2017, la alemana Fresenius compró Quirónsalud por 5.760 millones de euros; dicha compra dio origen al mayor emporio  privado de Europa, ya que es su país es propietaria de la red Helios Kliniken.

Siguiendo las directrices europeas, el Gobierno de Rajoy envió a la Comisión Europea el Programa de Reformas y el Plan de Estabilidad, 2015-2018, en el que se comprometía a un ahorro de 500 millones anuales en recursos humanos. Envuelto en el neo lenguaje, “racionalización de recursos”.

Y llegó la pandemia con un sistema sanitario muy debilitado. El SAS (Sindicato Asambleario de Sanidad) afirma: “Mientras en el estado español siguen estando en vigor las leyes que permiten la privatización de la Sanidad Pública (la 15/97 etc) y los diferentes partidos políticos (PSOE, PP, Ciudadanos, PNV, etc), siguen aplicando los recortes allí donde están gobernando, seguirá aumentando el desvío de dinero público a las empresas sanitarias”.

¿Qué pasará después de la pandemia? ¿Se integraran en plantilla el número de personas que fueron expulsadas de la Sanidad Pública? ¿Se desterrarán los contratos precarios de días, o de horas? ¿Se dará a sus profesionales el salario adecuado? ¿Se hará justicia con el personal interino? España fue saqueada, siempre se saqueó por quienes solo pensaron en su propio beneficio, o en privilegiar a los grandes consorcios que dejaban las puertas giratorias abiertas a quienes facilitaron la privatización. Y ya estamos viendo cómo se comporta la Sanidad Privada, en momentos tan trágicos como los que estamos viviendo.

Hay que ir más allá de los aplausos. Es necesario devolver a la Sanidad Pública todos los recursos usurpados. Y no valen medias tintas. Hace falta una gran movilización profesional y social en su defensa.

¡Ah!..., pero solemos ser muy olvidadizos. ¿Se llevará el olvido tanto dolor y tantos muertos? ¿Qué pasará cuando llegue el verano, cuando los bares y los campos de fútbol abran sus puertas? 

Más allá de los aplausos: Sanidad Pública
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